I Will Survive

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Toda ruptura siempre y cuando fue importante de alguna u otra manera duele en lo profundo de nuestro ser, por más que queramos ser fuertes hay algo que duele, Verónica no era la excepción en mi, pues aunque en mi había coraje al no poder competir contra él y que Vero no me dijera su plan también me dolía pues con ella me había ilusionado, por ella estuve dispuesta a dejarlo todo si así ella me lo hubiése pedido, teniéndola a ella no me hacía falta nada en la vida, todos esos meses a su lado descuide mis otras relaciones, Alberto y yo ya solo hablábamos de fiestas en las que pudiéramos ir las dos, a Coque lo había perdonado después del numerito que armó la última vez, al pobre de Hugo no le respondí las llamadas después de haberlo corrido de mi casa, y me daba cuenta que no hay que dejarlo todo por la pareja pues un día así sin más te dejan y te sientes tan sola, tampoco podía recurrir a mis padres pues no hablaba con ellos, no tenía rumbo alguno, y sentía que mi mundo se venía abajo pero no podía llorar por ella pues no fui yo quien había fallado a esa relación.

Decidí ir a mi oficina haber si entre las cuentas del fisco mi mente se entretenía y quitaba de mi pensamiento las cosas negativas.
Siempre he creído en las señales del destino, las personas todas las que ahora están en tu vida llegan por una razón.

-Señora ya me voy a retirar solo venía a despedirme ya que ya no hay nadie más en el edificio.

Era Diana Verónica, siempre se quedaba trabajando hasta tarde y como cortesía se despedía de mí, yo no me atrevía a cruzar más de media palabra por el miedo de preguntar acerca de cómo se sentía por lo del divorcio, pues aunque hacíamos buena mancuerna trabajando sabía que era un tema delicado y yo no podía aconsejarle pues hasta ahora nunca había vivido un divorcio.
Fue ahí cuando comprendí que ella estaba ahí conmigo las dos teníamos el corazón partido por las personas que queríamos, naturalmente las situaciones eran distintas y no tenían punto de comparación.

Nunca fui buena para hacer nuevas amistades, siempre hacia el oso total, recuerdo cuando conocí a uno de mis mejores amigos por los años 70, fue en un fiesta de mi compañía disquera, a penas iba a probar mi suerte allí. Olga Breeskin fue quien nos presentó:

-Mira Anita te voy a presentar a alguien que ahorita está uf súper de moda, solo por fa no la vayas a regar ¿Eh?.- Me dijo Olga mientras exhalaba el humo de su cigarro.
-Dale ¿Pero quién es?.- respondí tratando de ver a la multitud que se encontraba en la fiesta.
-Haber vente.

Tomó mi muñeca y me dirigía entre la gente siempre me encantó la elegancia con la que se dirigía y siempre no tengo ningún recuerdo de ella en el que no estuviera fumando, me hacía sentir como si yo aún fuese una niña. Recuerdo que se detuvo al llegar a un círculo donde había varios hombres trajeados del mismo color, todos bebían y se reían, Olga tocó el hombro de uno de ellos.

-Hola querido.-saludó de beso a uno de ellos.
-Olga que placer ¿Cómo estás?.- respondió el caballero.

Cómo no reconocerlo al instante con esa cabellera ondulada, era alto y con barba de candado, no pude de la emoción pues en el país era bastante conocido.

-Bueno es que quiero presentarte a alguien Marco.- dijo Olga.
-¡Mujer es el Buki!.- grité sin esperar a que ella me presentará.

Al ver la reacción de todos me di cuenta de tremendo oso que acababa de hacer, pues claramente prefería que le llamarán por su nombre, y a mi no me quedó más que sonreír pero ya no de emoción si no por pena.

-Por eso deja que yo hable primero mi vida.- me susurró Olga igualmente apenada.
-Marco Antonio Solis, ahora el Buki.- echó una carcajada él y todos le seguimos.- ¿Y usted?.-me extendió su mano.
-Ana Gabriel mucho gusto.- tomé su mano.

Y con tan sólo ese contacto visual, con la mirada suya que era tan llena de romanticismo y seguridad y la mía que apenas podía alzarse pues era de los primeros osos que hacía y verdaderamente quería que la tierra me tragara, supe que quería su amistad para toda la vida.

Es por eso que conocer personas nuevas y sobre todo en fiestas no se me da del todo bien, y los pocos amigos que tengo valen la pena pues a pesar de las primeras impresiones me quieren tal y como soy.
¿Alguna vez han sentido la rara sensación de querer hablarle a alguien y ver si podría haber una amistad?, Pues esa sensación me invadió al ver a Diana ahí parada con la cara agotada aparentando que no era así.

-Espera Diana.- alcancé a decir en un impulso.
-Dígame señora.
-¿En qué habíamos quedado?
-Discúlpeme es cierto.-rió nerviosa.- Dime Ana.
-Bueno si me lo permites creo que necesitas una amiga con quién hablar, y curiosamente yo también necesito una.-dije segura de mi misma pues a final de cuentas las dos teníamos el corazón herido.
-Tienes razón.- soltó un suspiro.
-Anda pasa, a menos que tengas prisa lo cual yo entendería.
-Tengo todo el tiempo del mundo, hoy Mari dice que se quedará con Dianita así que no tengo mucha prisa por llegar a casa.- tomó asiento.

Exactamente sentía lo mismo, ningún interés por llegar a casa, en donde estaría más sola y todo me recordaría a ella, no tendría en que ocupar mi cabeza, y Diana me daba la impresión de que podría ser buena compañía y quizá resultaría una linda amistad.

-¿Gustas un trago?.- pregunté mientras sacaba de mi cajón derecho una botella de tequila.
-¿Usted toma?.- preguntó con asombro.
-Ay mija pues yo creo que todos ¿Que no?.
-Tiene razón.

Le serví un caballito de tequila y lo tomamos aún cuando raspaba la garganta pues no teníamos limones, no no atrevíamos a decir nada, solo observabamos como rellenaba los caballitos, y como en segundos desaparecían en nuestras bocas, poco a poco fue raspando menos la garganta y la euforia del momento me hizo cuestionar.

-¿Cómo te sientes con lo de Mario?
-Yo sabía que un día iba a terminar no se cómo no terminó antes.- se empinó el trago
-¿Por qué lo dices?.
-Pues éramos jóvenes y no me di cuenta que quizá tenía mucho que explorar, muchas personas que conocer.- me sostuvo la mirada.
-Salud por eso.-chocamos los caballitos.
-Me di cuenta que... No le quería del todo, y él no colabora mucho con la bebé.
-¿Te ha tratado mal?.- me acomodé en la silla indignada.
-No, osea si gritos y ajá pero cree que solo es mi deber cuidar a la niña, y yo trabajo para que ella esté bien, para que no se le haga pesado a él y mire.- vio la botella y rió.
-Lo lamento de verdad.- tomé su mano en señal de apoyo.- pero ahora tienes una amiga con la que puedes contar.
-Usted es una persona espectacular.- ya comenzabamos a arrastrar las palabras.- osea me dió trabajo me deja traer a mi hija, a Mario le subió el sueldo y lo líquido bien, el hombre que la tenga es muy afortunado.
-Ja.- reí y mordí mi labio mientras acariciaba mi cabello.- si vieras que me dejaron sin avisar.
-¿Qué?, Quien hizo eso está mal de su cabeza.

Era gracioso como estábamos ahí en una oficina en el corazón de la ciudad, con media luz que llegaba del corredor y de mi lámpara de escritorio, con media botella de tequila, sincerandonos como si ya fuéramos amigas de tiempo, pero en verdad aunque es raro si hay personas que las sientes tan cercanas a ti, y esas son las que vale la pena tener en la vida.

-¿Quieres escuchar música?.-pregunté
-Claro.

Me levanté de mi asiento y puse la radio justo estaba sonando “I Will survive”.

-Mejor canción no pudo haber sonado.- dijo ella.
-¿Te gusta?.
-¡Me encanta!
-First I was afraid
-I was petrified

Ambas nos pusimos de pie y como adolescentes nos pusimos a bailar y cantar la canción nos olvidamos de afinar la voz era simplemente el dolor que sentíamos saliendo sin permiso.

-Dios que liberador.- dijo ella
-¿Sabes que a la de 3 vamos a gritar una confesión jalas?
-Va va va
-Ella me dejó por otro.-grité
-Lo dejé porque ya no le amo.- gritó ella.

Y aunque lo dijimos al mismo tiempo escuché lo que ella dijo y viceversa.

-¿Ella?.- preguntó Diana
-¿Ya no lo amas?.- pregunté

Cómo yo te amé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora