Te lo pido por favor 2

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Todos absolutamente todos tenemos años difíciles, años que nos marcarán toda la vida por algún acontecimiento realmente fuerte, pero también es cierto que hay años que quisiéramos borrar, que quisiéramos poder omitir como la intro de una serie...en mi caso ese año fue 1990, principio de década, principio de ilusiones y esperanzas pero que para mí empezó con una llovizna y terminó con una tempestad.

-¡Ana!, Pensé que por poco y no llegabas.- dijo con alivio Diana Verónica al verme abordando el avión.

Sinceramente hasta hacía unas horas antes yo también pensé que mi presentación en Tijuana se cancelaría, no tenía ganas de subirme en esos momentos a cantar a un escenario, sé que no podía hacer nada estando allí sentada a lado de mi madre rezando por mi padre, pero en verdad quería estar ahí pasará lo que pasará.

-Si bueno mi madre me dijo que era mejor que cumpliera.- dije en tono solemne y viendo hacia el suelo.
-¿Cómo te sientes tú?.- respondió Diana mientras me acariciaba el hombro.

En esos instantes me sentía como niña pequeña, quería llorar y necesitaba unos brazos en los que perderme hasta quedarme tranquila, mi madre no podía ser ese refugio ya que tenía suficiente con su pesar, Alberto no estaba, y...Vero ni aunque quisiera podría hablar con ella, solo tenía a Diana que en los últimos meses se había vuelto verdaderamente en una amiga, casi hermana en quien podía confiar, aún no sabía todo de mí, pero me había demostrado su lealtad.
No pude más, al encontrarse nuestras miradas, y ver ese sentimiento de preocupación hacia mí en sus ojos, saqué lo que tanto me agobiaba, me acomodé en su pecho y ella me envolvió entre sus brazos como solo una madre sabe hacer, los sollozos salían de mi, y ella no hacía más que acariciar mi cabello, yo cerraba mis ojos y poco a poco sentía el calor de nuestros cuerpos concentrarse.
Las verdaderas amigas son las que aguantan un abrazo así hasta que te sientes más estable, y no les importa que las lágrimas caigan sobre sus ropas, o que la posición del abrazo no sea muy confortable.

-Perdón yo...- me separé de ella y con las yemas de mis dedos limpié las lágrimas que salían de mis ojos.
-No tienes porqué pedir perdón, llorar es un reflejo de lo fuerte que has Sido durante mucho tiempo.- me ofreció un kleenex.- ¿Quieres hablar?.

Tenía la necesidad de decir lo que sentía y ella me ofrecía escucharme, no me gusta que me vean llorar, siento que si la gente te ve vulnerable te lastimarán, además se me hincha la cara y estaba a horas de salir ante un público, pero después de todo en esos momentos solo contaba con ella, había dejado a Dianita con su padre para poder cumplir conmigo, y siempre me había demostrado su discreción, respiré hondo, y en lo que tomábamos asiento en el avión comencé.

-Yo era la luz de los ojos de mi padre, enrealidad todas mis hermanas y yo lo éramos, ví a mis hermanas casarse, formar una familia, y la satisfacción en el rostro de mis padres cuando iban a pedir sus manos en matrimonio, pero yo no quería eso para mí.- tomé un respiro.- yo siempre supe que no quería casarme, pues si creo en el amor pero no en el matrimonio, siempre supe que quería para mi, y es esto.- señalé con mi dedo índice mi alrededor.- siempre dije que sería una cantante y muy famosa, lo logré no fue fácil, y cuando lo digo no me refiero por lo que me costó grabar mi primer disco, no... Sino porque nunca olvidaré el momento en que ya no fui la luz de los ojos de mi padre, cuando le dije que sin importar nada me iría con mi hermana a luchar por ese sueño, esas palabras y ese distanciamiento quebraron nuestra relación.
-Pero mira Ana lo conseguiste, eres todo eso y más.- interrumpió Diana.
-Es que...- un escalofrío invadió mi cuerpo, miraba en cuántas partes había doblado el kleenex que me había dado.- Diana yo...- la miré a los ojos.- Nadie más sabe esto, pero como hija le fallé, irme de casa y no dirigirle la palabra por dos años fue solo el comienzo, después casi se infarta cuando le dije que quería un bebé, pero sin estar casada.- reí.- respetaron mi decisión o al menos eso creo, pero algo que nunca me perdonaré es que la última vez que lo ví, le dije que no me importaba su opinión, ¿Sabes? Fui dura con él y ni siquiera me había dicho nada.
-¿Nada de qué?.- tomó mi mano.- Perdón creo que estoy siendo bastante indiscreta.
-Diana yo...yo tuve una relación con una mujer, hubiese dado todo por ella si así ella me lo hubiese pedido, a los ojos del mundo nuestro amor no sería nada aceptable, sería un “error", llegó tan impetuosa a mi vida robándose mi corazón, y no me dejó ver qué quizá actúe muy rápido, a casi medio año de relación le dije a mi madre de mi relación y mi padre nos escuchó, él no dijo nada pero al ver su mirada asumí que si quedaba un poco de orgullo hacía mi, ya se había caído, pues no soy la hija que se merecen, vivo mi vida quizá sin importarme lo que piensen los demás de mi, le grité me fui sin siquiera despedirme, de verdad luchaba por ella...y ella me dejó sin decirme nada ni siquiera me lo dijo ella.- las lágrimas comenzaban a brotar de nuevo.- lo di todo por ella y ahora mi padre está grave en un quirófano a kilómetros de aquí, y tengo que pedirle perdón, tengo que decirle que lamento ser una decepción, que lamento no estar ahí ahora por cumplir con este sueño que se ha vuelto realidad, necesito decirle tantas cosas frente a frente y tengo miedo a que sea demasiado tarde cuando regrese como para decírselo.

Diana otra vez me abrazó, y no dijo nada, y así lo prefería pues agradecía que me hubiese escuchado, pero no quería seguir hablando, lo que sentía y me agobiaba ya lo había sacado, y no solucionaba nada, pero al menos podía respirar un poco mejor.

Llegué a Tijuana, todo mi equipo antes de subir al escenario me dió ánimos, y estando allí arriba, con miles de personas gritando mi nombre, y gritando de la emoción, con las luces enfocadas hacía mi, con mis músicos listos para tocar las primeras notas de la canción, sentía como María Guadalupe se desvanecía y Ana Gabriel se metía en el papel de artista cumpliendo a sus fans, pero antes de comenzar:

-Buenas noches Tijuana.- grité y el público estalló en gritos de alegría.- Es un gusto para mí estar de nuevo aquí con ustedes en esta ciudad...que me vió crecer como artista...que me dió mi primera oportunidad, pero yo esta noche quiero pedirles un enorme favor, y es que verán.- tomé aire pues me costaba mucho sacar las fuerzas para hablar.- quiero pedirles por un minuto que me regalen una oración para mí padre que hoy en estos momentos está en el hospital.

Comenzamos a rezar, mi voz se escuchaba más por el micrófono pero en conjunto todo el público se unió a mi y fue como por un instante sentir que todos los presentes me acompañaban en mi sentir, fue raro y hermoso a la vez. No me detuve para hacer un intermedio como acostumbro en mis conciertos pues como dije las palabras no salían de mi, era como un robot cantando pero incapaz de pronunciar alguna otra palabra, di lo mejor que pude de mi aquella noche, y al bajar del escenario ya me esperaban periodistas de periódicos locales para hacerme algunas preguntas.

-Ana ¿Cómo te sientes de estar acá?
-Ana ¿Dónde será su siguiente presentación?.
-Bueno estoy feliz de regresar a esta bella ciudad, y mi próxima presentación será en una semana acá en Chihuahua me parece.- respondí con una sonrisa en el rostro para posar para las fotos.

De pronto rompiendo el círculo de multitud que me rodeaba llegó Diana seriamente a posarse a lado mío, estaba seria, no pedía permiso para llegar hasta a mí, y tampoco se dirigió a nadie más, se acercó lo más que pudo a mi oído mientras yo seguía sonriendo y asintiendo.

-Ana necesito que vengas.-dijo casi sin mover los labios.
-Ahorita no estoy con la prensa.- respondí también sin mover los labios.
-Ana por favor, es del hospital.- tomó con dureza mi brazo.

La miré y por su expresión me imaginaba lo peor, no dije más salí disparada hacia mi camerino que era donde estaba el teléfono, Diana creo que se disculpó ante la prensa y respondió algunas preguntas sobre mis presentaciones.
Caminé lo más rápido que pude, casi casi corriendo, sentía gotas de sudor correr por mi frente, la boca totalmente seca, y en mi mente las peores imágenes, por fin estuve en mi camerino cerré la puerta con seguro, mi mano tembló al tomar el teléfono y ponerlo en mi oído.

-¿Diga?.- contesté.
-¿Con la señorita María Guadalupe Araujo?.- respondió una voz masculina al otro lado de la línea.
-Soy yo dígame.
-Buenas noches soy el doctor de su padre, llevó una hora tratando de contactarla porque necesitamos que tome una decisión.
-¿Decisión? ¿De qué?.- respondí nerviosa y a la vez ansiosa de saber que era lo que pasaba.
-Los niveles de colesterol y glucosa de su padre prácticamente explotaron, ahora el se debate entre la vida y la muerte, necesito que tome una decisión le amputamos las piernas o prácticamente...lo dejamos morir.
-¿Qué? ¡No! ¿Pero por qué me preguntan a mí?, Ahí está mi madre su esposa ella debe decidirlo no yo.- dije casi gritando.
-Señorita usted firmó la entrada al hospital, quien la firma es quien se hace responsable inmediatamente de este tipo de decisiones, no hay más tiempo piernas o vida.

Silencio, frío en mi cuerpo, un minuto y cambia todo, un minuto para una decisión que cambia radicalmente un futuro, no solo tuyo sino de alguien más que en este caso es mi padre, no hay tiempo de ser una niña que quiere preguntar antes a su madre, es el momento en que debes madurar, pensar fríamente y actuar como el adulto que eres.
No hay más tiempo, ya no hay más para considerar segundas opiniones o tan siquiera pensar en pros y contras, cada segundo cuenta y de ti depende el todo o el nada.
No podía ni hablar, ni siquiera respirar y es algo que no le deseo a nadie, el tomar una decisión así, como pude alcancé a decir a la brevedad.

-Su vida.

Cómo yo te amé Where stories live. Discover now