IMPERIO 65.

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—Aitana, ¿Qué paso ahí dentro? — Me pregunta Moon.

Exploto frente a los oficiales, Jess que es la única enfermera y mi tío.

—¡Paso que Oliver Vidal me violo cuando tenía quince años! Oliver Vidal es el padre de Marcus, gracias a mis papás él está en prisión. ¡Le tengo que salvar la vida al hombre que me destruyo la vida hace quince años!

—No tienes que... — Interrumpo.

—Hice un juramento, ya no soy la misma. No voy a dejar a morir a un paciente, no importa quién sea o que haya hecho, simplemente van a mantener su rostro cubierto. — Salgo de la sala de trauma.

—Doctora Ivanova, no lo tiene que hacer. — Me insiste Jess cuando entra al quirófano y me estoy lavando mientras otros enfermeros preparan a Oliver.

—Jess, tiene muchos años que pagar en prisión aún. Solamente ha estado quince años ahí, no voy a dejar que se salga con la suya. Le voy a salvar la vida y va a regresar al lugar que mis papás consiguieron pasará el resto de su vida.

—No la voy a dejar sola doctora y créame que no voy a decir ni una sola palabra.

La abrazaría, pero ya me lavé y tendría que volver a hacerlo. Jess es mi enfermera favorita, ni siquiera recuerdo en cuales de mis cirugías no ha estado, siempre intento que este conmigo, casi creo que me lee la mente.

—Rápido Emma, es tu última cirugía conmigo antes de que mañana te vayas a realizar el examen. — Le guiño un ojo y sonríe con nervios.

Emma Maerker es una de las residentes que más he disfrutado enseñar, tiene muchas ofertas de otros programas de cardiología y solo espero que de verdad decida quedarse aquí. Son pocos los residentes que de verdad me caen bien.

Cuando tengo su corazón frente a mí es la única forma en que de verdad creo que tiene corazón pues lo estoy viendo y unos minutos después tengo mis manos sobre él. No estoy viendo su rostro, pero aun así sé que es él y ni siquiera sé cómo es que lo estoy haciendo.

Mi tío no se ha movido de aquí, Jess está en el mismo lugar de siempre, Tim frente a mí y todos están cuidando cada uno de mis movimientos. La verdad me molesta un poco que duden de mis capacidades. Jamás haría nada de lo que no estuviera segura de poder hacer.

—Aitana, ¿Estás bien? — Me insiste mi tío y asiento.

—Dejen de distraerme. — Se quedan en silencio, pero Emma lo rompe.

—Doctora, ¿En dónde hizo su examen de certificación médica? — Todos los residentes están demasiado nerviosos.

—Chicago. — Logro controlar la hemorragia. — ¿Planeas dejarme? — Alzo una ceja y aunque lleva cubrebocas sé que está sonriendo.

—¿De qué hospitales recibió ofertas? — Mi tío se ríe.

—Mejor pregúntale de que hospitales no recibió ofertas.

—Hopkins, Stanford, Columbia, varios hospitales en Boston, Londres, Italia, Rusia y por supuesto que no eran hospitales Káiser; pero no pensaba irme de Nueva York así que rechace todas las ofertas.

Continuamos hablando sobre nuestras experiencias con el examen de certificación médica que todos realizamos al terminar nuestras residencias. Todos tuvimos experiencias distintas y no es por presumir, pero fui una de las mejores en dicho examen. Al igual que Emma y todos los residentes de último año estaba demasiado nerviosa, muchísimo más que el día que hice el examen del internado.

Esta cirugía se convierte en un subí y baja. He controlado tres paros cardiacos y tuvo suerte que el objeto punzocortante no haya perforado sus pulmones, solo hubo una pequeña lesión que no ha causado ningún problema. El corazón se daña a cada minuto que tardo en repararlo y las hemorragias no ayudan.

AITANA. (Imperio #2)Where stories live. Discover now