Por Amor Al Arte

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¿Recuerdas el instante en que te diste cuenta que no era simple atracción lo que sentías por aquella persona especial? O que como en mi caso no era una confusión o etapa pasajera de auto-descubrimiento sino que verdaderamente te dabas cuenta de lo que te gustaba.

Algunas personas no perciben el momento en que dejó de ser una atracción simplemente aparece ese sentimiento y ya, pero para otros incluso con el más mínimo gesto te das cuenta que verdaderamente te sientes feliz con la persona amada, de pronto toda la soledad que solías sentir desaparece y piensas que todo lo puedes y no necesitas de nada más para poder ser feliz, que básicamente si no hablas con la persona tu día es un día perdido te das cuenta...que tienes enfrente a la chica o chico de tus sueños.
La mayoría de las veces la gente mayor que tú te dice que eres bonita y que seguro llegará un hombre que te corteje pero, ¿Y si no fuera un él, si fuera un ella?, La gente mayor nunca te habla de eso pues se piensa que por de fault todo en la vida es hombre y mujer.
Pero cuando te gusta alguien y esto es correspondido y va adquiriendo mayor compromiso entre los dos que a pesar de cualquier oposición se aman y quieren estar juntos, es cuando uno se plantea si debería decirle a los padres que ese amor que te haría sentir por las nubes del que tanto te hablaban en la pubertad llegó pero no es un él sino un ella.

Después de aquella noche al estar encerrada en la misma habitación que Vero en la fiesta de la señora Socorro, me di cuenta que ya no sentía una simple atracción, fue un todo fue su mirada y el haber sostenido su mano toda la cena lo que me hizo darme cuenta que ya estaba enamorada de Vero, pues cuando Coque me propuso ser amantes inmediatamente lo mandé a volar, pero con Vero yo quería seguir a pesar de las adversidades, nunca habíamos pasado más allá de un beso pero la quería y la quería bien.

-¿Segura que me quieres ver ensayar?.- pregunté mientras colocaba el cabello de Vero por detrás de su oreja izquierda.
-No hay cosa en el mundo que me enamoré más que verte ahí cantando y triunfando.- replicó ella quien me abrazaba mientras ponía sus manos en mi cadera.
-Vale trataré de acabar pronto y luego podríamos ir a comer a la casa si quieres.
-Mmmm.- hizo un gesto pensativo.- ¿Y antes de irte no hay un premio para mí?.
-¿Ahora?.- pregunté coqueta.
-Mjmmmm.- asintió con la cabeza.

Miré que nadie viniera pues nos encontrábamos en la cabina del estudio de grabación, y una vez segura le di un beso de pico tierno en sus labios.

-Toma.- me extendió un kleenex
-¿Para qué?.- pregunté extrañada
-Te dejé un poco de labial.- me susurró al oído.

Pase el kleenex con suaves golpecitos sobre mis labios para que se difuminará el color rojo del labial de Vero.
Ensayé tres canciones en las cuales no podía ponerle el sentimiento correcto que merecían pues estaba feliz de ver la atención que me ponía Vero, se interesaba mucho por ver cómo trabajaba y eso me hacía querer olvidarme de todo y mejor irme con ella, pero definitivamente tenía que pensar en mi carrera pues ese último año había estado lleno de emociones para mí corazón por la impetuosa llegada del amor a mi vida.

-Voy por mi bolso y nos vamos.- dije mientras habría la puerta de mi despacho una vez terminado mi ensayo.
-Si si te espero no te preocupes.- dijo Vero quien ya me esperaba afuera de mi despacho.

Al abrir me encontré con Diana Verónica quien traía a la bebé en brazos y unos documentos.

-Diana mujer ¡Qué gusto verte!.- saludé sorprendida al verla.
-Señora el gusto es mío.- saludó nerviosa mientras acomoda de nuevo a la bebé en sus brazos.
-¿Y como está mi pequeña favorita?.- dije tiempo que me acercaba a verla.
-Creciendo jaja dentro de poco ya no podré cargarla así
-Se parece mucho a ti, felicidades Diana.- dije sonriente.
-Hola.- entró Vero a saludar melodiosamente.
-Ay mira Vero te presento a Diana Verónica, mi vestuarista.
-Que gusto tocaya.- sonrió Vero.
-Nombre el gusto es mío soy una gran admiradora de su trabajo en televisión.- dijo atónita por la emoción Diana.
-Muchísimas gracias que linda.- volvió a sonreír como lo suele hacer en televisión.-¿ Es su bebé?.
-Si así es
-Felicidades es muy bella.
-¿Verdad que sí Vero?.- dije emocionada mientras firmaba los documentos que había traído Diana.
-Yo tengo un hijo un poco más grande que ella, quizá sean buenos amigos en el futuro.
-Sería un honor.- replicó Diana.
-Bueno nosotras nos vamos pero cuídate mucho Diana y a esta bebé preciosa.- interrumpí mientras caminaba hacia la puerta.

Nos despedimos las 3 y tuve la impresión que Diana y Vero se habían caído bien a pesar de haber intercambiado solo algunas palabras.
A Vero le gustaba que yo manejara pues decía que le encantaba ver la manera en que acariciaba el volante con una mano cuando girábamos, a mi me gustaba verla mientras estábamos en los semáforos y se perdía en sus pensamientos pues su semblante era totalmente angelical.
Hacía tiempo había despedido a mi señora del servicio pues no quería que sospechara de tantas visitas de Vero a la casa y de las altas horas de la noche en las que se iba, por lo tanto la parte alta de mi casa estaba hecha un desastre pero trataba que la parte baja estuviera siempre impecable.
Pedimos una pizza pues casi no nos gustaban las formalidades nos gustaba la espontaneidad.

-Ay no se que voy a hacer.- dijo Vero riendo
-¿Por qué?.- contesté riendo también.
-Mis hijos quieren ir de vacaciones de Navidad a Acapulco otra vez.
-¿Y? Seguro es hermoso pasar por allá esas fiestas.
-¿No me estás entendiendo verdad?.- puso su mano sobre mi mano que disponía a dar un sorbo a mi cerveza.- Ana quiero...

En eso sonó el teléfono de la casa, rara vez sonaba pues no ha muchas personas les daba mi número.

-Espera un momento, seguro es Alberto o algo así pero ya ves como se pone que cree que luego "no somos Amiguis".- dije al tiempo que me ponía de pie y lo imitaba con la tonada de su voz.
-Dale contesta.- rió
-¿Bueno?
-¡Lupita Araújo!

Al escuchar las primera sílabas sabía de quién se trataba y sentí un hueco en mi estómago mientras la sonrisa de mi rostro poco a poco se desvanecía para darle más seriedad a lo que iba a pasar a continuación, la voz era de una mujer estaba molesta y preocupada, y no era para menos.

-Mamá ¿Cómo está?.- saludé seria y Vero me hizo la seña que iría a la cocina para darme privacidad.
-¡¿Cómo quieres que esté?! Si hace más de medio año no sé de mi hija más que lo sale en las noticias.
-Yo... De verdad lo siento...he estado ocupada y perdón madre.

Cómo se me había olvidado todo este tiempo hablar con ella, era evidente que estaría preocupada pues la única vez en que duré dos años sin hablarle fue cuando joven me fui a Tijuana y prometí no volver hasta llevarle mi primer disco grabado.
Todo este tiempo en el fondo sabía el porqué la estaba evitando pues una madre con tan sólo oír el tono de voz y que le menciones a alguien se arma tremenda historia en su cabeza que suele tener toques de verdad pero también de mentira, no estaba lista para entablar una conversación con ella pero tampoco podía colgarle el teléfono ¿Pero en qué estaba pensando? Algún día la volvería a ver y por más que ocultara lo que me pasaba Vero sería ese secreto que ocultaba y se me salía en una sonrisa.

-¿Vas a venir en Navidad o mejor no pongo tu plato en la mesa?.- me preguntó reprochando mi madre.
-Si madre...- tome aire.- ahí estaré para Navidad.

Colgué el teléfono y Vero ya venía de la cocina, la miré por ella estaba dispuesta a todo pero necesitaba saber que tanto compromiso en la relación tenía yo de su parte.

-Verónica.- dije fríamente.
-Ay Anita pero no me digas así que me asustas.
-Vero necesito saber....¿Qué tan seria es nuestra relación?.
-¿Por qué lo preguntas?.- rió nerviosamente mientras se volvía a sentar en la sala.
-Contéstame.
-Sé que como tal no hemos puesto un título a nuestra relación y que el único que sabe porque nos vió fue Alberto pero...te quiero Ana quiero está contigo y por eso respeto nuestro noviazgo.
-Eres totalmente correspondida.- dije un poco más tranquila.
-¿Bueno y por qué la pregunta?
-Vero... Debo ir a Guamuchil.- me acerqué a ella.- debo hablar con mis padres.

No hizo falta que dijera más, las dos sabíamos a qué me refería, nos quedamos viendo fijamente a los ojos y después de un silencio abrumador.

-Te acompañaré.- dijo Vero mientras me tomaba la mano.
-No, no es necesario...
-Somos dos en la relación y ya te he dicho que tienes todo mi compromiso.- me interrumpió.
-Es algo que debo hacer yo... Es mi decisión decir lo que quizá hace mucho debí, porque quiero un futuro contigo debo decir...

Cómo yo te amé Where stories live. Discover now