Vámonos 2

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Mi madre me pasó mis cosas, realmente no había mucho que me importara tanto como para volver a aquella casa, solo la guitarra mía pues realmente era mi acompañante en todo momento.
Permanecimos en silencio un buen rato, mi mente no paraba de darle vueltas a lo que le había dicho a mi padre, quizá había Sido muy radical con tremendas palabras que use, después de todo el no había dicho nada ni bueno ni malo era evidente que sentía el shock de haberse levantado un día después de Navidad y escuchar una confesión de ese tipo en labios de su hija. Creo que después de eso nuestra relación se había quebrado aún más, la primera brecha se abrió aquel día que decidí irme a vivir con una de mis hermanas para poder cumplir mi sueño...un sueño que ahora es mi realidad, ser una cantante y muy famosa.

Era una tarde de primavera, mi hermana había venido de visita a la casa con su marido, no llevaban mucho tiempo casados, pero yo le había expresado mis deseos de viajar a Tijuana para probar mi suerte allá, creí que lo tomaría a broma o que ni siquiera me haría caso, pero aquella tarde antes de partir, le dijo a mi padre que si así él lo consentía yo podía vivir en casa suya, estudiar y que ellos me cuidarían como a una hija:

-¡Pues no Guadalupe no vas y es mi última palabra!.- gritó dando un golpe a la mesa del comedor mi padre.
-¿Por qué no? Ya soy mayor de edad y puedo hacer lo que se me venga en gana.- dije seriamente.
-Mientras vivas bajo mi techo no será así.
-Pues si me voy ya no sería así yo suyo pues ya no vería por mi.
-Mira Guadalupe si te vas...-hizo una pausa mi padre por la exaltación.- si te vas no quiero que regreses.
-Pero...- interrumpió mi madre afligida.
-Pues bien si así usted lo dispone yo no tengo más que alegar, un hombre no será un obstáculo para que yo cumpla mi sueño.- claro que me dolía decir eso pues prácticamente mi padre me estaba echando de la casa y yo no tenía certeza de que era lo que pasaría.- No sabrán de mi hasta que traiga a casa mi primer disco grabado.- sentencié tajante.

No olvidaba aquella conversación pues apartir de ahí la relación con mi padre no volvió a ser la misma, y ahora está mañana al hablarle así y con aquella confesión para mí estaba prácticamente en la basura, no había manera que pudiera remediarse, pero claro que me dolía causarle tantas penas pues después de todo le debía quien era hoy, una mujer que a pesar de mis preferencias era hecha y derecha.

-¿Cómo te sientes?.- interrumpió Vero mis pensamientos.
-Bien bien gracias.- dije dispersa en lo que volvía en sí.
-Yo no quería causarte ningún tipo de problemas con tus padres.
-Pierde cuidado que no ha Sido tu culpa, tu me has pedido que les dijera de lo nuestro.
-Lo sé...yo no te lo he pedido y por eso es de admirarse más.- respiró profundo.- Tu has hecho algo que ni yo he tenido el valor de hacer...les has dicho a tus padres que me quieres, y que es algo serio, has luchado por esta relación.
-Bueno...es que yo en un futuro si quiero...- me detuve pues no quería que Vero se sintiera presionada a lo que quería decirle.
-En un futuro...- volvió a repetir ella.
-¿Quieres que te cante una canción?.- acaricié mi cabello y acomodé mi guitarra.
-¿De veras?.- sonrió emocionada.
-Que no somos iguales...Dice la gente....

Estando con ella no me hacía falta nada más, aquella escena quedaría grabada para siempre en mí, pues la carretera estaba vacía solo ella y yo en el camino, ambas compartíamos un cigarrillo que era una manera de darnos un beso indirectamente al poner mis labios donde ella antes los había posado, mi guitarra haciéndome segunda y yo dedicando canciones de amores imposibles pero que a pesar de todo se vivirían, la neblina del camino era tenue, y el frío que hacía yo no lo percibía pues estando con ella todo pasaba a tercer término.
Sabía que el regreso sería bastante largo pues había que llegar a la Ciudad de México y llevábamos a penas 2 horas de camino, y no quería que aquel viaje terminará nunca, y poco a poco se fueron consumiendo los cigarros, y mi garganta se resecaba, más era mayor la satisfacción de ver la cara iluminada de Vero con mi música, de haber tenido una cámara le hubiése tomado tantas fotos, pero no hay mejor cámara que la memoria, eran recuerdos que quedarían por siempre allí.

Nuestra primer parte del viaje nos tomó 9 horas pues al parecer Vero había tomado un vuelo en Guadalajara y había rentado un auto, no quisimos llegar de una vez pues a pesar que nos turnamos  al manejar ambas estábamos cansadas, Alberto tenía una casa allí, así que le llamé y me dijo que podía quedarme allí.

Al llegar el canto de los grillos sonaba, la noche estaba completamente estrellada, y la luna era llena como siempre que acontece algo importante en mi vida, el aire frío y limpio se impregnaba en mis pulmones, estaba lloviendo cuando llegamos, y naturalmente no traíamos paraguas.
Las dos corrimos hacia el pórtico de la casa dejando las maletas en el auto, tenía miedo que Vero cayera por la lluvia así que la tomé de la mano para corre juntas, su mano estaba fría y una vez cobijadas por el techo del pórtico la miré nunca la había visto así, con gotas de lluvia sobre su cabello, hasta parecía que alguien las había colocado así, su nariz ligeramente colorada por el frío, y su tez más blanca que de costumbre, traía una sonrisa de oreja a oreja, y al notar que la veía nuestras miradas se encontraron, dicen que cuando dos personas que se aman se miran a los ojos por unos segundos sus ritmos cardíacos se sincronizan, y yo sentía como el mío poco a poco se aceleraba.
Vero se acercó a mi, puso su mano derecha sobre mi pecho y me dió un beso suave y rápido, se alejó solo un poco para ver mi reacción y al notar que para nada era de mi desagrado volvió a besarme de la misma manera pero con la diferencia que está vez duró más tiempo y yo hacía lo posible por corresponder con el mismo amor aquel beso.

Cómo yo te amé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora