Cómo yo te amé

Luna

Terminé de contar cómo había sido el momento en que me había convertido en madre de esa pequeña que con el hecho de existir...era ya la luz de mis ojos.
No me había dado cuenta que unas cuantas lágrimas salieron de mi, tenía la mirada baja y veía mi mano derecha que ya no estaba inflamada, pero que parecía ayer que me la había lesionado por golpear el suelo.
En sí me había hecho bastante bien contar todo con detalle, pues me ayudó a terminar de sanar, era la primera vez que lo contaba, y quizá la última pues aunque ya casi lo superaba cada que lo hablara sería como abrir nuevamente una herida.
Alcé la mirada y Vero tenía lágrimas en los ojos, y me veía fijamente, cuando nuestras miradas se encontraron no pudo disimular y directamente posó su mirada en mi mano para después tomarla entre las suyas.

-¿Qué pasó después?.- preguntó con algo de pena.
-Pues.- respiré profundo.

Al parecer estuve sedada dos horas, y al despertar me encontraba en una cama de hospital, Diana leía una revista esperando a que volviera en mi, y me sobresalté un poco al ver que tenía enyesada mi mano, imaginé lo peor pues no podía mover mi mano, por suerte solo estuve así unas semanas, después me disculpé con mi hija por haberme visto así, le dije que admiraba que era más valiente que yo a pesar de ser prácticamente una bebé aún, claro que le cumplí la promesa de llevarla por un helado, incluso le compré los que quiso, y agradecí enormemente que Diana no me reprochará nada.

-¿Y cómo te sientes con eso?.- volvió a preguntar cubriendo con sus manos los vestigios de mi mano lastimada.
-¿Con qué?
-Con ser mamá también de Ale.
-Bueno la verdad al principio pensé que si me lo había propuesto por compromiso, pero.- suspiré.- cada Viernes deja que la niña venga a casa y nos deja nuestro espacio juntas, y jugamos en sí es como si de verdad fuera mi hija, aunque sufro mucho cuando viene por ella en la noche, pero la veo todos los días aunque ese día es nuestro, es especial.
-Con razón ya estabas dormida cuando vine.
-¿Cómo?.- La verdad que cada pregunta que me hacía Vero me hacía quedar en blanco.
-Pues que mañana es Viernes supongo que por eso te dormiste temprano hoy ¿No es así?.

Maldición con todo esto se me había olvidado que era verdad, mañana vendría mi hijita, y Dios tenía que decirle a Vero que se fuera o ¿Tendría que hablar con Diana?, Tenía que saber que tenía pareja.

-Dale no te preocupes, es mejor que duermas.- Vero acarició mi rostro para luego darme un beso en la frente.- creo que ya te he provocado suficientes emociones por esta noche.

Nos acomodamos para dormir, quedando frente a frente pues no sabía si debía abrazarla o si ella quería abrazarme, como odiaba los nuevos comienzos, pues aunque ya conocías a la persona debías empezar de nuevo.

-¿Te gustaría conocer a mi hija?.- solté sin más.
-¿De verdad?.- preguntó perpleja
-Mmm si, claro si quieres, sino yo entiendo todo es nuevo y quizá te parezca muy pronto
-No, no por eso sino que bueno moría de ganas por preguntar y ya que lo mencionas me encantaría.- interrumpió entusiasta.- De hecho si quieres puedo traer a Michelle para que jueguen, son casi de la edad.
-Claro digo yo encantada.
-Vale mañana saliendo del Cole venimos para acá.

Había quedado sorprendida creí que Vero se molestaría por no haberle contado antes esto, pero me parecía una magnífica idea que la conociera y sobretodo convivir más con su hijo pues hasta ahora nunca había convivido como tal.

Por la mañana desayuné con Vero y me dispuse a arreglar la casa, ya que pasaría a recoger a Dianita al kinder y luego iríamos a buscar a Vero a su casa.

-Hola guapa.- me saludó al abrir la puerta Vero.
-¿Ya lista?.- respondí saludandola de beso.
-¡Michelle apúrate ya nos vamos!.- gritó al interior de la casa.- Tu perdonarás le dije que iríamos a jugar a tu casa y ha querido llevar un montón de juguetes.
-Nombre no te preocupes.
-Oh pero que descortés Anilla,¿Que no me piensas presentar a esta bella niña?.- dijo Vero mientras se agachaba a saludar a Dianita.