IMPERIO 15.

153 11 1
                                    

Pasa un mes en el que Oliver me trata como si fuera lo más valioso para él. Me hace sentir amada, hermosa y muy cómoda estando con él. El festival en mi estómago no ha terminado y creo que nunca lo hará. Cada día que pasa me enamoro más de él y de esa sonrisa torcida. Tenía razón al decirme que solo necesitaba obedecerlo, no lo he hecho enojar ni una sola vez y la recompensa ha sido la mejor.

— Hermosa, tú has seguido portándote muy bien. — Me da un suave beso en el cuello. — Y aunque me encanta que me obedezcas, también quiero que me des algo a cambio.

— Lo que tú quieras. — Respondo sin dudar.

— Ya llevamos algunos meses juntos y ya es tiempo, ¿No crees? — Se me corta la respiración cuando siento la punta de sus dedos en mi entrepierna.

— Es que aún no estoy lista, tengo miedo. — Cierro los ojos esperando a que me grite, pero no pasa.

— Vale, entiendo eso. — Abro la boca sin poder creer lo que escuché. — No voy a quitarte la virginidad aún. — Suspiro aliviada. — Pero si me vas a dejar jugar un poco.

— ¿Jugar? — Asiente.

— Mis dedos. — Mi corazón late con mucha fuerza. — Tranquila hermosa no voy a traspasar esa barrera y tampoco te voy a lastimar. Solo vamos a jugar para que sientas placer, también así será fácil cuando al fin llegue ese momento.

— ¿Seguro? — Asiente dándome un beso.

— Quítate la ropa, hermosa. — Se me forma un enorme nudo en la garganta. — Completamente desnuda para mí. — Vuelve a besarme.

— Es que... — Me interrumpe mirándome de manera dura.

— Sin pretextos, no me digas que no. Quítate la ropa. — Ordena.

— Es que no es un no. — Alza una ceja. — ¿Puedes hacerlo tú?

— Perfecto. — Me hace ponerme de pie.

Comienza a quitarme la ropa mientras que a mí se me acelera el corazón. Cuando me deja en ropa interior me empuja con suavidad para que me vuelva a recostar.

— Eso es, calladita. — Me besa el cuello mientras me desabrocha el sostén. — No te muevas.

Sus labios cubren mi pecho y separa mis piernas para meterse entre ellas. Inconscientemente trato de apartarlo. Estoy demasiado nerviosa.

— No te muevas hermosa.

— Lo siento. — Separa un poco más mis piernas y los nervios regresan, pero mucho más fuertes.

Cuando sus manos llegan a mi cadera y comienza a bajarme las bragas me tenso. Nunca había estado desnuda completamente. Cierro los ojos cuando mira fijamente mi entrepierna.

— Relájate hermosa, va a gustarte te lo juro. — Solo asiento.

Separa mis piernas y se arrodilla entre ellas sin dejar de mirar mi cuerpo desnudo. De un momento a otro quiero llorar y no tengo idea por qué. Antes de que pueda llevar sus dedos a mi entrepierna lo detengo y me fulmina con la mirada. No quiero hacer esto.

— No arruines este momento Aitana. Hemos estado muy bien, así que... — Siento sus dedos entrar y de nuevo intento apartar su mano. — No me voy a detener así que disfruta. — Sujeta mis manos encima de mi cabeza con una de sus manos mientras sus dedos entran y salen de mi interior.

— Detente. — Le suplico, pero hace todo lo contrario. — Por favor, detente.

— No me voy a detener, así que cierra la boca. — Sujeta con más fuerza mis manos.

— Por favor. — Le repito con las lágrimas cayendo hasta mi sien.

— Cállate. — Giro la cabeza a la derecha para dejar de mirarlo solo sintiendo sus dedos. — No me voy a detener hasta que te corras Aitana, así que de ti depende cuando me detenga.

— Por favor. — Muevo las piernas cuando se inclina entre ellas y siento su aliento en mi entrepierna.

— Tienes que correrte y sino lo haces así voy a follarte Aitana, así que relájate.

Siento sus labios y comienzo a patear hasta que me sujeta las caderas demasiado fuerte hasta el punto en que me duele. Le vuelvo a suplicar que se detenga, pero hace todo lo contrario y la presión en mi cadera es aún mayor para que no me mueva. Comienzo a sentir algo extraño en el vientre, mi interior se tensa, los latidos de mi corazón y mi respiración se aceleran, pero aun así se me escapa un sollozo. De un momento a otro dejo de sentir esa sensación extraña en el vientre y mi interior se relaja, pero mi corazón y respiración no lo hacen. Comienzo a sentir como si me hubiera hecho pis.

— Perfecto. — Me da un beso en el vientre y luego se pone de pie para entrar al baño.

Me cubro con la sábana y le doy la espalda a la puerta del baño sollozando en silencio.

— Te dije que te iba a gustar. — Se recuesta pegando mi trasero a su entrepierna. — Te gusto, ¿Verdad? — Asiento sujetando la sábana a mi pecho, pero no dura mucho.

Me quita la sábana y entonces puedo sentir que no lleva camiseta ni jeans, solo siento su bóxer que es lo que separa su pene de mi trasero.

— No te muevas. — Asiento.

Vuelvo a sentir sus dedos entrando y las lágrimas regresan, pero no lo miro. Me tenso cuando se baja el bóxer. Comienza a masturbarse poniendo su pene entre mi trasero. Me obligó a relajarme solo para que deje de tocarme. No, no siento placer en lo que me hace, es todo lo contrario. Cuando siento ese líquido espeso en la parte baja de mi espalda las náuseas comienzan. Y de esa manera terminaron mis semanas llenas de felicidad al lado de Oliver. Sabía que era demasiado bueno como para que durará tanto tiempo.

Los siguientes días fueron prácticamente lo mismo. Fingía que me gustaba, pero por dentro quería vomitar y salir corriendo de ese motel. Nunca me atreví a hacerlo.

Desde hace un tiempo el fin de semana antes de nuestro cumpleaños o ese mismo fin de semana lo pasamos en el Nova Win. El cumpleaños de Aidan se acerca y nos vamos a ir como cada año. Esta vez mis papás tienen algo más de tiempo así que nos iremos el jueves en la tarde y regresaremos el lunes en la noche.

— ¿Entonces me estás diciendo que no nos vamos a ver el viernes ni el lunes? — Me espeta Oliver.

Asiento bajando la mirada. Me da una bofetada que me llena los ojos de lágrimas. De nuevo lo arruine.

— Avisa que vas a llegar una puta hora más tarde. — Me lanza mi bolso.

Con las manos temblando le envió un mensaje a Patrick con una excusa para que pase por mí una hora más tarde. Solo me responde que está bien.

Después de que dejó mi bolso comienza la tortura para mí. Llevamos un par de semanas así y no logro acostumbrarme a sentir sus dedos en mi interior y mucho menos sentir como se masturba con mi trasero.

— No voy a seguir así mucho tiempo más Aitana, cuando te vea el próximo miércoles te voy a follar. — Las lágrimas caen sin poder contenerlas. — Ya estoy cansado de tus putos pretextos, así que voy a follarte. — Solo asiento.

Cuando me lleva de regreso a la escuela de música ya pasó la hora extra que le había pedido a Patrick para que fuera por mí y el corazón se me acelera. No puedo sentirme tranquila mientras Oliver conduce. Al llegar lo único que quiero hacer es bajarme, pero no me deja, tira de mi brazo para besarme. Quiero que la tierra me tragué cuando mi puerta se abre y al girarme veo a papá con una expresión que no me gusta. Me hace bajar a la fuerza del auto y no viene solo, mi tío Danielle está aquí.

— No te quiero cerca de mi hija o te vas a arrepentir toda tu puta vida. — Papá le suelta un golpe a Oliver que lo hace impactar contra su auto.

— ¡Papá, no! — Mi tío Danielle me obliga a caminar. — ¡Oliver! — Grito, pero me hace subir a la camioneta.

— No te atrevas a abrir la puta puerta Aitana. — Me espeta mi tío y unos segundos después papá sube.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora