Capítulo 3

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Hacía bastante que no tenía sueños, como siempre no puedo decir cuánto tiempo ha transcurrido pero siento que ha pasado bastante más de lo normal. Recién acabo de volver de uno, que más que un sueño fue como miles de fotos pasando frente a mí en segundos, lo que me dejó un fuerte dolor de cabeza.

Últimamente todo aquí no está tan oscuro; es decir, sí, todo está negro pero hay algo diferente. Y las voces del exterior cada vez se escuchan mucho más claras. La esperanza que recientemente ha surgido es que quizás ya esté por llegar el momento de regresar, aunque para ser sincero, creía que para antes de despertar ya habría recibido la respuesta a todas mis preguntas. Y en cambio, tengo aun más dudas que en el primer sueño.

Algunas veces, en mis sueños, me encuentro con personas a las que no puedo verles el rostro; siento como si mi memoria fuera una pizarra y que por alguna razón alguien o algo ha borrado gran parte de las cosas escritas. Constantemente me esfuerzo por reconectar los pedazos sueltos de información buscando una nueva respuesta, a veces lo logro pero mayormente no, de todos modos por más que busque siempre hay una parte inaccesible en mi cerebro que pareciera tener una espesa capa de niebla. La verdad es que sí puedo recuperar cosas de ésta parte de mi memoria, pero son datos realmente inservibles, me refiero a recuerdos como un vestido, un baile, cosas que me son inútiles

Hace bastante vi en mis sueños a una chica pelirroja con muchas pecas, que me hablaba, pero tampoco podía escucharla. Cada vez sucede más seguido esto, me refiero a ver a personas que no conozco hablando, pero a la vez no. Es decir, seguramente todo esto debe de ser importante recordando todo lo que se de mi vida. Pero en este momento no son más que personas que solamente me expresan sentimientos en sus miradas y movimientos, porque sus voces desaparecen.

– ¡Mamá! –ella bajó corriendo las escaleras y entró a la cocina, donde su madre descansaba mientras esperaba a que la comida estuviera lista.

– ¿Qué sucede cariño?

–No vas a creer lo que vi. Estaba pasando frente a su habitación, la puerta estaba abierta, así que pude verlo…

Serena supo por la emoción en la voz de su hija, que esto era importante, por lo que dejó por unos instantes la comida y volteó a mirarla - ¿Qué fue lo que viste?

–Él se movió, no despertó, pero el hecho de que su cuerpo reaccionara significa que puede que despierte del coma de una vez por todas.

– ¿Estás segura Meg? Ha pasado mucho tiempo, y aunque sea duro, no creo que alguna vez salga de esto.

– ¿Entonces por qué todavía lo sigues alimentando, arropando, hablándole? Mamá, todavía tienes esperanzas, y lo sabes. Muy en el fondo tienes una llama de esperanza, al igual que yo.

–Lo sé linda, ambas sabemos que tienes razón. Es que en todo este tiempo no mostró signos de vida más que el movimiento de su pecho mientras respiraba, y el que lo haya hecho ahora simplemente es difícil de creer.

–Pues entonces ven a verlo para así podrás comprobarlo tú misma. Y en cuanto lo veas vas a sentirte igual que yo en este momento, vamos, será rápido.

La emoción y el brillo en los ojos de su pequeña la enternecían. Era 3 años más joven que su hijo, ella siempre había sido un poco infantil, pero desde lo que le había sucedido a Jack, ella no había vuelto a ser la misma. Era siempre seria, responsable y algo callada, sin embargo en ese mismo momento Meg estaba siendo otra vez la chica de antes. Eso era lo que Serena más quería, que su pequeña volviera a ser la misma, por lo que decidió  dejar un rato la cocina, esperando que la comida no se quemara, para así seguirla.

Al entrar a la habitación de Jack, se sorprendió a si misma descubriendo que su hijo mayor estaba ahora acostado de costado. Y en ese mismo momento cambiaba de lado, dormido. Meg rápidamente se acercó a la cama y se sentó en la silla que había al lado.

–Creo que deberíamos hablarle, creo que eso le ayudara a… volver. A seguir el camino correcto.

Let Her GoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant