Un viejo amor

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-Diana no estoy segura ¿Y si mejor nos regresamos? Si quieres te invito a comer.-dije casi suplicando.
-Anda, ya estamos aquí y Coque es tu amigo no le querrás quedar mal.- me dijo Diana para darme ánimo.

La verdad hacía unos meses que no había vuelto a ver en persona a Verónica desde que la dejé llorando en su casa, claro que cada noche había un sentimiento de querer llamarle y a veces hasta de ir a su casa y pedirle nuevamente que nos olvdasemos de todo, pero no ella por otra parte no hacía más que acaparar las portadas de las revistas con quién era su pareja.
Diana por otra parte desde aquella noche en mi oficina se había vuelto en una verdadera amiga, pasábamos ratos muy amenos, pero también me tocaba escuchar su llanto cuando me contaba como iba la demanda de divorcio. Era más bien mi única amiga mujer y por eso siempre la invitaba a reuniones pues de vez en cuando hace falta una mujer que te entienda con quién echar chisme e incluso criticar a la gente, esta vez no fue la excepción pues Coque me había invitado al festejo de su aniversario de casado, y también sabía que había invitado a Verónica pues el mismo me lo había dicho cuando me llamó por teléfono, al principio accedí pues estaba dispuesta a aparentar que seguía con mi vida y que incluso era más feliz, pero al llegar a su casa entró el sentimiento de no poder aparentar eso pues en cuanto la viera querría acercarme a saludarla y saber que había Sido de su vida más allá de lo que decían los matutinos.

Diana no tenía idea de porque no quería entrar a la reunión, de haberlo sabido me pregunto si igualmente me hubiera dado ánimos para entrar o me hubiera apoyado a salir corriendo de allí, de igual forma ya no había vuelta atrás, todos estaban en el patio trasero de la casa, había música de jazz amenizando, sonidos de copas chocando y risas fingidas de los presentes, toda una escena tan formal que me daban ganas de romper con la formalidad, el sol quemaba inclemente y me preguntaba cómo todas esas personas no sudaban, yo ya sentía la necesidad de acercarme a un ventilador o algo así.
Coque y Mina estaban en pleno jardín, el pasto estaba verde y al pisarlo se sentía tan suave aún con zapato de tacón.

-Coque.- saludé emocionada.
-Anita cariño que gusto que vinieras.- se acercó a saludarme de beso.
-Mina muchas felicidades.- saludé de beso a su esposa.

Sinceramente siempre la noté un poco tensa conmigo, siempre nos saludábamos por mera etiqueta, y yo si intenté ser su amiga también, espero muy en el fondo de mi ser que Coque nunca le haya dicho lo que hubo entre nosotros porque entendería a medias el porqué no me habla y sonríe tan... así.

-Espero no te importe pero traje a una amiga.-dije tocando el hombro de Diana.
-No que bah mucho gusto...-hizo una pausa Coque expectante.
-Oh.- rió nerviosamente Diana.- Diana Verónica Paredes, soy vestuarista de Ana.
-Pues bienvenida.- estrechó su mano Coque.- Ya le hacían falta amigas mujeres.- todos reímos forzadamente.
-Anita mi niña.- Interrumpió mientras se acercaba a nuestras espaldas Marco Antonio Muñiz el papá.
-¿Cómo está señor?.- extendí mis brazos para abrazarlo.
-Mejor al ver a mi ex nuera.- rió, vaya si hacía esos comentarios enfrente de Mina ahora entiendo porque la mujer no me soportaba.
-Que cosas dice.- reí
-Mira pero ven ven que aquí está otra amiga tuya.
-¿Cómo dice?.- pregunté extrañada
-Si la señora Castro es amiga tuya ¿No?, Ven no seas tímida acompáñame a saludarla.- tomó de mi brazo.

Sabía que en algún punto de la reunión tendría que saludarla pero realmente no estaba listo para hacerlo tan pronto, así que puse un poco de resistencia lo malo de no contarle todo a tus amigos es que hay situaciones en las que los necesitas y como no entienden el inconveniente no hacen lo que hoy se conoce como “paro".

-Nombre no se preocupe yo iba a hablar aquí con Coque.- reí mientras acariciaba mi cabello.
-No te detengas Anita ve nosotros también debemos saludar a otros invitados.- intervino Mina y por la mirada que me echó comprendí todo.
-Si vamos Ana hace mucho no la ves.- remató Diana.

Lo que hubiese dado porque la tierra me tragara en ese preciso instante, no me dió más tiempo de debatir, pues Mina se llevó del brazo a Coque, y mi ex suegro (hay que risa decirlo yo) me dió el brazo en señal de que me acompañaba mientras que Diana nos seguía.
Mi corazón palpitaba tan fuerte incluso más que la primera vez que me acerqué a ella sin saber que era ella, y si las piernas me temblaban, y de tan saliva que pasé me quedé seca, mis cachetes temblaban por lo cual mi sonrisa se mantuvo, de no haber caminado del brazo y con la mala fortuna que a veces me cargó juro que me pude haber caído.
Ahí estaba ella radiante y perfecta como siempre, con un vestido rojo que entallaba la silueta con toque de pintor que tenía, su cabello perfectamente alaciado, y un gran círculo de personas a su alrededor acaparando si atención con preguntas y elogios de su apariencia, no fue hasta que ella alzó la mirada que entre tanta gente nuestras miradas se encontraron, y me perdí en el verde mirar de sus ojazos, y una vez más era como si nadie estuviese ahí, y mi corazón latió aún más fuerte,y mis ojos se abrieron como platos dejando así al descubierto la ventana de mi alma que solo ella podía leer y yo leía la suya, pues aunque no me lo dijera si expresión era exactamente la misma que la mía y no podía estar pensando en otra cosa más que en las mismas que albergaban mi pensamiento en aquellos instantes.

-Ana.- se acercó a saludarme presurosa.
-Vero como te va.- segura de mi misma le saludé de beso en la mejilla, percibiendo así el olor que emanaba de su piel y que casi olvidaba.
-Que gusto volver a verte, te ves muy bien.- seguía sin quitarme la vista de encima.
-Vero querida ¿como estás?.- la saludó Marco.
-Ahora mucho mejor.- me dirigió la mirada.- ¿Y usted?
-Bien enrealidad solo venía a abrirle campo a Anita pero ahora las dejo para que hablen.

Marco se fue y las personas de nuestro alrededor también se disiparon entre la multitud, no sabíamos de que hablar, sentía que éramos extrañas otra vez, pues no le diría que la perdonaba pero tampoco podía ser como antes cuando éramos amigas,pero no lo negaré quería robarle un beso en ese preciso momento.

-Señora Castro que gusto volver a verle.- dijo al fin Diana saludandola con entusiasmo.
-¿Diana verdad?, Igualmente para ti.- saludó distraída Verónica.- No sabía que...
-Diana y yo nos hemos hecho muy amigas últimamente.- sonreí con seguridad a la vez que abrazaba por la espalda a Diana- ¿Y tú pareja no vino?.
-Vendrá al rato
-Ah.- contesté a modo de reproche.- siguen juntos.
-Si de hecho salen en revistas y uf.- dijo Diana feliz de contarme la noticia.
-Bueno es que con tantos compromisos no había visto.- dije por disimular.

Pero en verdad que un viejo amor no se olvida y en este caso tampoco se alejaba de mí, pues a quien le gusta admitir cuando un ex le sigue gustando y más cuando toca olvidarse de ellos siendo que hacían falta cosas por vivir, por amar y tan repentinamente pasa que te das cuenta que quizá no había tanto amor como creías, si algo así era lo que me pasaba al tenerla tan cerca y tan lejos a la vez.

-Vero mi amor.- apareció de pronto Omar.

Quien le plantó tremendo beso en los labios a Verónica haciendo que todos los presentes aplaudieran al ver en vivo a...“La pareja del año”, y la aglomeración se acercó a ellos dejándonos al fondo a Diana y a mi, al igual que mis deseos de que ella lo dejara allí mismo cosa que no pasó, y que hizo que Diana y yo nos retiraramos de la reunión.

Pasé a dejarla a su casa no sin antes darle las gracias por haberme acompañado, estaba lloviendo y llegué a mi casa en la noche después de haber dado un paseo en coche para tratar de despejar mi mente, y al llegar lo primero que hice fue aventarme en el sillón de mi sala con ganas de quedarme dormida y no pensar en nada más, mi mano sobre mi cabeza y teniendo las imágenes de aquel encuentro tan vividas en mi cabeza.

-¡Lupita!.- voz de mujer alterada al otro lado de la línea.
-¿Diga?.
-Papá está muy mal, creo que lo vamos a internar acá en la clínica del pueblo.
-¿Qué? ¿Quién es?.- dije desesperada mientras me sentaba correctamente en el sillón.
-Lupita mija soy yo.- cambió la voz femenina ahora era mi madre.- Tu papá está muy mal creo que lo debemos hospitalizar.
-¡¿Pero qué tiene que pasa?!
-Es de la diabetes mija.- se cortó la voz de mi mamá.

Y la desesperación entró en mi, pues estar tan lejos de ellos, y ya para que mi madre me hablara para decirme que mi padre estaba grave era porque realmente era grave.

-Cuelgale.- se oyó decir a mi padre al otro lado de la línea.
-¡No espera mamá! Voy para allá

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