Capítulo 3: Miles away

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¿Por qué de todas las mentiras que podía decir se me tuvo que ocurrir que me gustaba el pelmazo de Richard? Oh por Dios, el karma es una mierda.

Lo supe en el momento que cerré mi casillero en los dedos de su mano derecha.

–Ay, cómo lo siento– exclamo al escuchar su quejido; sus dedos sangraban.

–¿Por qué lo cerraste con tanta fuerza?– me cuestiona él sosteniendo la mano lesionada.

–¿Por qué tenías la mano ahí?– lo cuestiono ahora yo.

–Se te estaba cayendo una hoja y quise alcanzártela.

–Oh, vaya, en serio lo siento. Déjame que te acompañe a la enfermería.

Sí que tienes suerte, Valerita. Uh, quizás logres que se enamore de ti y entonces ya no tendrás que mentir.

Él asiente y lo acompaño. Mientras la enfermera lo curaba, aproveché para mirarlo. Ya que supuestamente estaba enamorada de él, tenía que buscar algo que realmente pudiera destacar.

Y sí que lo había logrado: Richard tenía unos preciosos ojos verdes, piel color aceituna y unos rizos oscuros que podría estar tocando por horas. De pronto me encontré a mí misma preguntándome cómo se sentiría abrazarlo y que me rodeara con sus musculosos brazos.

¿En serio, Valerie? ¿Estás pensando en abrazarlo? Algo debía estar mal conmigo definitivamente.

–Si querías comerme con la mirada me hubieras dicho, no era necesario dejarme en la enfermería– dice y me percato que estamos solos.

–¿Dónde está la enfermera?– pregunto apartando la mirada.

–Se ha ido a buscar al director, lo acaba de decir.

Mierda, sí que me había sumido en mis pensamientos.

–Lo siento, estaba distraída.

–¿Está todo bien?– pregunta y no puedo evitar mirarlo. Sus ojos me escrutan intensamente y no soporto sostenerle la mirada.

–¿Por qué lo preguntas? Yo debería de preguntártelo a ti.

–Porque estás triste.

Lo miro confundida. ¿Cómo se había dado cuenta de que estaba triste? Ni siquiera Sophie lo había notado.

–No estoy...

–Oh, ni siquiera lo intentes– me interrumpe riendo antes de que pueda completar mi mentira–. Siempre mantienes la compostura, te escondes detrás de ropa bonita y zapatos. Pero hoy no.

–¿Estás queriendo decir que hoy estoy fea?– pregunto ofendida. Aunque en realidad intento ocultar mi sorpresa por sus palabras.

Richard era un año más grande que nosotros, pero había perdido un año así que estábamos iguales. Nunca habíamos mantenido una conversación más que cuando en tercer año tuvimos que hacer un trabajo de inglés juntos.

–Por supuesto que no, eso sería imposible, además– 911 mi corazón está entrando en paro–. No sé qué es específicamente, pero no luces como siempre. Me doy cuenta que estás triste.

–Yo... eh...

Quiero pronunciar una palabra, pero se atoran en mi garganta queriendo salir todas juntas. Afortunadamente, llegan el director y la enfermera.

–Lerner– me nombra enojado–, ¿qué le ha hecho a su compañero?

Ok, no sé si era muy afortunado que viniera.

–Ha sido mi culpa, director Jung– dice Richard rápidamente, ganándose una mirada de confusión de mi parte–. Yo la quería molestar y ella no me vio.

–¿Eso es así?– me pregunta el director y yo asiento sin entender muy bien lo que está sucediendo.

–De acuerdo, dejemos esto así. Pero que no se vuelva a repetir– dice dándonos una mirada de advertencia.

Salimos de la enfermería y lo increpo.

–¿Qué ha sido todo eso? ¿Por qué le has mentido?

Él se limita a levantar los hombros y negar con la cabeza.

–No quería meterte en problemas por algo sin importancia. Además, te has disculpado un montón de veces.

–Te lo agradezco. En serio.

Los pasillos estaban desiertos y el camino hacia el salón de matemática se hizo incómodo, ¿justo teníamos que compartir la misma clase? Toco la puerta y la profesora nos abre con cara de pocos amigos.

–No son horas de llegar a clase.

Richard le extiende el papel que le había dado la enfermera y nos deja pasar sin decir una palabra. Siento la mirada de todo el mundo en nosotros, creo que nunca había sentido tanta vergüenza en mi vida, de seguro mi rostro estaba colorado.

–Lerner, ¿usted por qué estaba en la enfermería?– me pregunta cuando me siento en el asiento de la primer fila, el único que quedaba libre.

En serio que el karma era una mierda.

–Yo... yo accidentalmente herí a mi compañero y lo acompañé a la enfermería– dije totalmente avergonzada–. Es por eso, profesora.

Asintió de mala gana y siguió explicando el tema de la clase. Saqué mis cosas rápidamente y empecé a tomar apuntes de lo que decía.

Miré a mi derecha y Richard tenía problemas para anotar por su mano, por lo que me apiade de él y le dije que después le pasaría mis apuntes. Me dio una sonrisa encantadora y seguí anotando.

Ay, Valerie, cómo te gusta meterte en problemas.

La clase terminó y le entregué mis apuntes a Richard. Me agradeció y me levanté de mi asiento. Sentí que alguien me tomaba del brazo y me arrastraba hacia afuera. Me doy vuelta para ver de quién se trataba y veo a William como nunca lo vi: la vena de su cuello parecía estar por estallar, su expresión era dura y el agarre de mi brazo empezaba a doler por la fuerza que ejercía.

–William– lo llamo, pero me ignora–, me estás lastimando. Ya suéltame.

Siguió ignorándome hasta que llegamos detrás de las gradas de la cancha de fútbol donde finalmente me soltó.

–¿Qué rayos te sucede?– le grito furiosa– ¿Cómo se te ocurre agarrarme así?

–¿Qué hacías con él, eh? ¿Qué hacían fuera del salón?

Él nunca me había hablado así y sentí miedo por primera vez a su lado. Mis ojos se llenaron de lágrimas; nunca creí que él podría tratarme así, no él.

–Lo que yo haga o deje de hacer no es de tu incumbencia– digo con la voz dura–. No vuelvas a agarrarme así nunca más.

–Respóndeme, Valerie– exigió sin cambiar su postura–. No sabía que eras esa clase de chica que se entrega tan fácil.

Instantáneamente mi mano estampó contra su rostro.

–No quiero que vuelvas a acercarte a mí nunca más, William– dije con una voz que ni siquiera sabía que tenía–. No eres más mi amigo, ni siquiera te reconozco, no puedo creer esto.

Me di la vuelta y corrí lejos de él. Podía escucharlo llamarme; mi nombre salía en un quejido arrepentido de sus labios, pero ya era demasiado tarde, ya me había lastimado.

PerdidaWhere stories live. Discover now