Capítulo 22: seven

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Narra Jackson**

Voy a agarrar a esa pequeña doctora rubia y la voy a estrangular.

¿Cómo se le ocurre montar semejante espectáculo? Estoy rezando a todos los dioses y santidades que existan para que no me echen de este hospital con ella.

Coloco al bebé en brazos de su madre y cuando me voy a desarmar en disculpas, frente al jefe de cirugías debo aclarar, el padre me detiene con un gesto de la mano.

—Yo sé que acaba de suceder algo completamente extraño y que de seguro no ven todos los días, pero creo que esa es mi sobrina, la hija de mi hermano gemelo. Y creo que no la puedo culpar por lo que acaba de suceder, yo... yo estuve muchos años alejado de mi hermano y sólo me enteré que había perdido la custodia. Hace 18 años que nadie en mi familia sabía algo de ella.

—Ve a buscar a la doctora Lerner— me indicó el jefe mientras seguía intentando calmar las aguas que Valerie había revuelto.

¿Cuál es el lugar más estúpido en el que puede llegar a esconderse una persona en un hospital? Exacto, el helipuerto que se encuentra en el techo.

Subí las escaleras, abrí la puerta y, en efecto, ahí estaba. Parecía que sus brazos no eran suficientes para cubrir su cuerpo y los espasmos indicaban que estaba llorando.

¿Por qué tenía yo que buscar a esta niña y encima consolarla? Ah, sí, porque quería conservar mi trabajo y todo dependía de ella.

—Sabes que es el lugar más peligroso de todo el hospital, ¿no?— le pregunté, asustándola.

Bien, estaba actuando muy apropiadamente en el día de la fecha. Si no llegan a despedirnos, hará exámenes rectales por tres meses mínimo.

No me respondió, sino que apoyó su barbilla entre sus rodillas y se quedó mirando a la nada. Me armé de paciencia y me senté frente a ella, bloqueando su vista hacia la nada.

Jamás había estado tan cerca de ella. Debía admitir que tenía bonitos ojos, lástima que estaba loca.

—Mira— dije empezando a hablar, apartando la mirada de ella. De alguna forma lograba desconcentrarme—, sé que hace menos de una hora te dije que no me interesaba absolutamente nada de tu vida privada, pero mi trabajo y el tuyo están en riesgo. Así que dime por favor que tienes una buena historia para salvarnos el trasero.

Narra Valerie **

El doctor Monroe me miraba esperando una respuesta, pero no sabía si podía dársela.

—Es una larga y complicada historia— le confesé—. Haré todo lo posible para que no pierdas tu trabajo.

—Cuéntamelo, confía en mí.

Este trabajo era mi sueño, y este hospital el mejor lugar en el que lo podía cumplir. No podía perderlo, no podía irme sin, al menos, una buena carta de recomendación. Así que, en el techo del hospital, le conté a prácticamente un extraño aquello que jamás le había dicho a nadie.

<<Por favor, imagíname en el bosque antes de aprender que es la civilización>>

—Cuando nací tenía un problema en el corazón, no era muy grave, pero tuvieron que hacerme unos estudios— empecé a contar, intentando encontrar aquellas palabras que había guardado por tanto tiempo—. Así que, cuando los doctores terminaron y le permitieron a mi padre volver a la habitación con mi mamá, ella... ella se había ido, nos había abandonado.

Ni siquiera intenté evitar que las lágrimas no salieran porque sabía que era inútil, no tenía sentido ocultarlas cuando estaba contando lo más doloroso que había vivido.

—Mi padre me odió, me echó la culpa a mí de que ella se hubiera ido. Que, si él no hubiera tenido que irse conmigo, la habría convencido de quedarse. No la hubiera perdido. Así que mi abuela tuvo que hacerse cargo de mí porque él simplemente me odiaba. Y ese odio fue creciendo con los años porque, aparentemente, soy igual a ella y eso lo enfurecía más.

Para mi sorpresa, Jackson posó su mano sobre la mía y me dio un apretón para reconfortarme. Extrañamente, eso me dio fuerza para seguir mi relato.

—Pero pasó lo que yo sabía que iba a pasar: mi abuela murió y mi padre tuvo que quedarse conmigo. Antes de eso, quizás lo veía una vez cada tres meses, y en ese momento tuve que empezar a vivir todos los días de mi vida con él.

<<Y he querido decirte que creo que tu casa está embrujada; tu padre siempre está molesto y esa debe ser la razón>>

—Yo intentaba hacer todo lo posible para estar lejos de su campo de visión porque, cuando me veía, siempre recibía algún insulto o golpe de su parte. No iba al colegio porque eran vacaciones de verano, así que ni siquiera una maestra podía advertir que algo estaba mal. Bebía muchísimo y era peor cuando lo hacía, recuerdo que me escondía en el primer lugar que encontraba cuando lo escuchaba llegar.

—Mencionaste a una Michelle hace un rato, ¿quien es?

—Ese era el nombre de mi madre, y es el nombre que él me decía cuando me atacaba. De hecho, creo que nunca me dijo mi verdadero nombre, siempre me decía como ella. Pero, bueno, un día sucedió lo que era inevitable: llegó borracho y no llegué a esconderme. No sé muy bien si me pegó y me tiró de las escaleras, o si fue al revés. Sólo recuerdo que me desperté en el suelo y me arrastré hasta la puerta; la abrí lo más despacio que pude y salí. Caminé unas cuadras y, por obra del destino, había un camión de mudanzas; así que me metí dentro y viajé de un pueblo de Maine hasta Boston con tres costillas rotas en el sillón de un extraño.

<<Y creo que deberías venir a vivir conmigo y podemos ser piratas, así ya no tendrás que llorar, o esconderte en el armario>>

—Los conductores del camión me llevaron al hospital y ahí me atendieron Margaret y Grace, mi mamá y la de mi novio, pero yo no hablaba. Estuve dos meses sin emitir una sola palabra.

—¿Por qué?

—Porque cuando recibes odio de la persona que se supone que te tiene que querer desde el día 0 de vida, cuando te dice que no sirves para nada, que eres lo peor que a alguien le podía pasar, lo terminas creyendo. Y eso te marca para toda la vida.

—¿Hiciste terapia para volver a hablar?

—No, en el hospital estaban desesperados porque no podían lograr que emitiera una palabra, no había reacción de mi parte. Hasta me hicieron exámenes neurológicos para saber si estaba todo bien. Pero yo estaba deprimida; clínicamente deprimida, no como una forma de decir que estás triste. Es más, la primera vez que hablé fue una vez que Grace había llevado a Will y él no paraba de molestarme, así que le pedí que se callara. Alguien debería haber grabado ese momento porque las expresiones de todos mis médicos al oírme hablar por primera vez fueron de película.

<<Empaca tus muñecas y un sweater, nos mudaremos a la India para siempre. Transmitido como canciones populares, nuestro amor durará por siempre>>

—Después de eso, Margaret y Robert me adoptaron, y vivir con Sophie me sacó todo lo muda que tenía. Me ayudó muchísimo vivir con ella para adaptarme a las cosas que se suponía que eran de mi edad. Y esa es mi historia, por eso estoy tan rota.

—¿Rota? Estás completamente jodida— dijo ganándose un golpe en el brazo de mi parte.

—No tienes que ser tan malvado.

—¿Qué esperabas de mí? ¿Qué te dijera que no estás rota, que todo estará bien? Ya te lo dije, Lerner, no soy ni tu padre, ni tu novio para tener que cuidarte. Soy tu jefe y puedo perder mi trabajo por culpa tuya— dijo con sus aires de superioridad que a veces le agarraban—. Sin embargo, voy a serte completamente sincero: has pasado por algo que ningún niño, ni nadie debería tener que pasar. Y sí, estás rota, jodida o como quieras decirlo; ahora depende de ti.

—¿Qué cosa depende de mi?

—Depende de ti seguir siendo esa niña indefensa, rota o convertirte en una cirujana patea traseros que no deja que nadie se la lleve por delante. Por favor, que sea la segunda porque realmente me gustaría conservar mi trabajo.


—Él quiere hablar contigo— me informó el doctor Monroe.

¿No era Jackson hace un rato? ¿Volvimos a doctor Monroe?

—No quiero hablar con él— dije rápidamente—. Que no sea mi padre no quiere decir que no sea físicamente igual a él, me da miedo.

—Sí, esa suele ser la cosa con los gemelos— dijo irónicamente, ganándose una mala mirada de mi parte—. Por favor, ve a hablar con él así me das tiempo para convencer al jefe de que no nos eche.

Mira con los ojitos que te lo pide, no puedes negarte al sensual doctor Monroe.

A veces me gustaría darme una bofetada mental, tan sólo un sueño.

—Está bien, pero sólo porque quiero conservar mi empleo.

—Y el mío.

Le di una mirada de pocos amigos y entré en la sala en la que me esperaba el hermano de mi progenitor. 

—¿Sabes por qué te reconocí?— me pregunta apenas entro y niego con la cabeza— Eres igual a tu madre.

—Imaginarás que no tengo forma de comprobarlo— le digo sentándome en el otro extremo de la sala—. Querías hablar conmigo, eso me dijeron, pero yo quería disculparme contigo y tu mujer por el mal momento que les he hecho pasar.

En realidad, no quería disculparme, pero todo sea por seguir trabajando aquí.

—No necesitas pedir disculpas, yo te entiendo.

PerdidaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin