Capítulo 7: Wrecking ball.

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Año 2013.

–Hice algo malo– declara Sophie entrando a mi habitación con un sobre color madera en la mano.

Como siempre

–Dime que no estás embarazada y me traes una ecografía– pido, mirándola desde la silla de mi escritorio.

–Dios me libre, no– dijo mirando al cielo–. Es otra cosa... mamá y papá quieren hablar contigo.

–Ay, ¿qué has hecho?– digo parándome rápidamente y saliendo de la habitación.

Escucho sus pasos apresurados detrás de los míos; asesinaré a esta chica.

Margaret y Robert estaban sentados en el sillón de dos cuerpos. Era lindo verlos juntos: Robert viajaba mucho por su trabajo y Margaret era cirujana, por lo que gran parte de su tiempo la pasaba en el hospital.

Pero pese a la distancia, ellos siempre encontraban el modo. Sus miradas se conectaban como si no hubieran pasado un segundo separados.

–¿Qué sucede?– pregunto con miedo frente a ellos– ¿He hecho algo malo?

–Valerie, dime una vez que hayas hecho algo malo– me dice Robert riendo.

Tienes que admitir que el hombre tiene su punto...

–Queremos hablar contigo, cariño– dice Margaret–. No es nada malo.

–A menos que tú lo consideres como algo malo y me odies– dice Sophie.

–Ya, ¿qué has hecho?– digo impaciente.

–Puede que haya enviado tu solicitud junto con la mía para Yale y puede que nos hayan aceptado, a las dos. Juntas.

–¿Por qué hiciste eso?– digo sin alterar la expresión de mi rostro– Ya les he dicho que iré a la universidad de Washington. Es una decisión tomada.

Si bien las dos queríamos estudiar medicina, Sophie quería asistir a Yale y había logrado quedar. Yo, por mi parte, había tomado la decisión de ir a la universidad pública de Washington; simplemente no quería que Margaret y Robert gastaran ese dinero en mí. 

–Pero es que tienes tanto potencial, tienes que aprovecharlo y formarte en una de las mejores universidades. ¡Y ahora tienes la oportunidad!

Margaret y Robert alternaban sus miradas para ver la reacción de cada una.

–Sophie, me encantaría que estudiáramos juntas, pero no puedo aceptarlo. Me halaga muchísimo que me hayan aceptado, pero no iré.

Ay, sí que eres pesada

–Nosotros queremos que lo hagas– dice Margaret–. Nos quedaríamos mucho más tranquilos sabiendo que están juntas, que se tienen la una a la otra lejos de casa.

–Ustedes ya han hecho mucho por mí, yo no quiero abusar de su generosidad.

Aceptar ir a una universidad privada era demasiado. No podía aceptarlo, es por eso que desde un primer momento elegí ir a una pública, no podía permitir que gastaran semejante cantidad de dinero en mí. 

–Valerie– dice Robert ofendido–, cuando nosotros tomamos la decisión de adoptarte, no lo hicimos para que seas nuestro caso de caridad. Lo hicimos para que fueras nuestra hija, parte de nuestra familia. ¿Acaso en estos años te hemos hecho sentir algo distinto?

Las lágrimas adornaban mi rostro como la dramática persona que soy. Me siento en medio de ellos y dejo que me abracen.

–Ustedes son los mejores padres del mundo, nunca me han hecho sentir más que amada. Soy yo que estoy rota y no lo entiendo.

PerdidaWhere stories live. Discover now