Capítulo 18: A million dreams

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—¡Tenemos maravillosas noticias!— exclamó Sophie cuando entramos en la cafetería donde nos esperaban Ben y Will.

—¿Qué ha sucedido?— preguntó Will corriéndome la silla a su lado para que me sentara, me besó apasionadamente a modo de saludo hasta que el resto del grupo nos separó.

Lo miré extrañada, no era de hacer muchas demostraciones en público, pero luego me di cuenta que era porque unos chicos nos habían comido con la mirada a mi hermana y a mí cuando entramos. Cavernícola, sólo quiere marcar territorio.

 —No volveremos con ustedes a casa para las vacaciones porque nuestros hermosos padres nos llevarán a esquiar a Vail— dijo emocionada y noté cómo el rostro de Will se tensaba y ponía mala cara.

—¿Todas las vacaciones?— preguntó Ben con una sonrisa, al menos él sí se alegraba por nosotras— Qué envidia, yo tendré que soportar a mis primos todas las vacaciones. 

—Sí— dije esperando que Will quitara esa maldita expresión de su rostro—, como no pudimos ir para Acción de Gracias por lo preocupadas que estábamos por ese examen, papá decidió que nos merecíamos vacaciones. 

—¿Y quiénes somos nosotras para decirle que no?— rio Sophie— Ay, Will, ya quita esa cara y ponte feliz por nosotras. 

Me removí incómoda en mi asiento; no tenía idea de por qué se había enojado, no había hecho nada malo. 

—Es sólo que mi mamá estaba realmente ilusionada con que Val viniera a pasar la navidad con nosotros— dijo y sentí una incomodidad que no me agradaba; nunca me había dicho que su familia me esperaba para las fiestas. 

En realidad, años atrás, cuando yo llegué a la familia Lerner, ellos y la familia de Will festejaban las fiestas juntas. Pero, después de una gran pelea que tuvieron Robert y Joe, el papá de Will, apenas y se soportaban. 

Nunca nos quisieron decir cuál había sido el motivo de la pelea, pero casi les cuesta la amistad a Grace y Margaret, que trabajan juntas en el hospital. 

Así que, desde hacía ya unos años, ya no pasaba las fiestas con la familia de Will. De hecho, tenía la leve sospecha de que no le terminaba de agradar a Joe. 

—¿Qué van a tomar?— preguntó la camarera, interrumpiendo el incómodo momento que estábamos pasando. 

—Ordenen ustedes— dijo Will levantándose y poniéndose su abrigo—, yo tengo que irme.
Cuando nos quisimos dar cuenta, ya había salido de la cafetería. Hice el amago de levantarme, pero Ben me dijo que no sería buena idea. 

—Deja que se le pase— me aconsejó—, sólo está enojada porque no te verá por dos semanas. 

—Tres— lo corrigió Sophie—, volveremos ni bien empiezan las clases.

—William Turner hace dos días que estás ignorándome— dije entrando en su habitación—, ya dime qué rayos te sucede.  

Me miró desde la cama sin emitir palabra, siguió mi movimiento con sus ojos hasta que me posé a su lado cruzando los brazos. Me tomó del brazo y, de un momento a otro, me tenía aprisionada entre la cama y su cuerpo. 

—Te ves linda cuando te enojas— dijo besándome, tomándome completamente desprevenida—, debería hacerte enojar más seguido. 

—Ni se te ocurra...— mis palabras quedaron atoradas en mi garganta cuando empezó a depositar besos en mi cuello. 

Concéntrate, Valerie, has venido a otra cosa.

—Quiero que me digas por qué has reaccionado así el otro día— dije, pero fui ignorada por completo. Aunque yo también olvidé a qué había venido cuando aumentó la intensidad de sus caricias. 

Bueno, el tema del enojo podía esperar.

Narra Will**
—Tengo tu regalo de navidad— le dije cuando noté que se estaba quedando dormida.
Eso pareció espabilarla por completo porque se sentó rápidamente en la cama y me miró con una expresión extraña en el rostro. 

—Faltan dos semanas para navidad aún— dijo confundida—, yo no te he comprado nada. 

—Si aceptas este regalo, créeme que valdrá como todos los regalos del mundo que me podrías hacer— dije emocionado. 

Ella asintió y estiré mi brazo para agarrar el sobre que estaba en mi mesa de luz. Se lo di ansioso por su respuesta. Rasgó el sobre y sus ojos se abrieron de forma desorbitante cuando vio lo que contenían. 

—¿Will, qué es esto?— dijo saliendo de la sorpresa. 

—Tu regalo de navidad, bueno, más bien el nuestro. 

—¿Te volviste loco?— me preguntó entonces, provocando que me enojara. 

—¿Por qué me dices eso?

Parecía estar buscando las palabras que quería decir, entiendo, estaba sorprendida, pero no había hecho nada malo. 

—Porque compraste boletos de avión para ir a New York en la misma fecha que tengo el viaje con mis padres— dijo ahora enojada—, además, ni siquiera me preguntaste si tenía dinero para irme de vacaciones contigo. 

—Quería pasar las fiestas contigo, las primeras como novios— le expliqué—. Reservé un hotel, lo cual fue bastante difícil por la poca anticipación, y mi padre nos consiguió los pasajes. No te preocupes por el dinero, ya está todo cubierto. 

—Pero, Will— dijo exasperada—, sabías que mis papás contaban conmigo para las vacaciones. 

—Deja el pasaje abierto hasta que volvamos, aún puedes ir una semana con ellos— dije y vi cómo la duda se disipaba de su rostro. 

—¿Por qué lo has hecho?— preguntó soltando un suspiro— Dime la verdad. 

—Una vez me dijiste que era tu sueño ir a New York para las fiestas, visitar el Central Park en año nuevo... sólo quería cumplírtelo. Llevo ahorrando tres meses, desde que empezamos a salir.

—¿En serio has hecho eso?— dijo sonriendo. Se acercó a mí y me besó suavemente— ¿Qué hice para merecerme un novio tan genial? 

—¿Eso es un si?— pregunté ilusionado. 

—Es un si, pero... quiero que me consultes estas cosas, para la próxima, ¿de acuerdo?

Asentí, aunque sabía que ya volvería a sorprenderla de esta forma si conseguía tan buenos resultados.

Sabía que iba a arruinar el mágico momento que estábamos teniendo, pero la duda me estaba carcomiendo la cabeza y no podía dejar pasarla más.

—Val, hay algo que necesito preguntarte y pedirte que, por favor, no te enojes— ella me miró extrañada, pero asintió levemente—. Hace unos meses, un chico te llamó Michelle y tú te enojaste mucho cuando yo te pregunté quién era, ¿puedes decírmelo ahora?

Sentí cómo su cuerpo se tensó bajo el mío al momento que mencioné ese nombre y, después de lo que me pareció una eternidad, soltó un suspiro y me miró con seriedad para decirme.

—Michelle es el nombre de mi madre. 

PerdidaWhere stories live. Discover now