Capítulo 17: Willow

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Yo realmente sabía que tenía que ir a hablar con Will, era mi novio después de todo. Pero saben esa parte en la que me cuestan las relaciones sociales, así que decidí ignorar a Evan y a Sophie y me fui a un bar de mala muerte en las afueras del campus.

Sí, aquí nadie me encontraría y podría beber tranquila. Por si acaso, apagué el celular, no quería hablar con nadie.
Evan tenía razón y era una idiotez seguir dándole vueltas al asunto, sin embargo, no podía dejar de pensar que quizás a Will no le gustara de esa forma. Ese monstruo de inseguridades me estaba atacando y yo no hacía nada para defenderme.

Sabía que era linda, sabía que los hombres se me quedaban mirando cuando caminaba y todo eso. También sabía que a Will le gustaba físicamente, pero, a pesar de saber todo eso, mi corazón me decía que no era así; que él no me deseaba. 

—¿Soy deseable, Steve?— le pregunté a un motoquero que se había sentado a mi lado a beber una cerveza. 

Para su mala suerte, no había dejado de hablarle desde que se había puesto a mi lado, debía de parecerle graciosa. Le compré una cerveza por tener que aguantarme. 

—Sean me llamo, muñeca, te lo he dicho cinco veces— dijo riendo. 

—Lo siento, Steve— dije hipando—, he bebido mucho porque mi novio no quiere acostarse conmigo y ahora no tengo ni la más mínima idea de cómo volveré a la residencia porque no puedo manejar en este estado y ya es de noche. 

Creo que ya no podía alcanzar un nivel más de patética. 

—Yo te acompaño, muñeca— dijo y sentí ganas de abrazarlo. 

Sentí como una mano se cerraba en torno a mi brazo y me arrastraba fuera de mi silla. Tardé un segundo en reaccionar porque creí que me había caído, pero, cuando me di cuenta que no estaba en el suelo, vi el enojado rostro de mi novio dirigido al pobre Steve. 

—Aléjate de mi novia— amenazó. 

—Deberías cuidarla más, cualquiera se podría aprovechar de ella— se limitó a decir Steve. 

Oh, no, la vena de Will estallaría en cualquier momento. Su agarre en mi brazo ya me estaba doliendo. 

—Si, como tú.

—Oh, no— intervine—, Steve es genial. Hemos estado hablando de su hija y de ti. 

—Tú cierra la boca— me dijo a mi con un tono que jamás le había escuchado. Me sorprendió tanto que no dije nada, ni siquiera cuando me sacó del bar y me metió en su auto. 

Condujo sin decir una palabra hasta su habitación de la residencia y yo no me animé a romper el silencio ni a decirle algo cuando me sacó del auto y me llevó adentro.  

Lo veía caminar como poseído por toda la habitación, me senté en la cama de Ben que era la más cercana a la puerta y me limité a mirarlo. La adrenalina por toda la situación me había bajado la borrachera, y el miedo por la pelea que se venía también. 

—¿Por qué estás tan enojado?— quise saber después de que estuvo diez minutos en silencio. 

—¿En serio lo preguntas?— gruñó. Diablos, ¿en qué había metido la pata como para que lo esté? Asentí levemente con la cabeza— ¡Estuve buscándote por tres malditas horas, Valerie! Sophie me pidió que te avisara que tu mamá llamó, así que imagina mi sorpresa cuando ella me dijo que supuestamente estabas conmigo. 

Ay, sí que había metido la pata. 

—Lo siento— murmuré, encogiéndome en mi lugar. 

—¡No lo sientas, atiende el maldito teléfono!— me gritó— ¿Sabes las cosas que me imaginé que te podían haber pasado? ¿Por qué rayos te has ido a ese bar de mala muerte? 

PerdidaWhere stories live. Discover now