Solo quiero ser amada

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Despertar y saber que eres correspondida en el amor, definitivamente es la mejor sensación del mundo, porque te hace sentir bella, que todo se puede y que es posible un mundo mejor, es la única manera de sentir que se retrocede en el tiempo a esas épocas de la adolescencia cuando apenas de comienza a conocer lo que es el amor, claro que esto solo es posible cuando te das cuenta que es mucho más que una simple atracción lo que se siente por la otra persona.

El sol de la mañana que acariciaba mi rostro me despertó, los pájaros cantaban y algunos sonidos de los autos pasando afuera de la casa se escuchaban, creo que era tanto mi enamoramiento que nunca me había percatado de lo bello que era despertar hasta ese día.
Me estiré sobre la cama aún con los ojos cerrados, quitando poco a poco las sábanas de mi cuerpo: respiré lo más profundo que pude y sentí mi cuerpo revitalizarse con el oxígeno que entraba, incluso noté el olor a manzana canela que rociaba en mi recámara para que fuera agradable el olor.
En eso llamaron a mi cuarto, era Carmelita.

-Buenos días señorita.- dijo mientras colocaba un vaso de jugo de naranja sobre mi buró.
-Muy buenos días Carmelita.- la saludé sonriente mientras me sentaba en la cama.
-Discúlpame si la he despertado pero, la señora de anoche está en el recibidor, dice que viene a verla.

Yo en ese momento abrí los ojos como platos, y sentí un cosquilleo en mi estómago, no pude evitar sonreír sutilmente, ya que apenas despertase y estuviese lista le iba a llamar a Vero para vernos, pero el pensar que ella una vez más había tomado la iniciativa de verme me emocionaba, no podía perder ni un instante más.

-¿Pero que haces aquí Carmelita? ve a atender a la señora y yo bajo en 5.
- Oh sí si señorita, pero no viene sola.
-Ah chinga.- ¿Con quién venía?
-Viene con sus hijos, a quienes los senté en el comedor de la cocina para que desayunaran.
-Bueno bueno no importa anda vete.

Bueno no todo puede ser así de perfecto, ella tenía responsabilidades y yo lo comprendía perfectamente, igualmente si ella estaba en el recibidor y los chiquillos en la cocina tendríamos un poco de privacidad.
Me lavé los dientes, y me cepillé mi cabello con el peine cosa que nunca hacía ya que creía que se me veía bien acomodado con solo pasar mis dedos, me puse un poco de polvo y labial.
Quizá habían pasado solo 2 minutos pero yo tenía una increíble prisa por bajar y ver su rostro que con una sonrisa iluminaba mi mundo.
No reparé en ponerme ropa decente, así que bajé en camisón con mi bata de seda de noche, traté que tuviera un poco de escote que notará, claro que no se veía como el de ella aquella vez, pero cuando uno está enamorado no piensa y solo quiere verse linda y a la vez sensual para la persona.
Bajé las escaleras casi corriendo, y ahí estaba ella dando un sorbo a una taza de café, al verme colocó sobre la mesa de centro la taza y se puso de pie, con su ya amada sonrisa.

-Holaa.- saludé con sonrisa de oreja a oreja
--Anilla ¿Cómo estás?.- dijo saludándome de beso.

No lo pudimos disimular, yo estaba embelesada con su presencia, y tal cual el objetivo ella se quedó perdida en la pequeña abertura del escote.

-Sientate por favor.- dije al cabo de unos minutos.
-Oh claro claro.- dijo volviendo en sí.- Espero no te moleste Anilla es que pasaba por aquí antes de dejar a mis hijos a la escuela y...
-La verdad.- me asomé hacía la cocina para ver qué no nadie viniera.- Desde que te fuiste ayer no he parado de pensar en ti.- susurré.
-Yo no he dormido de la emoción.- su rostro se había pintado de mil colores.- en cuanto se despertaron he venido a verte porque tan sólo quiero estar contigo a cada instante por más mínimo que sea.

Mordí mi labio, porque aunque ella era musa de los pensamientos que brotaban de lo más profundo de mi ser, ella por instinto decía algo aún más bello que me robaba las palabras y que me imposibilitaba el no sonreír.

Cómo yo te amé Where stories live. Discover now