Te lo pido por favor 1

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Un minuto, en si creemos que no cuenta, que nada pasa en ese tiempo, pero piénsalo en un minuto nacen 250 bebés en el mundo, 116 parejas se unen en matrimonio, y así podría seguir nombrando las cosas que pasan en un minuto en todo el mundo, y así como no es lo mismo permanecer bajo el agua un minuto que hacer el amor, tampoco lo es cuando tú vida está en riesgo, cada segundo cuenta, cada decisión es importante y esos 60 segundos se vuelven los más importantes pues definen todo, y no nos damos cuenta de ello hasta que llega la situación en que desearía poder detener el tiempo para pensar.

-Ana que bueno que llegas.- me saludó presuroso mi cuñado.
-¿Pero qué pasa? No entiendo nada yo....

Estaba alterada y desesperada, con toda la adrenalina corriendo en mis venas mis manos me temblaban, el cansancio ya no existía en mi cuerpo, y podía sentir como mi corazón latía; después de haber colgado con mi madre había tomado un vuelo para casa, no estaba segura de lo que pasaba y para mí desfortuna en aquel enteraras no existían los teléfonos celulares para seguir comunicados y que alguien me diera razón de lo que pasaba con mi padre, quien según mi madre se encontraba mal, pero había reunido las fuerzas suficientes para pedir que me colgará el teléfono, no entendía y no por los altercados que había tenido antes con él quería decir que no me importara, al contrario lo hacía y mucho, por eso debía ir.

-Lleva toda la noche vomitando, llamamos un doctor y dijo que era por la diabetes, pero nos aconsejo hospitalizarlo.- volvió a decir mi cuñado.
-¡¿Y qué están esperando?!.- grité.
-A la ambulancia, no tenemos auto y...
-Sabes que tú me vas a ayudar necesito que lo subas al auto que tengo afuera y lo vamos a llevar al hospital.

No dije más pasé hasta la que era recámara de mis padres, ahí estaba mi madre y una de mis hermanas atendiendo a papá con el malestar.

-Haber mamá dame permiso por favor.- dije imperativa.
-¿Pero qué haces Lupita? Estamos esperando...
-¡No hay tiempo mamá!¿No ves como está?.- miré a mi cuñado.- ayúdame.
-No yo no me muevo de aquí y mucho menos contigo.- dijo con pocas fuerzas con tos mi padre.

Juro que no estaba así de histérica porque sí, la diabetes es algo muy delicado pues hasta donde yo sé cuándo se suben los niveles de insulina en el cuerpo de una persona con diabetes, son pocos los minutos que se tienen para salvarles la vida, sí quizá no era la razón del porqué él estaba así, no era médico para saberlo pero no quedaría en mi el averiguarlo.
Mi cuñado me obedeció supongo por la cara de desquiciada que traía, mi madre subió al auto conmigo, y conduje como nunca antes al hospital, el más cercano estaba a tan solo unos minutos, pero no quería actuar por pánico más del que ya estaba sintiendo así que aceleré un poco más y lo llevé al de la capital, si bien no era como si estuviese en la Ciudad de México, era mejor que la clínica de la casa.
Me estacioné en la sección de emergencias, y pronto salieron unos camilleros, bajé y ayudé a mi madre, uno de ellos hacia preguntas que yo no alcancé a escuchar de eso se encargó mi madre, todo pasó tan rápido, que en un abrir y cerrar de ojos todos corríamos detrás de la camilla, hacía el interior del hospital.
Mi madre traía cara de angustia y miraba hacia el techo, supongo que rezaba, a mi padre le habían puesto una mascarilla con oxígeno, y ya no hacía el esfuerzo por rechistar, los camilleros se enfocaban, eran 3 pero estaban perfectamente sincronizados y cada quien sabía cómo actuar.

-Hasta aquí solo puede pasar una acompañante.- se detuvo frente a una de esas puertas corredizas uno de los camilleros.
-Y alguien debe firmar la entrada al hospital del paciente.- interrumpió una enfermera que se encontraba a un lado en recepción.

Seguro mi padre no tendría ganas de verme, además que si primero lo revisarían no había persona más indicada que mi madre para dar ciertos datos, y yo quería correr con todos los gastos para quitarles la preocupación, (un segundo, dos segundos), podía escuchar el segundero correr del reloj de la recepción.

-Ve tu mamá, yo firmaré la entrada y ahorita te veo.
-¿Segura mijita?.- me miró a los ojos mi madre agobiada.
-Anda ve.

Apreté fuerte su mano y asentí con la cabeza hasta verlos seguir recorriendo el largo corredor que no se a donde los llevaría mientras mi madre sostenía la mano de mi padre, pues a pesar de todo eran el uno para el otro, y a quien no le duele ver qué su ser amado está en esas condiciones.

-Señorita la molesto si llena este formulario.- interrumpió mis pensamientos la enfermera.

No leí bien, solo contesté en base a los datos de mi seguro, quería terminar lo antes posible porque a veces necesitan hacer algún estudio y los hospitales no proceden a hacerlo sino están los permisos que sinceramente creía que no hacían más que quitar el tiempo.
Las horas pasaron, pasé de sentarme a esperar a no parar de caminar por toda la recepción, quería un cigarro en aquellos instantes, pero no saldría de allí hasta tener noticias, nunca fui de comerme las uñas, nunca entendí como es que lo hacen algunas personas, no sé cómo no se me caía el cabello de tanto que lo acaricié con mis manos, no paraba de beber agua y luego doblar el cono de papel en mil partes como si de eso dependiera algo. Respiré y me apoyé en la pared para tratar de calmarme, no había reparado que tenía una presentación en Tijuana en unas horas, así que pedí prestado un teléfono en recepción para llamar a Diana, pues además de mi amiga podía comunicarse con manager.

-¿Diana?.- respondí desesperada en cuanto comenzó la llamada.
-¿Quién es?
-Soy Ana, escucha necesito que me hagas un favor.
-Claro dime.
-Mi papá se puso mal, no se que tiene lo traje al hospital y no ha salido creo que lo están revisando, necesito que cancelen la presentación de Tijuana.
-Pero Ana, llevamos casi...
-¡Diana por favor! Necesito que me apoyes.

En eso ví a mi madre salir de uno de los corredores que intersectaban con la recepción, creo que me estaba buscando.

-Ahorita te llamo Diana.- colgué sin esperar respuesta y me acerqué a mi madre.
-Lupita.- me abrazó fuerte.
-¿Qué pasó mamá? ¿Papá está bien?.
-Lo van a operar tenías razón era una emergencia.

Nunca la Vi desbordarse así en llanto, y sabía perfectamente que ella no lloraba porque lo fueran a operar y estuviera asustada, ella sabía cuánta era la gravedad, y a mi me daba miedo preguntarle pues tenía miedo a la respuesta que todos cuando hemos estado en esa situación no queremos escuchar....la muerte, si bien a veces es liberador que te lo hagan saber antes de estar imaginando mil escenarios en la mente, en esos instantes prefería no preguntarlo ni oírlo de sus labios.
Me quedé helada sin corresponder el abrazo tan fuerte que ella me daba, solo escuchaba sus sollozos, y yo no quería más que salir corriendo a verlo, necesitaba verlo necesitaba decirle...

-¡Papá!.- grité.

Estaba en una camilla, con sus ojos cerrados, y bata de hospital, con suero y enfermeras llevándolo al quirófano, pero al gritar detuvieron su paso.

-Papá.- volví a decir y me acerqué a tomar su mano.

Era tan raro para mí tomarla pues nunca lo había hecho, sentir sus manos callosas de tanto trabajar para darnos alimento, frías, y fuertes como suelen ser las manos de un hombre, y casi del mismo tamaño que las mías ¿En qué momento crecí, en qué momento me separé tanto de él?.

-Necesitamos llevarlo al quirófano.- me dijo una de las enfermeras.
-Lo sé, prometo que seré breve ¿Si? Por favor.- dije suplicando y con lágrimas en los ojos.
-De acuerdo.- contestó.
-Papá, tienes que salir, tienes a tus hijos, tienes una esposa, no nos puedes dejar ahora, no me puedes dejar así, tenemos mucho que hablar mucho que perdonar, por favor sal, por favor, sino es por mi hazlo por ella, por tu demás familia, pero no los dejes nunca te lo pido por favor.

Lo ví irse, y hubiese dado lo que fuera porque aquel minuto que lo tuve a lado mío hubiese durado más necesitaba pedirle perdón, necesitaba decirle muchas cosas y tener la certeza de volverle a ver, no quería que esa tan rara pero hermosa primera vez que junté nuestras manos como cuando pequeña, fuera la última al contrario quería que fuera la primera de muchas.

Cómo yo te amé Where stories live. Discover now