Capítulo 34: set fire to the rain

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— Dime que esto es una broma- dije parada fuera del auto.

— ¿Qué cosa?- preguntó Jackson impaciente.

— Tu auto, parece como si le hubiera pasado un tornado por encima... está sucio.

— Metete en el auto que quiero llegar antes que sea de noche.

Acepté y me subí en el asiento del copiloto; esto era raro, nunca había estado en el auto de Jackson. Como su departamento estaba frente al hospital, siempre que íbamos allí lo hacíamos caminando.

La carretera estaba tranquila por ser un viernes a la tarde y el viaje se me tornaba más placentero de lo que hubiera creído. Fuera hacía frío pero las últimas horas de sol eran cálidas y me encontré a mí misma apreciando el atardecer mientras escuchaba una playlist de Jackson que al principio fingí que me gustaba pero que después de escucharla un rato no parecía tan mal. Quizás tenía que empezar a madurar mis gustos musicales y dejar de escuchar Taylor Swift. Mentira, jamás podría hacer eso.

— ¡Oh, por Dios!- chillé a mitad de camino.

— ¿Qué sucede?- preguntó Jackson asustado.

— No he traído nada, no tengo ropa, no tengo un vestido, maquillajes, nada... literalmente tengo lo puesto.

— Dios, Valerie casi me causas un infarto- bufó-. Por el vestido y el maquillaje, y todas esas cosas de boda no tienes que preocuparte. Mientras te esperaba le dije a Michelle que quizás iba contigo y conociéndola debe haber comprado miles de vestidos para que escojas uno que te guste, todos con zapatos a combinar.

— De acuerdo, tiene un poco de sentido considerando que es su boda y es mi madre.

— Y por ropa extra tampoco tienes que preocuparte.

— ¿También ha ido a comprar eso?- pregunté sorprendida.

— No me sorprendería, pero no. Tengo en el baúl hace como dos semanas una bolsa con ropa tuya que dejaste en mi casa.

— ¿Dejé ropa mía en tu casa?

— Sí, digamos que generalmente te la sacabas y muchas veces quedaba en lugares como detrás del sillón, debajo de la cama... y muchas veces simplemente te la olvidabas. Aparte a veces llegabas con ropa común y te ibas con el ambo. Realmente eres despistada.

— ¿Y por qué no me la devolviste?

— Porque...- suspiró- no lo sé, devolvértela implicaba de algún modo que ya no tenía nada tuyo... es estúpido.

— No lo es- le digo seria.

— Así que sí, debes tener 2 mudas de ropa. Estarás bien.

— ¿También ropa interior?- quise saber. Realmente no tenía idea de qué ropa me estaba hablando.

— Oh no, esas me las dejé de recuerdo- dijo y se ganó un codazo de mi parte, provocando que ambos riéramos.

— Eres un idiota.

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— ¿Estás nerviosa?- me preguntó cuando llegamos, aún sin salir del auto.

— Como que de un modo quisiera seguir viajando un rato más, pero tengo que enfrentar esto, por algo vine- dije levantando los hombros.

— Bien, vamos- dijo él y bajó del auto.

La casa parecía sacada desde un mismísimo catálogo de revista. Que era grande era quedarse cortísimo; parecía una mansión, el tipo de casa que te imaginas cuando alguien dice la palabra mansión.

PerdidaWhere stories live. Discover now