Y aquí estoy

830 78 118
                                    

Mayo 2004

-¿Bueno?
-Diga
-Si quería ver si me podían comunicar a la habitación de la señora Verónica Castro por favor.
-Permítame un momento.

Silencio, 1...2...3...4...5...

-Mire en el sistema me aparece que la señora Castro fue dada de alta hace tres días.
-¿Qué?
-Si salió el Jueves por la noche.
-¿No sabe a dónde fue?
-Disculpe no estamos acostumbrados a preguntar a los pacientes ¿Usted es familiar...

Colgué la llamada, me levanté del sillón poniéndome mis sandalias, de la mesita de la entrada tomé las llaves del auto, y azoté tras de mi la puerta de mi casa, encendí el auto y salí sin siquiera ver si venía algún auto; conduje todo el periférico por la lateral para evitar el tráfico; movía mis piernas del nervio mientras mordía por dentro mis mejillas, oía como algunos autos me sonaban el claxon por la manera tan imprevista en la que me les metía a algunos, pero mi vista solo iba enfocada al frente.
En una de esas me pasé un alto lo que ocasionó que un auto me golpeará levemente en la cajuela, no negaré que todo mi cuello se movió y me dolió un poco, pero ni por eso frené, al contrarió aceleré, faltaba poco por llegar al Pedregal, al llegar a la casa frené de imprevisto, había una lona colgada en la reja que decía: “Se renta", mi corazón comenzó a latir más rápido.
Bajé del auto, ni siquiera bajé mi bolso, dejé las llaves pegadas, toqué el timbre una vez y lo volví a tocar repetidamente hasta que salió la señora del servicio.

-¿Si?.- preguntó extrañada.
-¿Está Verónica?.- pregunté aún moviéndome.
-No señorita desde que se fue a lo de su operación no ha venido por aquí.
-¿Te ha dejado algún recado?.
-Ninguno.

Subí nuevamente al auto, y volví a acelerar directo a mi casa, de tanta saliva que pasaba por los nervios mi boca se había quedado totalmente seca, ya no había tanto tráfico así que me fue más fácil y rápido llegar; dejé el auto afuera no me tomaría mucho tiempo estar en mi casa. Abrí la puerta y adentro me esperaba Tatiana.

-Hola Ana.- saludó alegremente al verme.
-Hola.- respondí por instinto sin siquiera mirarla mientras me disponía a subir las escaleras.
-¿Te pasa algo?
-Si mira ahora no puedo atenderte debo ir a Acapulco.
-¿A Acapulco, para que?
-Mira.- me detuve a mitad de la escalera levantando mi mano por la desesperación.- No me hagas tantas preguntas debo ir a buscar a Verónica seguro está allá, no he sabido nada de ella en días porque precisamente estuve ocupada ayudándote y viendo lo de mi estudio y ahora no se dónde mierda esta.
-Ana mírate cómo estás, no eres tú pienso que deberías calmarte y pensar bien las cosas...
-Mira Tatiana ahorita no tengo tiempo y no necesito que me calmes, ¿No entiendes que no sé nada de mi esposa?, No sé si ella está bien yo no sé.- grité desesperada.
-Corazón, si ni ella te ha buscado es por algo ¿No crees? Quizá no quiere hablar...
-Lárgate de mi casa ahorita no te quiero ver.- volví a gritar.
-Pero...
-Que te vayas.

Me miró con tristeza en sus ojos y luego sin decirme nada se marchó, pero mi cuerpo comenzó a vencerse, tenía unas inmensas ganas de llorar ante tal frustración, al querer creer que era mentira lo que había dicho Tatiana, pero que siendo sinceras tenía un poco de razón, bajé a toda prisa y marqué el número de la casa de Beatriz, 1...2...3...4...5...6

-¿Bueno?.
-Beatriz que bueno que contestas.- dije desesperadamente.
-Ana yo....
-No me digas nada solo quiero saber ¿Dónde está Verónica, está bien?.
-Ana, necesito que respires te escuchas muy exaltada.
-No necesito calmarme dime dónde está y eso me calmará.- interrumpí aún más desesperada.
-Mi hermana salió bien de su operación, fue dada de alta casi de inmediato, pero me pidió que no te llamará
-¿Que pe pero porque?
-No puedo decirte nada, solo no me hagas esto más difícil Ana yo solo quise decirtelo por la amistad que hay entre nosotras pero no se supone que lo haría.

Cómo yo te amé Where stories live. Discover now