IMPERIO 1.

512 21 0
                                    

Tenía catorce años cuando me enamoré perdidamente de un hombre mayor que me prometió el mundo entero y ser lo que una mujer necesitaba y mucho más. Si, me enamore perdidamente, pero también estúpidamente.

Tenía cuatro años cuando mis padres me adoptaron. Mi padre biológico me golpeaba después de que mi madre y abuela fallecieran.

Aisley y Aarón Ivanova fueron como esos ángeles que me salvaron, me dieron un hogar y una increíble familia, que era lo que yo había soñado desde pequeña.

Cuando mi madre y abuela vivían teníamos lo indispensable para vivir, no tenía muchos juguetes y mucho menos vivíamos en una casa muy grande. Mi padre se hacía cargo de mí solo porque no tuvo opción, me dejaba sola casi siempre, prácticamente no teníamos nada y me golpeaba.

No importó mucho que fuera una niña de cuatro años, recuerdo muchas cosas por el trauma psicológico que me hizo pasar hasta que un día se cansó de mí y me abandonó después de haberme golpeado como muchas veces lo hacía.

Aun así, yo lo quería, yo siempre había querido tener un papá, pues veía a mis vecinas y amigas como las trataban con mucho cariño. Yo quería lo mismo.

Recuerdo que varias veces le pregunte a mi mamá por él, pero siempre cambiaba de tema — es algo que se quedo muy presente en mi — aunque aún fuera una niña pequeña.

Cuando mi papá se comenzó a hacer cargo de mi yo seguía muy triste por haber perdido a mi mamá y a mi abuelita, de cierto modo me aferre a él pues era lo único que tenía, ya las había perdido a ellas, no quería perderlo a él también, aunque me golpeara. Nunca entendí por qué lo hacía.

Aisley me cuidó y me ayudó hasta que servicios sociales me llevo con ellos para que una familia me adoptará. Estuve un par de meses ahí hasta que un día me dijeron que me iban a adoptar, en ese momento fue triste para mí porque Aisley y Aarón iban a visitarme de vez en cuando. La tristeza fue sustituida por la felicidad cuando me di cuenta que serían ellos quienes iban a adoptarme.

Unos meses después me convertí en la princesa de papá. Me dieron todo a manos llenas, mi habitación era del tamaño de mi antigua casa. En un abrir y cerrar de ojos tuve una familia demasiado grande incluyendo un hermano mayor: Andrei, que también era adoptado, un hermanito más pequeño: Aidan. Incluso teníamos mascotas.

Mamá esperaba a mini Aarón, así que tendría otro hermanito. Tenía la familia que siempre había querido tener, pero nunca me olvide de mi mamá biológica ni de mi abuelita.

Recuerdo que cuando era pequeña le decía a mi mamá que quería tener un hermanito con quien jugar, pero también recuerdo su tierna risa cuando me decía que conmigo era suficiente, la realidad es que mi mamá estaba enferma. No, jamás voy a olvidar la tarde que me tuve que despedir de ella pues el cáncer me quito a mi mamá a los cuatro años. Yo no lo entendía, tampoco entendí por qué mi abuelita también había tenido que morir.

Saber que Andrei también era adoptado me hacía sentir más cómoda en esa enorme mansión que ya era mi hogar. Jamás me sentí como si tuvieran preferencias hacia alguno de nosotros. Era feliz, tenía papás, hermanos, abuelos, tíos, primos, tenía una familia.

Hasta que al cumplir doce años me enteré de algo que rompió algo en mi interior. Andrei era hijo biológico de papá, yo era su única hija adoptiva, la única que no llevaba la sangre Ivanova. Sentí que solo me consentían para no hacerme sentir mal, incluso pensé que fue por lástima.

Me volví rebelde, les gritaba, muchas veces hice llorar a mamá, pero jamás le pedí una disculpa. Yo misma ocasione que papá se volviera conmigo ese hombre intimidante y duro del que todos hablaban, pero yo no conocía. Me llegó a dar dos bofetadas, le dije que lo odiaba, pero nada parecía afectarle.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora