Capítulo 20: i don't wanna live forever

19 8 0
                                    

-Has perdido la cabeza, definitivamente, William Turner -digo riéndome incómoda.

¿Un hijo? ¿Yo? Apenas y puedo con mi propia vida. Ni siquiera me gustan los bebés, agradezco no tener que trabajar con ellos.

-¿Por qué me dices eso? -pregunta, dolido por mi reacción -Creo que es momento de que tengamos un hijo.

-Pues yo no lo creo, amor -dije intentando sonar un poco más amorosa -. Acabo de empezar mi residencia, casi no estaré en casa. Dime, ¿cómo estaré dando brincos por todo el hospital con una panza gigante? Perderé un montón de oportunidades que en este momento no puedo permitirme. Además, sabes que no me gustan los bebés...

Te diría que adopten un gato, pero seguro se termina tirando por el balcón antes de soportarte.

-Entonces, ¿qué? ¿En cinco años tendremos un hijo? -espeta enojado -Seguro que cuando se cumpla ese plazo encontrarás una nueva excusa.

-Estás siendo muy injusto, Will -digo empezando a enojarme -. ¿Tengo que recordarte que hace tan sólo dos meses estás sobrio? No me eches la culpa solamente a mí. Este simplemente no es un buen momento para que tengamos un hijo; los dos debemos madurar mucho antes de que eso suceda.

-Púdrete, Valerie -dijo levantándose de nuestra cama y saliendo del departamento con un fuerte golpe en la puerta.

Qué reina del drama es.

Dejé caer mi cabeza en la almohada y tomé una profunda bocanada de aire antes de dejar que las lágrimas inundaran mis ojos. Los últimos dos años había sido igual con Will, era como un constante dejavu. Estaba realmente agradecida con la empresa en la que él trabajaba desde hacía ya cinco años porque lo habían trasladado desde Connecticut hasta Washington sin despedirlo, incluso nos habían ubicado este departamento.

Lo que odiaba era las personas que Will había conocido trabajando ahí; los que lo habían metido en la droga. Había empezado unos tres años atrás y lo dejaba cada vez que yo me daba cuenta de que había vuelto a consumir. Sin embargo, los últimos años la había pasado quemándome las pestañas estudiando para convertirme en médica junto a Sophie, así que muchas veces me daba cuenta tarde de que había vuelto a consumir. Eran meses de consumir, meses de rehabilitación y siempre concluía con lo mismo: él queriendo tener un hijo conmigo.

Llegó un punto en el que estaba tan desesperada que le dije que cuando pasara más de tres meses sobrio, intentaríamos tener uno, pero ahora me es físicamente imposible porque perderé el año de internado si quedo embarazada. Sé que, si tengo un hijo ahora, simplemente no me convertiré en cirujana y es mi sueño.

Y además...

Y, además, no creo ser buena madre; cosa bastante lógica si consideramos lo que viví los primeros años de mi vida, pero Will simplemente no podía entender eso.

Quizás lo podría entender si alguna vez le hubieras contado algo más de lo que te sucedió y no solamente el nombre de tu madre biológica.

No es un buen momento para que estés juzgándome. Voy a dormir antes de que termine de perder la cabeza y pelee conmigo misma.



-¿Por qué pelearon esta vez?- me pregunta Sophie mientras tomábamos el asqueroso café del hospital en nuestro descanso.

Ella seguía teniendo esa habilidad de leerme la mente.

-Lo mismo de siempre, quiere tener un hijo.

-Pero tú le dijiste que, si pasaba tres meses sobrio, lo intentarían- me recordó.

-Lo sé- digo con ganas de llorar-, sé lo que le dije cuando no quería comer, beber ni salir de la cama. Estaba desesperada por darle una esperanza, fue lo único en lo que pude pensar.

-Siempre puedes dejar el programa de cirugía- me sugiere-. Mira, yo trabajo en horarios considerables; ni siquiera conozco las habitaciones de descanso.

-Yo tampoco las conozco.

-¿Y dónde duermes cuando haces guardia por la noche?

-En el piso.

-¿Qué?- preguntó Sophie con los ojos saliéndose de órbita.

Empecé a reír escandalosamente porque no podía creer que se hubiera tragado eso.

-Duermo en un sillón que hay en los casilleros de internos, ¿cómo voy a dormir en el suelo?

-Doctora Lerner- fui llamada por el doctor Monroe, que se puso en mi campo de visión con los brazos cruzados y visiblemente molesto.

-¿Qué sucedió? ¿A quién maté?- pregunté levantándome de dónde estaba sentada.

-La próxima vez que tu novio venga a decirme que tenga un ojo sobre ti porque te gusta saltarte comidas, estarás un mes sin entrar a un quirófano.

-¿Qué él hizo qué?- preguntamos Sophie y yo a la vez.

-Lo que oyes, Lerner. Yo no soy ni tu padre, no tu novio para preocuparme por ti. Ya estás bastante grandecita para eso. ¿Entendido?

-Sí, doctor Monroe, en serio lo siento.

El asintió y se alejó de dónde estábamos.

-Terminó su descanso, Doctora Lerner, a trabajar.

-Tengo que irme, después hablamos- le dije a Sophie y me apresuré en seguirlo.


PerdidaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang