IMPERIO 40.

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Cuando despierto no me importa en donde estoy, lo primero que hago es llevarme las manos al vientre y cuando siento a mi bebé suspiro. Aun me duele la cabeza.

— Tranquila gordita. — Adriano pone su mano encima de la mía.

— ¿Qué pasó? Me duele la cabeza.

— Voy a llamar a la enfermera y a tus papás, pero no te levantes, ¿Vale? — Asiento.

Unos minutos después mis papás entran y papá suspira aliviado al verme despierta mientras que mamá me abraza sollozando.

— ¿Cómo está mi bebé? — Lo demás no me importa.

— Está muy bien mi amor. Te hicieron una ecografía.

— Sufriste un ataque de pánico. — Termina papá.

— No quiero regresar al juicio papá, por favor. — Me tiembla el labio inferior.

— No lo vas a hacer mi amor. — Suspiro cuando me da un beso en la frente.

— ¿Cómo te sientes? — Mi tía entra a la habitación.

— Cansada y me duele la cabeza. — Reconozco. — Tía, mi bebé.

— Tuviste pequeñas contracciones, pero nada grave.

Cierro los ojos porque una vez más por culpa de Oliver pude perder a mi bebito.

— No te preocupes Aitana, no es nada grave. Lo hemos estado monitoreando, ¿Quieres verlo y escuchar su corazón? — Sin dudarlo asiento. Aunque siento como se mueve necesito verlo y sobre todo escuchar su corazón.

— Mi amor, es importante que sepas que vas a tener que declarar en el juicio. — Sigue papá cuando puedo estar más tranquila respecto a mi bebito.

— Pero... — Me pide que lo deje continuar y asiento.

— No lo harás en el juicio como tal. Hablarás con el juez, pero aun así Jade y la presidenta del jurado estarán presentes, solo ellos tres.

Suspiro más que aliviada. Creo que mi problema no es hablar, lo he hecho muchas veces en las terapias de grupo. Mi problema es Oliver, en cuanto lo vi me puse muy mal y ese era uno de mis mas grandes miedos, por eso había evitado las sesiones anteriores verlo, aunque fuera unos segundos.

Me ayudan a ir al baño, me traen algo de cenar y hablo como media hora con Adriano antes de quedarme profundamente dormida.

El jueves en la mañana me voy a mi casa. Realmente me pude ir desde el miércoles en la tarde, pero me quedé dormida y no quisieron despertarme, lo cual les agradecí pues realmente seguía muy cansada. Hasta cierto punto la habitación del hospital es cómoda. Aún estoy algo agitada y asustada, pero sé que mi bebito está muy bien.

— ¿Te quedas conmigo? — Le suplico a Adriano.

— Siempre que me necesites gordita. — Me da un beso en la frente.

Adriano ha sido parte importante de mi recuperación. No me ha dejado sola en ningún momento, cuando siento que estoy a punto de hundirme él ha estado para abrazarme e impedir que eso pasé. Cuando estaba en VASYF y aunque físicamente no podía estar conmigo todo el tiempo, yo sabía que estaba ahí y eso me lo hacía mucho más fácil.

Ha estado conmigo en los peores momentos, pero también en el más feliz de mi vida — como el día que supe que mi bebito es un niño —. Nunca me ha dejado sola y jamás voy a poder agradecerle todo lo que ha hecho por mí.

Después de cenar subimos a mi habitación y seguimos hablando hasta que me quedó dormida.

Cuando despierto me revuelvo un poco y Adriano sigue en mi cama profundamente dormido y me sigue abrazando. Me vuelvo a acomodar en su pecho y su perfume es algo que desde que lo conocí me encanta. La verdad la mayoría de los perfumes de hombres me encantan. Es lo más delicioso que existe.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora