Usted

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Todo en esta vida tiene un principio y un porqué de las cosas, nada pasa así porque sí, el sentimiento de atracción hacia Vero lo reconocí en el mismo instante que nuestras miradas se cruzaron por vez primera, para mí era fácil identificarlo pues no era algo nuevo en mí, diferente totalmente pues dos amores no se pueden comparar por más que se quiera, pero nuevo repito en mí no era.

Habían pasado unas semanas ya desde que la señora Socorro me había invitado a la celebración de su cumpleaños, aún no daba mi respuesta sobre si iría o no, y no era por payasa ni mucho menos, pero en verdad que me costaba el mirarle a los ojos sin sentir que le mentía, pues sentía que ella en mi ponía su confianza y tenía una imagen de mi que ahora era totalmente errónea.

-Ya Anita di que sí que aparte me hace mucha ilusión saber que estarás en momento tan especial para mi familia.- suplicó Vero mientras lamía su helado.
-Es que si por mí fuera diría que si, pero ya te he dicho que siento tremenda pena al verla.
-Ya ya, me veo en la necesidad de ofrecerte algo a cambio.- mordió su labio y me sostuvo la mirada, sabía que no había mayor encantó en la vida que ese.
-Ah si ¿Cómo qué?.- pregunté coqueta mientras raspaba con mi cuchara un poco de la bola de mi helado.
-Mmmm.- hizo ademán de un beso.

No podíamos ser tan explícitas pues habíamos decidido al fin salir a un restaurante aunque no pudiesemos tener la misma privacidad que solíamos tener en mi casa.

-Buenas tardes ¿Interrumpo?.- dijo una voz fina de dama a un lado de nosotras.

Tardé un poco en volver a mi misma después de fantasear con la propuesta que me hacía Vero, cuando al fin me giré, me di cuenta que había una señora con unos ojos de lo más inocentes posibles, cabello rubio bien peinado y planchado, con un porte digno de una dama de su categoría...si era ella Vikki Carr.
Y todos esos quebrantos,angustias e inquietudes volvieron a mi mente como un torbellino, imágenes iban y venían, mi semblante sufría un colapso al verla pues por un lado me extrañaba la sensación de no sentir la necesidad de abrazarla como antes, pero a su vez era un amable recuerdo de cuando me di cuenta que hetero hetero no era.

Recuerdo la tarde que la conocí, para mí en aquel entonces el sol brillaba más que antes, y al verla me quedaba sin palabras y buscaba una cosa que me hablara de ella, sentía esa necesidad de quedar bien con ella y estar ahí, ella tenía cierto toque maternal que me hacía sentir segura al estar con ella, hablábamos de todo un poco, y siempre me demostraba su completo apoyo para cualquier situación, en poco tiempo nos hicimos más unidas.
Cómo en todo caso yo estaba muy confundida pues al principio creía sentir admiración por su trabajo y por su calidad de persona, poco a poco me di cuenta que no era una ídola para mí sino mi primer amor platónico.
Tenía miedo de contarle a alguien lo que me pasaba a su lado, mi cuerpo no reaccionaba y tenía “tics” nerviosos todo el tiempo con ella enfrente, creo que ahí fue donde empecé a tartamudear al hablar fluidamente.
Cada que la veía la boca se me secaba, y unas ganas horribles de querer salir corriendo al baño me invadían.

No fue hasta tiempo después que se me ocurrió contarle a Alberto lo que me pasaba como si fuera el Dr. Corazón, quería que el me confirmara lo que me subconsciente me decía: “me gustan las mujeres”, a veces es todo lo que necesitamos escucharlo en palabras de alguien más, no dejamos de darle vueltas al asunto en nuestra cabeza y de pronto todo comienza a cobrar sentido, el porque te gusta ir a la heladería y que te pongan dos sabores de helados, el porqué estabas cerca de cierta maestra, o simplemente que cuando creías que una mujer era tu ídola porque según tú era un ejemplo a seguir, realmente era una atracción lo que sentías.
Y así fue, al contarle antes de entrar en detalles al ver el nerviosismo de contar hasta el más mínimo detalle de nuestras pláticas Alberto ya sabía que me gustaba Vikki, me lo dijo sin rodeos como es su costumbre aunque yo al principio me indigné, después me di cuenta que la respuesta siempre estuvo enfrente.

Según yo Vikki tenía ciertos comportamientos para conmigo que me hacían pensar que ella podía sentir una misma atracción por mí.
No podía dormir de la emoción, y un día preferí no temerle al éxito y expresarle todo lo que sentía, no se quién me metió en la cabeza la idea de que es buena idea no esperar tanto hablar de frente y llegar y decir que básicamente han cambiado tu manera de ver la vida y que estás terriblemente enamorada.
Cuando le dije esto a Vikki lejos de molestarse o alejarse de mi, una vez más con esa bondad que tiene en su mirada y el instinto maternal, me dijo: “Ana no dudo que sientas algo hacia mí, pero no creo que sea amor, eso es una palabra muy fuerte, creo que solo se puede decir cuando conoces las virtudes, defectos y manías de la persona amada, los conoces y aunque muchas veces no te gusten o sepas tolerarlos los aceptas y no te importan pues sabes que todo eso es un conjunto de la persona que amas, es quien es estás dispuesta a todo, así como la otra persona te ama y acepta es ahí cuando puede llamarse amor, sin embargo, creo que lo que tú sientes por mí es una atracción que es el primer paso hacia el enamoramiento, pero me temo no puedo corresponderte, y no es que no seas maravillosa, mírate cualquiera hombre o mujer tendría la inmensa suerte de que tú le ames, pero no soy yo”.

Aún recuerdo tal cual sus palabras, porque en su momento casi me pongo a llorar ante tal explicación que me acababa de dar, si bien esperaba que me dijera que sentía lo mismo, no esperaba tal apoyo ante una posible negativa, después de eso me abrazo quedando yo en su pecho, y ella me hacía una especie de piojito en mi cabello.
Usualmente cuando alguien te batea te dice que te seguirá hablando normal y que nada en su relación cambiará, lo cual es mentira algunas veces pues nada vuelve a ser igual por más que se hable, pero ella me ofreció su discreción, apoyo y que seguiría nuestra amistad, lo cual hasta ahora había Sido totalmente cierto.

Al verla aquella tarde en el restaurante sentí una paz pues la veía ahora como una amiga, y me daba cuenta que estaba completamente enamorada de Vero pues a pesar de tener a un viejo...amor platónico enfrente mío ya no sentía nada por ella, así que estaba en el lugar correcto con Vero quien era mi presente en esos instantes y quién quería que estuviera allí...en mi corazón mucho tiempo más para poder decirle “Te amo”.

-No para nada que interrumpes mi amiga, te presento a Verónica Castro, la mejor actriz que vas a encontrar.- dije al fin poniéndome de pie.
-Mucho gusto Vero.- le extendió la mano sonriente Vikki.
-El gusto es mío...
-Discúlpenme enrealidad ya iba de salida pero al verte Ana quise saludarte.- interrumpió Vikki.
-A mi me alegra que lo hayas hecho.- dije satisfecha.
-Tienes que contarme después quien es él causante de esa paz y felicidad que irradias amiga mía.
-Gracias por todo Vikki sin ti quizá no me hubiera atrevido una vez más.- desvíe la mirada ligeramente hacia Vero.
-Cuidate pequeña.- dijo tiernamente despidiéndose de beso Vikki.

La Vi salir del restaurante totalmente tranquila pues sabía que lo que alguna vez sentí fue pasajero, pero que me había abierto camino para identificar lo que sentía por Vero.

-¿Y cómo dices que se llama la güera esa?.- preguntó Vero celosa.
-Jaja ya no tiene importancia a ella le debo este ahora.- dije sonriente.
-Bueno entonces qué ¿Vas a aceptar o no?.
-Dile a tu mami que ahí estaré.
-Que bueno porque va a ir toda la familia y..

Dios en cuanto dijo toda la familia dije que acabo de hacer no solo tenía que mentirle a ella sino a toda la familia, “Ay Lupita sólo a ti se te ocurre” me dije a mi misma, pues estaba temerosa de todo lo que podría pasar.

Cómo yo te amé Where stories live. Discover now