Capitulo 46

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                – ¿Jack? ¡Jack! –Meg se levantó de la silla corriendo, ella me abrazó para luego dejar que Anna lo hiciera.

                – ¿Cómo has entrado aquí? –Anna me miraba realmente feliz, pero se notaba que estaba bastante confundida.

                –Fue Neige, hace un momento estaba es su castillo y apenas unos segundos pasaron hasta que estaba en mi habitación aquí.

                –Y ella… ¿te respondió todo?

                – ¿Qué pasó con Elsa, dónde está ella?

                –Creo que será mejor sentarnos y tomar algo mientras les digo todo –ambas asintieron y nos alejamos de la puerta hacia a la mesa, mientras que lo hacíamos escuché la voz de Meg en mi cabeza.

                “Apuesto a que lo que vamos a escuchar no nos va a gustar, y por si te lo preguntas, lo sé por la repentina ausencia de brillo en tus ojos. Te conozco Jack, eres mi hermano después de todo ¿no?”

                –No, no lo soy.

                – ¿Disculpa? –dijo Anna mirándome ya sentada frente a la mesa– ¿qué has dicho? –al ver que no dejaba de mirar a Meg, comenzó a mirarla también. La persona que había estado seguro que era mi hermana tenía una rara expresión en su rostro, algo entre confusión, sorpresa, aunque también parecía creer que yo estaba bromeando. Ambos seguíamos parados, mirándonos el uno al otro.

                – ¿Qué dijiste?

                –Sentémonos para hablar más…

                – ¡No! –Anna y yo nos sobresaltamos ante su repentino grito, era la primera vez que la escuchaba gritándome– Quiero que me expliques qué es lo que me acabas de decir –suspiré antes de hablar.

                –Neige me lo dijo, tú no eres mi hermana… de hecho, eres su hija  –ella rió, algo forzado, aunque al ver mi rostro serio puso el suyo igual.

                – ¿Estas bromeando no es verdad?… Jack, si de algo estoy segura es de que tú eres mi hermano, tú eres mi familia.

                –Yo… lo lamento Meg, pero no es así, tu familia es ella, Neige. Tus poderes, los de Anna y los que tenemos Elsa y yo son tuyos…

– ¿Cómo estás tan seguro de que ella está diciendo la verdad? ¿Qué sucede si en realidad ella miente?

–Meg, te quiero como a una hermana y siempre va a ser así, pero ahora mismo debemos enfocarnos en devolverte tus poderes para así puedes volver a tu hogar.

–Mi hogar está aquí, con ustedes –ella podía ser muy terca a veces, pero también la entendía. Ella había vivido toda su vida, y las anteriores a ésta, creyendo ser algo que en realidad no era y que de repente le digan que debe alejarse de todo lo que conoce y ama… ¿cómo puede uno asimilarlo en unos minutos? Pero la verdad es que era necesario que ella lo reconociera para así más pronto hacerse a la idea de gobernar un reino.

–Escúchame, Meg…

– ¡No! No pienso escucharte, todo lo que dices son mentiras…

–Meg, aunque no te guste, ambas sabemos que él no está mintiendo.

– ¡No te metas Anna! Yo… yo… –quería abrazarla, pero sabía que en ese momento ella me empujaría si trataba de hacerlo. Negó con la cabeza, secándose con el dorso de la mano algunas lágrimas que caían por su mejilla y salió corriendo, seguramente a encerrarse a su habitación. Anna suspiró con la mirada clavada en unas migas desparramadas sobre la mesa, una vez que escuché el portazo de Meg me senté en una de las tres sillas libres dispuestas alrededor de la mesa.

–Necesita tiempo a solas para pensar en todo lo que le has dicho, ni siquiera yo puedo creerlo –recién entonces Anna levantó la vista para mirarme a mí–Y supongo que esas no son las únicas noticias moderadamente malas ¿no? –asentí con la cabeza para indicarle que ella tenía razón– Bien, supongo que será lo mismo escucharlo ahora o más tarde, así que solamente di todo lo que sepas.

Ella no volvió a hablar, no hizo ninguna interrupción ni preguntó nada. Yo hablaba de corrido, contándole todo lo que Neige me había dicho, y al momento de hablar sobre los poderes que teníamos gracias a Meg le enseñé la pieza que la reina me había dado para devolverle los poderes a su hija. Le expliqué cómo funcionaba  y la manera en que esto le devolvería los poderes a su legítima dueña, y en el momento en que Anna iba a drenar sus poderes hacia la piedra Meg apareció por la puerta.

                –Espera –sabía por su mirada que ella había estado escuchando todo, o gran parte, de lo que le había dicho a Anna– Si encontramos a Elsa hazlo, pero mientras no es seguro que ella aparezca no quiero que pierdas tus poderes por nada –Meg esquivó la mirada un segundo y luego volvió a mirarnos realmente arrepentida– lamento haberles gritado, no se lo merecían. Es que esto es demasiado para mí… –me levanté de la silla y me acerqué a ella, estando ya frente suyo la abracé.

                –Para mí tú serás siempre mi hermana y siempre te amaré sin importar lo que pase o digan, espero que lo sepas.

                – ¿Quién habla? –contuve el aliento un segundo al escuchar su voz, había pasado ya un tiempo desde la última vez que la había escuchado. Y eso me hacía darme cuenta de que ninguna de las dos mujeres que habían sido parte de mi familia en realidad lo eran, era algo decepcionante la verdad.

                –Hola Serena…

                – ¡Jack! Que sorpresa escucharte, creí que no volvería a hacerlo luego de que Meg y tú se fueron…

                –Si, lo lamento por eso la verdad, sé que aunque estabas con nosotros para sobrevivir en realidad nos querías como una madre a sus hijos –casi pude escuchar su sonrisa de felicidad del otro lado de la línea.

                –Y dime Jack, ¿para qué me llamabas?

                –Fui a ver a Neige –hubo total silencio de su lado– y acabo de volver de su castillo, pero antes de irme me dijo que allí había un lugar para ti si lo querías. Puedes vivir en su castillo y con su magia podrás vivir.

                –Eso… es realmente un gesto hermoso por parte de ambos, pero la verdad es que desde que ustedes se fueron he tenido tiempo de reflexionar. Creo que ya es momento de que me una a los míos, he vivido el suficiente tiempo y noté que he tenido una vida muy feliz, y aunque los tuve a ustedes ésta fue solitaria. Gracias por preocuparte por mi Jack, aunque sea una última vez, fue bueno escucharte… 

Let Her GoWhere stories live. Discover now