Pensar en ti 2

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La duda y la incertidumbre son una de las peores cosas que puedes llegar a sentir, no podía más, me sentía avergonzada por lo que había pasado con Vero, quizá todo este tiempo había Sido de una u otra manera una simple confusión de mis sentimientos hacia ella, pero no me culpo, era totalmente nuevo lo que sentía, parecía una completa idiota cuando estaba con ella, y el sonrojar de mi rostro con solo verla era inevitable.
Por otra parte Vero aunque también era diferente cuando estaba conmigo, pero bueno es que ella se dedicaba a ser actriz claro que era amable con todos.
Mil dudas y teorías pasaban por mi mente, mientras me encontraba recostada con mi mano sobre mi cara, era increíble cuánto drama podía crear en mi mente por algo que ni yo misma sabía explicar.

-¿Ana?.- Era mamá Coco quien llamaba a la puerta.- La cena está servida querida por si gustas bajar.

Dios, no tenía cara para bajar y ver a todos yo sólo quería salir corriendo por haber actuado como idiota todo este tiempo siendo que quizá no era correspondida en mi sentir, pero no podía ser así de grosera, todos pensarían que era bipolar o algo así.

-Gracias, ahora bajo muy amable.- alcancé a decir con el hilo de voz que me salió.

Me levanté presurosa y llamé una vez más a Alberto, no me gustaba molestarlo pero era mi mejor amigo y en el único en el cual podía confiar, él era la clase de amigo que llamarías si estás celebrando algo, pero también que sería tu cómplice en cualquier situación.

-¿Qué pasó ahora Lupita?.- contestó del otro lado de la línea Alberto con tono retórico
-Es que..- pensé en colgar y solucionar mis problemas como la mujer madura que se suponía que era.
-Ya era broma mija, ¿Cuéntame qué pasa?
-Pues es que mamá Coco me acaba de llamar a la cena, pero no tengo cara para bajar, me siento avergonzada.
-Ay pues si nada más le cortaste la inspiración del momento no es como que la hayas visto, además pues sólo son amigas.

Cierto,no tenía caso seguir sufriendo siendo que solo éramos amigas, aunque llevábamos meses de conocernos, no éramos tan íntimas amigas.

-¿Verdad Lupita?.- dijo atónito Alberto.- ¿O acaso sientes algo más que amistad por ella?.

Me había tardado demasiado en contestar, y Alberto no era nada tonto sí bien no sabía que era lo que realmente sentía por ella, no podía negar que había un sentir que no necesariamente era amistad, pero no podía decirlo y menos en esos momentos.

-Ay Lupita, es que como te digo ella siempre me dió la impresión de no ser tan tan straight ¿Me entiendes?, Pero la verdad no sé.
-Ya déjate de payasadas, sólo me quedé callada por las barbaries que dices, pero ya tienes razón bajaré como si nada.
-Esooo, muy bien por ti.
-Bueno, luego te llamo...y gracias porque sé que siempre puedo contar contigo.
-Nombre mija no es nada, pero eso sí dile a este Hugo Sánchez que ya no me llame para saber de ti, ya van como 3 veces que me llama para que le diga dónde estás.

Maldición Hugo era tan tierno, y a la vez me desesperaba que siempre quisiera saber de mi, no me gustaba contarle a todos que tenía la intención de que él fuera el padre del hijo que tanto anhelaba tener, porque en sí no teníamos una relación formal, pero tal parecía que quería informarle a todo mi círculo de amistades.

-Ah si no te preocupes en cuanto pueda le llamo para decirle que te deje.-Contesté
-Vale reina cuídate.

Me dirigí al baño para lavarme la cara y pasarme el cepillo por el cabello, me cambié la ropa a una un poco más fresca por el calor que hacía, despejé mi mente y me dirigí al comedor donde habíamos desayunado esa mañana.
Todos ya estaban tomando sus asientos, y casi nadie había notado que yo ya estaba ahí.

-Ana, ay.-dijo Vero al verme mientras repasaba con la mirada los lugares de la mesa.- mira siéntate acá.

Señaló el único lugar que quedaba vacío, el cual estaba enfrente de ella. José Alberto sé acomedió y me retiró la silla para que me pudiera sentar.

-Mira ya lo debes conocer, pero te presento a Luis Miguel.- dijo y señaló al hombre que se sentaba justo a su lado izquierdo.
-Ana Gabriel, un gusto conocerle.-estrechó mi mano el joven.

Apenas si lo pude saludar,por la vergüenza que sentía, y en el fondo un poco de celos,por como la miraba y como la tomaba de la mano libremente, sin ningún tipo de prejuicios.
La verdad me hubiése gustado que LuisMi me cayera mal, pero en verdad que era de esa gente simpatiquisima que te hacían reír de casi todo y que tenía una de esas personalidades que tanto aman las mujeres de un hombre seguro.

La cena iba bien, comíamos salmón con vino blanco, a mi lado se había sentado José Alberto y de mi lado derecho Cristian, quien al igual que yo disimuladamente no dejábamos de mirar como LuisMi miraba a Vero, era una mirada llena de sensualidad y ternura, como tomaba su mano cada que podía y como Vero disimuladamente la apartaba al notar nuestras miradas clavadas en ella.

-Bueno la velada ha Sido maravillosa, muchas risas y la comida deliciosa como siempre pero.- hizo una pausa mientras daba un sorbo a su copa de vino Cristian.- Bueno no debo ser el único que se pregunta ¿Mamá tu y Luis son pareja?.

Las risas cesaron, yo dejé delicadamente mi tenedor sobre el plato, y pasé el último bocado de mi postre, no pensé que a todos nos interesará saber lo que ocurría, pero todos los miramos. Luis tomó su servilleta y antes de hablar se limpió cuidadosamente mientras veía a Vero, quien ligeramente desvío su mirada hacia mí, pero no pudo sostenerme la mirada.

Mi corazón latía ante la adrenalina se saber cuál sería la respuesta, la cual mi razón me gritaba y mi corazón pedía a gritos saber y escuchar de la viva voz de alguno de los dos oír.

-Jaja.- rió nerviosamente Vero.- Bueno siempre creí que me lo preguntaría mi madre no mi propio hijo.- volvió a reír Vero y todos seguíamos expectantes ante la respuesta.
-Bueno...Vero.- comenzó a hablar Luis.
-Permíteme Mickey, es mi hijo a quien yo debo responder.- interrumpió tajante Vero.

La tensión se sentía en el ambiente, Cristian miraba desafiante a Luis, mamá Coco seguía disfrutando su postre pero a la vez no dejaba de mirar a Vero con esa mirada de madre que te dice que está esperando; por su parte Beatriz y José estaban emocionados ante la posible respuesta, y yo me encontraba con los ojos abiertos como platos, con la respiración agitada y la sensación de cosquillas en el estómago.
Luis bajaba la mirada, y Vero respiraba hondo para dar la respuesta; habían pasado solo unos segundos en esto que acabo de narrar, pero parecían minutos interminables ahogados en un silencio abrumador, tenía que hacer algo o moriría víctima de la ansiedad.

-Si sientes que es algo muy personal, me retiro a mi pieza, gracias por la cena.- dije mientras me levantaba de mi silla.
-No, Ana siéntate por favor.- me dijo Vero con un ademán en señal que esperara.- También quiero que lo sepas tú.- me miró directamente a los ojos.

Me volví a sentar, porque la mirada de Vero me había intimidado incluso más que cuando le tiré la copa de champagne.

-Mickey y yo no tenemos una relación sentimental, yo no podría estar con él siendo casi una criatura.- dijo al fin Vero mirándonos a todos los presentes.

Sentí como el oxígeno y el alivio volvían en mí, pero Luis inmediatamente miró a Vero en modo de desaprobación.

-¿Qué me estás diciendo?.- preguntó él sacado de onda.
-Perdóname, la paso muy bien cuando estoy contigo, pero no es más que una utopía.-dijo Vero retirando la mano que Luis le sostenía.

Confusión, silencio, miradas retadoras y en un  parpadear ambos salieron a hablar fuera de la casa.

Sentía la necesidad de protegerla, como ella había hecho conmigo.
Lo último que escuché fue el sonido de un auto alejarse, pero no había nadie afuera.

Cómo yo te amé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora