CapÍtulo 4

1K 55 2
                                    

La oscuridad comenzó a ser cada vez más clara, era como si todo alrededor se empezara a romper, y de las grietas se colaran rayos de luz. Todo estaba en absoluto silencio, hasta el punto de ser molesto.

Trataba de moverme hacia adelante, pero algo no me lo permitía. Todo estaba quieto, y el sentimiento de paz se desvanecía. Ahora sentía todo el cuerpo entumecido y un poco adolorido, como si no usara mis músculos desde hace tiempo. Y de un momento a otro todo exploto y de volvió blanco.

Abrí los ojos y apoye mi espalda contra el respaldo de la cama respirando agitadamente. Tuve que pestañear varias veces hasta que mi vista se acostumbro al fuerte resplandor proveniente de la ventana, seguramente era un día bastante soleado. Tarde unos minutos, pero pude identificar en donde me encontraba, mi habitación. Todo me dolía, brazos, piernas, la cabeza, incluso el pecho. Como si me hubieran dado una fuerte paliza.

Quería saber que día era, por lo que me esforcé por ponerme lo suficientemente de costado como para tomar el calendario que siempre estaba en la mesa de luz al lado de i cama. Una vez logrado esto, alargue mi brazo sintiendo una fuerte punzada en el codo, y con la mano tanteé la mesa. Golpeé algo y esto cayó al suelo de madera provocando un estruendo. Enseguida la puerta frente a mí se abrió, y vi a mi hermana parada, completamente congelada, observándome como si no creyera lo que viera.

        –Jack…  – mi nombre escapo de sus labios en un suave susurro. Ella se veía más madura, incluso como si tuviera unos años más. Pareció notar que estaba a punto de caerme de la cama, por lo que corrió a mi lado y me ayudo a acomodarme – ¿Cómo es que quedaste así?

        –Yo… –recién cuando trate de hablar, descubrí que mi garganta estaba seca al extremo. Y esa simple palabra salió raspando y rasguñándola. Meg siempre había sido una chica muy perceptiva y como no era de extrañar, enseguida se dio cuenta de que yo no podía seguir hablando.

        –Hace bastante que no haces nada, tendrás que esperar un tiempo para recuperarte y volver a la normalidad –sus ojos se llenaron de lagrimas– no puedo creer que hayas despertado –Me abrazo como solo ella sabía hacerlo, sin mucha fuerza pero con mucho cariño.

Viniendo de abajo se escucho que alguien hablaba fuerte, casi gritando, para que la escucharan – Meg ¿con quién hablas?

Meg se levanto y me miro sonriendo – Mamá todavía no sabe que despertaste, se va a poner muy contenta cuando lo sepa. Tu solo no te muevas – la mire como diciéndole “¿Cómo esperas que lo haga si me duele todo como el infierno?”, ella rio – Lo siento, ya vengo.

Ella salió por la puerta corriendo y bajo las escaleras de igual manera. Cerré los ojos para descansarlos porque me ardían por la luz. Cuando los volví a abrir mi madre estaba frente a mi, con Meg detrás, mirándome. Ella se me acerco, se sentó sobre la cama a mi lado y sujeto mi rostro con sus manos una en cada lado de mi cara.

        –Mi niño, ¿es esto cierto? ¿Cómo puede ser que después de tanto tiempo hayas despertado del coma? Creí que no volverías nunca –me abrazo. Quería responderle que yo no había decidido cuando despertar, que mi decisión no había cambiado nada.  También quería preguntarle muchas cosas, pero no podía.

        –Mamá, él no puede hablar todavía. Creo que debería descansar para recuperarse, moviéndose poco a poco y practicando va a poder ser el de antes.

        –Tienes razón – mi madre se alejo y me miro a los ojos – extrañaba ver esos bonitos ojos celestes. Siendo sincera creí que harías lo posible porque no te abrazara, ¿ya me has perdonado?

No tenía idea de que hablaba mi madre, pero sorprendentemente me encontraba exhausto. Quizás Meg tenía razón, dormir me haría bien. Las dos salieron de la habitación, pero no sin antes ayudarme a acostarme y a taparme con las sabanas, cerraron la puerta y el silencio volvió a reinar en mi habitación. Tarde un poco más de lo que esperaba, pero me puse de costado para dormir mas cómodo y en seguida mis parpados se me pusieron pesados y me dormí…

Let Her GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora