Capítulo 9: New me.

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—Fuiste grosero, acéptalo— dije cuando llegamos a su habitación.

—¿Y qué se suponía que hiciera, monstruo?— preguntó Evan cansado— ¿Qué me ponga a tomar el té con el sujeto que te lastima cada vez que abre la boca? No puedo hacer eso y lo sabes.

Si no fueses una zorra últimamente, estaríamos enamoradas de este sujeto.

—Lo sé, sólo digo que podrías haber saludado al menos. ¿Y cómo te diste cuenta que era él, de todos modos?

—Lo imaginé cuando entré y tu solitaria habitación estaba llena de personas. Pero él, él me miró como si quisiera asesinarme.

—Sí— dije con un suspiro—, él suele hacer eso con los chicos que se acercan a mí. Mi ex terminó con la cara destrozada.

—¿Y se lo merecía?— preguntó con un poco de miedo.

—Me metió los cuernos después de lograr que me acueste con él.

—¿Cuántos años tenías?

—15.

—Se lo merece entonces. Pero es en el único punto que coincidiré con ese idiota.

Su comentario me hizo lanzar una carcajada, a veces podía ser realmente un imbécil.

Pero amamos a este imbécil, no lo olvides. 

—¿Estás lista?— dijo cambiando el semblante de su rostro.

Asentí seria y me encaminé a hacer lo que vine a hacer.


Adoraba las fiestas en esta casa. Siempre había mucho alcohol y la música era realmente espectacular. Avisté a mis amigos y corrí hacia ellos con poca gracia.

De acuerdo, estaba ebria.

Como absolutamente cada noche del último mes

—¡Sí vinieron!— chillé alto para que me escuchen sobre la música.

Sophie me tomó del brazo con la excusa de ir al baño y me arrastró a la otra punta de la casa.

—¿Con quién te has ido hoy?— preguntó en el momento que entramos.

—Oh, lo siento por abandonarlos— dije apenada—, realmente no los esperaba hoy y tenía un compromiso.

—¿Compromiso de qué?

Realmente no había extrañado a la Sophie que me lee con una simple mirada y no estaba lista para contarle, menos aquí.

—Mañana te cuento porque no me vas a entender, pero no es nada malo.

—¿Y qué con él?

—Es sólo mi amigo, oficial— me burlé.

Salimos del baño y nos dirigimos hacia donde estaban los chicos, pero, para mi sorpresa, ellos ya estaban muy bien acompañados.

—No quiero ver esto, ¿te presento a los chicos que conocí aquí?— dije alejándome— Son geniales, uh y hay una chica que te gustará, créeme.

Sophie se mordió el labio para finalmente sonreír y acompañarme. Llegamos al sector más alejado de la fiesta, pues es donde estaban los dueños de casa.

—Hola, monstruo— me saluda Evan, quien tenía a una morocha encima de sus piernas. No tardarían mucho en subir las escaleras. Le lancé un beso en el aire y me senté en uno de los sillones después de presentar a Sophie.

—¿Así que tú eres la famosa Sophie?— le pregunta Nick, uno de los mejores amigos de Evan, y ella asiente— ¿Es verdad que una morocha cayó desde el primer piso de tu casa para que no la vean tus padres?

Sí, las preguntas eran directas. Yo lancé una carcajada y tomé una gelatina hecha puramente con vodka.

—Mis padres no la podían ver, entonces tuvo que bajar por la ventana de mi habitación para que Val la pudiera ayudar a huir— explica Sophie riendo—, pero se cayó al pasto.

—¿Pero por qué no la podían ver tus padres?— preguntó Laura, la chica que le quería presentar— ¿No saben que sales con chicas?

A Laura no le gustaban los dramas, así que no estaba interesada en una chica que siguiera en el armario. 

—Si, lo saben, pero piensan que soy mucho más santa y que sólo tengo relaciones serias. Y esa era cosa de una sola noche.

—Oh, no eres nada como Valerie— dijo Evan riendo—. Ella sólo busca quien ponga un anillo en su dedo.

—Su corazón vive en su vagina— siguió Laura provocando que todos riéramos.

—En mi defensa— dije con la voz un poco distorsionada, ¿cuántas gelatinas había tomado?—, no me enamoré de Evan y me acosté con él. Merezco una medalla— dije poniéndome de pie con dificultad—, de la más zorra de esta casa.


Horas más tarde, decidimos que ya habíamos tenido suficiente y, con los zapatos en la mano, salimos de la casa. Y ahí estaban Ben y Will, tirados en el pasto completamente dormidos.

Los pateamos para que se despierten y duerman en un lugar decente. Se despertaron con dificultad y nos siguieron. Parecíamos zombies, era el camino de la vergüenza.

—¿Valerie, qué rayos tienes en la espalda?— preguntó Will casi gritando después de caminar unas calles.

Me contorsione asustada pensando en la cantidad de cosas que podía llegar a tener, desde un bicho hasta vómito de algún borracho.

—¿Qué tengo?— pregunté con miedo— Quítamelo.

—No te lo puedo quitar porque es un maldito tatuaje que tendrás por el resto de tu vida— dijo de corrido, creo que ni siquiera respiró.

—Ah— suspiré—, es eso. Me asustaste de muerte, Will.

—¿Cuándo te lo hiciste?— me preguntó Ben, intentando revivir.

—Creo que el tercer día que estuve aquí...

—¿Cómo hiciste?— preguntó Will— Eres menor de 21.

—Me lo hizo un amigo en la casa que dejaste tu vómito hace un rato.

—¿El mismo que te vino a buscar hoy? No sabía que eras así ahora.

—¿Así cómo?— dije sintiendo la ira recorrer mis venas.

¿En serio? ¿La misma frase que hace años cuando te vio con Richard?

—Que dejabas que cualquiera te haga cualquier cosa.

Mi puño se estrelló en su rostro en ese mismo instante. ¿Cómo se atrevía a decirme algo así? No seguiría tolerando sus malditas actitudes sin razón para conmigo, no puedo seguir soportando cada golpe de su parte para después sólo seguir perdonándolo.

Me di vuelta y tomé a Sophie del brazo para alejarnos rápidamente de ellos y llegar a nuestra habitación.

PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora