Capítulo 11: grenade.

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Granada.

—¿Qué tú le has dicho qué?— me preguntó Sophie estupefacta, sin poder creer en lo que le estaba diciendo.

Le había contado todo. No sólo la situación con Evan sino también lo que le había dicho a Will horas antes.

—Lo que oyes, me animé y se lo dije. Ya no quiero esa relación, me cansé.

—Pero hace años tienen esa relación...— intento refutar— ¿Qué cambió?

—Evan me lo hizo ver— le confesé—. Nos hicimos muy unidos en este tiempo y le conté toda la situación con William. Y me ayudó a ver que William no quiere estar conmigo, pero tampoco me deja estar con alguien más, es una relación tóxica por momentos y ya no lo quiero.

—¿Y estás segura que no te lo dice para manipularte y estar contigo?

Sabía que me esperaba esa respuesta, la conozco demasiado bien. Ella no entendería que necesitaba cortar con esa relación de una vez por todas.

—Sí, estoy segura— dije convencida—. Es una gran persona y creo que necesitaba que alguien de afuera me diera su opinión.

—Entonces me alegro por ti, ya era hora de que empieces a vivir tu vida sin el control de Will todo el tiempo.

Estaba sorprendida, no podía creer lo que me acababa de decir. Sophie siempre lo ha defendido, hasta le parecía "tierna" su sobreprotección (sus palabras, no las mías). Supongo que las cosas sí han cambiado estos meses.


Narra Will**

Ring.

Ring.

Ring.

¿Quién rayos es la persona que no me deja dormir? Agarro el celular que sonaba como un desquiciado y miro la hora.

LAS 3 DE LA MAÑANA.

Pero el fastidio se fue cuando me di cuenta que quizá había pasado algo malo. Lo desbloquee rápidamente y me desesperé al ver que eran mensajes de Valerie.

"Will, te necesito"

"¿Puedes venir a mi habitación?"

"Sophie está con una chica, estoy sola"

"Olvídalo, debes estar durmiendo. Perdón por molestarte."

Agarré un pantalón y salí corriendo de mi habitación.

Ustedes seguramente estarán malpensando la razón por la que Valerie me está pidiendo que vaya a su habitación a las 3 de la mañana cuando está sola. Pero no es así.

Desde que era chiquita tiene estas horribles pesadillas y se angustia. Tanto que ha llegado a sufrir ataques de pánico luego de tener una. En especial si no había nadie a su lado para decirle que todo estaría bien y traerla de nuevo a la realidad.

Porque de alguna forma se metía en sus pensamientos que algo andaba mal y que algo malo le pasaría.

Nunca me pareció que mi habitación estuviera tan lejos de la de ella, ni que el campus fuese tan grande, pero finalmente llegué. Abrí la puerta con mis llaves porque ellas tenían una copia de nuestra habitación y nosotros de la de ellas.

Valerie estaba sentada en el rincón que se hacía entre su cama y la mesa de luz. Tenía las rodillas pegadas al pecho y la cabeza escondida entre ellas. Y estaba llorando, claramente.

Me acerqué a ella y me arrodillé a su lado. Soltó un sollozo cuando la rodeé con mis brazos.

—Ya está bien— le dije despacio—, ya estoy aquí contigo. Respira conmigo, Val.

Se aferró a mi brazo como si la vida le fuera en ello, pero al menos empezó a calmarse.

—Perdón por haberte molestado— dijo después de un rato de silencio. Su voz aún sonaba congestionada.

—No digas eso— le dije mientras acariciaba su cabeza—, nunca me molestas. ¿Recuerdas cuando éramos chiquitos y te prometí que siempre estaría a tu lado cuando tuvieras una pesadilla?

Val asintió y esbozó una especie de risa.

—Lo recuerdo porque me hiciste comer tierra al otro día— me recordó—. Y yo pensaba "¿cómo es la misma persona que anoche me prometió estar a mi lado cuando tuviera una pesadilla y ahora me está obligando a comer tierra?". Un poco te odié ese día. 

—Pero era tu juego— le recriminé—. Tú dijiste que el que perdía debía comer tierra y apestabas en ese juego. Yo te ofrecí piedad, pero eres tan orgullosa que no quisiste.

—Tienes un punto— aceptó y apoyó la cabeza en mi pecho.

—¿Me quieres contar?— le pregunté sobre el sueño pero negó rápidamente con la cabeza— ¿Podemos ir a tu cama, al menos? Es una posición bastante incómoda.

Asintió y nos dirigí a la cama. Estiré la manta porque me estaba congelando.

—¿Tanto frío tienes de noche?— pregunté porque tenía 3 mantas abrigadas y vestía uno de esos pijamas enteros, como un bebé.

—Sí, sabes cómo es dormir conmigo. No te quejes.

La atraje más cerca, si eso era posible. Sabía que tenerla así no me hacía bien, que las ganas por besarla me estaban matando. Saber que al otro día me tendría que limitar a verla de lejos me dolía.

Me tenía que alejar de ella, o tenía que alejarla de mí porque ella nunca estaría conmigo, nunca sería mía.

Y creo que eso era lo más doloroso; ser consciente de que ella tenía el poder de destruirme y que yo encantado me dejaría destruir por ella. Porque es la persona que le da luz a mi vida, la que me hace querer ser una mejor persona, por la que daría todo. Ella era la elegida; el alma gemela que todo el mundo busca por años, yo la tenía a mi lado y a mil kilómetros de distancia, juntos y separados, tan lejos y tan cerca.

Se puede aprender a estar cerca de alguien, se aprende a soportar el dolor de estar lejos, pero es imposible estar a la vez tan cerca y tan lejos.

¿Será que yo tenía que alejarme de ella? ¿Era eso posible?


Sophie entró en la habitación unas horas después y se encontró con una escena inusual.

—¿Qué haces aquí?— me preguntó.

Valerie dormía sobre mi pecho, pero yo no había podido pegar un ojo en lo que quedó de la noche.

—Tuvo una pesadilla y me llamó.

—¿Le has dicho algo?— preguntó emocionada, pero yo negué con la cabeza.

Me levanté con cuidado de no despertarla y salimos al pasillo de la habitación.

—Ya no sé cómo sentirme al respecto— le confesé—; la amo y quiero estar con ella, pero me da miedo.

—¿Qué te da miedo?

—La amo muchísimo, demasiado— le dije—. Pero tengo miedo que me lastime. Temo darle ese poder, porque sé que lo puede hacer porque es lo que hace ahora— me empecé a desesperar—. Ella me dice que me aleje y lo hago, me quiere cerca y ahí estoy. Me maneja a su antojo y yo la sigo porque la amo y quiero lo mejor para ella.

Sophie no decía nada, sin embargo, no lo esperaba. Aunque ella era mi amiga, Valerie era su hermana. Y su lealtad estaba con ella.

Además, estoy bastante seguro que estaba borracha.

De todos modos, había logrado lo que necesitaba; desahogarme. La saludé y me di la vuelta para volver a mi habitación.

Estaba decidido: tenía que alejar a Valerie de mi vida, por mi propio bien.

PerdidaWhere stories live. Discover now