IMPERIO 52.

217 16 0
                                    

Ya tengo treinta y tres semanas de embarazo. A siete semanas de dar a luz. Es otro niño y su nombre será Ian. Cuando les dimos la noticia a nuestras familias todos se pusieron muy felices y en ese momento más que nunca extrañe demasiado a mi abuelo Edmon.

Su tercer aniversario luctuoso está por llegar y aun lo extraño demasiado. Realmente no hay día en que no lo haga. Su muerte fue muy difícil para mí, pero sé que lo hubiera sido mucho más de no tener a Adriano a mi lado como lo estuvo.

Ha sido un embarazo distinto. Sin complicaciones mayores solo los malestares normales del embarazo, pero nada de qué preocuparnos. Ha sido difícil estar embarazada en mi primer año de residencias. Desde el último mes y medio las guardias de noche me matan del cansancio y a Adriano de la preocupación.

Cuando se inauguró la constructora en Qatar asistí con una pequeña barriga de casi seis meses de embarazo y demasiado orgullosa del hombre que amo. Hace dos meses comenzaron con las ideas para la nueva sede en Francia. Aunque obvio no es algo que se haga de la noche a la mañana. Élite Constructions es todo un éxito.

Cuando entro a la sala de residentes se me llenan los ojos de lágrimas. Esta toda llena de globos azules y regalos.

— Teníamos que celebrar a este bebito. — Me dice Melanie con una amplia sonrisa.

Me engañaron. Me dijeron que teníamos que llegar un poco más temprano para completar algunos expedientes que faltaron.

— ¡Ay, chicos! Muchas gracias.

Antes que cualquier cosa me pongo mi uniforme. Lo mejor de ser médico es trabajar básicamente con una pijama y es aún mejor estando embarazada. Trabajar en pijama y con crocs. No existe nada más cómodo en el mundo. No hay zapatos ajustados que lastimen mis pies en esos días que están muy inflamados.

Abro los regalos mientras comemos un delicioso pastel y cuando Adriano venga por mí va a tener que entrar a ayudarme con todo esto. Mi bebé ha recibido muchos regalos aun antes de nacer.

A diferencia del embarazo de Marcus hay muchas más personas a mi lado lo cual ha ayudado a mi estado de ánimo. Saber que además de mi familia hay otras personas que se preocupan por mi bebito y por mí de verdad es un alivio. Esta vez con gusto confirmé a la prensa lo que ya era obvio. Adriano y yo esperábamos a nuestro primer bebé.

— Un baby shower pequeñito, pero sabes que te queremos.

— Muchas gracias. — Se me llenan los ojos de lágrimas.

— ¡Ah, no! Nada de lágrimas que por esto no me gusta obstetricia. — Se queja Vin y suelto una carcajada.

— ¿Con quién vas a estar esta semana? — Pregunta Xavier mientras sigue comiendo pastel.

— Káiser. — Me miran con burla.

— Ya di que con tu tío. — Suelto una carcajada.

Algunas veces si se me escapa llamarlos tío, tía o abuelos. Por lo general hago todo lo posible para evitarlo. De verdad es difícil saber cuándo son tu familia o en el caso de mis abuelos, los jefes de todos.

En mis primeros días como interna, conocí a Tommy: un niño de la edad de Marcus con cardiopatía congénita. Estuvo casi un año en lista de espera para un trasplante de corazón y hoy finalmente se podrá realizar. Son esas cosas que como médico te llenan el corazón y el alma de felicidad. He sido su doctora durante casi dos años. He estado presente desde el inicio en este difícil camino de un trasplante. Mi tío ha sido su cardiólogo desde el primer día de vida.

— ¿Cómo te sientes? — Me pregunta mi tío mientras caminamos al ascensor.

— Muy bien. — Me pasa el brazo por los hombros y es imposible decirle que no lo haga.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora