Capitulo 48

489 39 9
                                    

Sacudí la cabeza para “despertarme” de mis pensamientos y dirigí la mirada a la dirección hacia la que Elsa se había marchado, justo a tiempo para verla doblar en una esquina. Sin pensarlo demasiado comencé a correr para no perderla de vista, pero después de varios minutos corriendo, y justo después de doblar en otra esquina, ella simplemente desapareció de mi campo visual. Golpeé furioso la pared que tenía a mi lado y comencé a caminar rápido mirando hacia todas las direcciones tratando de encontrar su rastro, pero nada.

Al final seguí caminando, la acababa de ver por lo que no podía haberse ido muy lejos en unos minutos, pero ya después de un rato caminaba sin prestar demasiada atención hasta que en un momento me encontré parado frente a un enorme edificio con pista de patinaje. Me quedé allí parado mirando la puerta, indeciso sobre si estaría bien entrar o si debía dejar de perder el tiempo y seguir buscando. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el repentino y débil tirón en mi remera, al voltear me encontré con una niña de unos 8 años con el pelo atado en una coleta que me miraba con unos enormes ojos verdes. Ella me indicó con su mano que me agachara para quedar frente a frente con ella, cuando le hice sonrió. Miró hacia el edificio y luego volvió a mirarme.

                – ¿Te gusta el patinaje? A mí me encanta, yo soy patinadora. Uso vestidos muy bonitos y brillantes, mi mami me dice que cuando estoy patinando con mi ropa especial me veo igual a una princesa. Pareces ser un chico inteligente, así que seguramente te gustara el patinaje ¿quieres entrar y verme patinar? –sonreí ante su larga e ininterrumpida charla, ella me miraba ansiosa esperando mi respuesta.

                –Claro, siempre me gusta ver a princesas patinar ¿pero no habrá ningún problema si un extraño entra?

                – ¡Claro que no! Vamos, ven conmigo –ella tironeó de mi mano haciéndome correr medio encorvado para poder seguir sosteniéndome de su agarre. Entramos al lugar y la niña frenó repentinamente, de tal manera que casi me la llevo por delante– siéntate allí y espera a que la clase comience –con su pequeña mano señaló hacia las clásicas sillas que rodeaban las pistas de patinaje– yo me tengo que ir a cambiar, no me puedes acompañar. Los niños tienen prohibido pasar a los vestidores de chicas –ella no esperó a que le contestara o a que reaccionara, se fue corriendo dejándome allí parado solo. Al final hice exactamente lo que mi pidió, y esperé sentado cómodamente.

Me quedé allí por varios minutos, debo admitir que casi me quedo dormido sentado, últimamente no había dormido especialmente bien. Pero el ruido de la risa de las niñas que salían, por la misma puerta que había entrado la que me había arrastrado aquí dentro, me despabiló totalmente. Miré atento al grupo de niñas más pequeñas, seguido de éste apareció otro con chicas más grandes, el tercer y último grupo era el grupo de adolescentes seguidos por quien creía sería quién les enseñaba. Enseguida reconocí la cabeza pelirroja que pertenecía a esa alegre y divertida niña entre todo su grupo, ella miro hacia mi dirección y me saludó con la mano. Todos hicieron repentino silencio cuando la profesora se paró frente a todos, ella comenzó a dar indicaciones recordándoles a todos el orden de práctica.

La profesora se apartó un momento para ir a poner la música, y fue el grupo de los más pequeños el que se metió a la pista. Hicieron una coreografía grupal que, sinceramente, había salido muy bien. Cuando terminaron la mujer les hizo unas correcciones y practicaron nuevamente, así fue con todos los demás que iban practicando y luego de un largo rato fue el turno de los adolescentes. Entre todo eso me había enterado que estaban practicando para participar de unas competencias, y todos eran realmente muy buenos así que probablemente más de uno se llevaría un premio. Los adolescentes comenzaron con las coreografías grupales, y luego fueron los que tenían coreografía individual.

De la nada, justo después de que un chico y una chica salieran de la pista de patinaje, una chica entró y nuevamente me quedé sin aire. Ella estaba otra vez cruzándose frente a mí, llevaba un corto vestido de patinaje celeste, estaba impresionante; Elsa comenzó con su coreografía y enseguida noté que no era la única persona que la miraba fijamente. Ahora todos hacían silencio y miraban cada uno de sus perfectos movimientos, la música terminó y el lugar se llenó de aplausos. La mujer, por primera vez en todo el rato que había estado aquí, no corrigió nada, en cambio se dedicó a felicitarla.

La clase ya había terminado, yo todavía estaba allí sentado esperando a la niña que aparentemente se había olvidado de mí ya que cruzó corriendo frente a mí para salir del lugar. Pero a unos pasos de la puerta se volteó y me saludó con la mano, con una gran sonrisa clavada en el rostro. Seguido de eso sentí una mano sobre mi hombro, me volteé sobresaltado encontrándome con Elsa. Era sinceramente un sufrimiento tenerla otra vez frente a mí y no poder besarla.

                –Tú eres el chico al que choqué hoy ¿no es así? –mientras que hablaba se sentó a mi lado, le contesté asintiendo con un simple movimiento de cabeza. Era increíble cómo me dejaba sin habla cada vez que la tenía en frente– Yo… lo siento por eso, en serio. Estaba apurada por venir aquí…

                –Contéstame algo, si es que no te molesta, ¿por qué saliste corriendo así de tu colegio? Puedo darme cuenta que no fue solo por venir aquí –sentí su desconfiada mirada, pero mirando más profundo en sus ojos podía darme cuenta, también, de que ella aún sin recordarme totalmente en su nueva vida confiaba en mí. Evitó mi mirada un momento y luego, acomodándose un mechón de cabello tímidamente, me contestó.

                –Es por unos chicos que me molestan por ser diferente…

                –Créeme, lo dicen porque te tienen envidia porque ellos son iguales a todos los demás, mientras que tú eres única y especial, porque tú eres capaz de cambiar el mundo con sólo un chaqueo de los dedos –ella se rió, pero al notar que yo no lo hacía y que de hecho estaba serio dejó de hacerlo.

                – ¿En serio crees eso?

                –Claro que sí, Jack Frost nunca miente.

                –Jack Frost… –repentinamente su mirada lucía perdida. Elsa sacudió la cabeza ignorando sus pensamientos y me miró sonriendo– Bien, Jack, ¿te importaría acompañarme a mi casa? Ya es de noche fuera y me gustaría tener algo de compañía…

--------------------------------------------------

Ijidjfijvifjivfivifdjvif Primero que nada, creo que la cabeza me va a explotar, es decir, LHG pasó de 8700 lecturas a casi 10700 en ¡SOLO TRES DIAS! Y cabe aclarar que estoy acostumbrada a que subiera a lo mucho 100 lecturas por noche.

En fin, gracias  a todos los que comenzaron leyendo el Epílogo y ahora ya están por aquí (y seguramente a futuro lean el final jajjaa) Era mi meta que ésta historia llegara a los 10000 antes de que la terminara y ustedes lo hicieron posible :'D GRACIAS!!

Let Her GoWhere stories live. Discover now