IMPERIO 23.

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Mis amigos vinieron a verme en una hora que teníamos libre y me sentí bien al tenerlos aquí. Lexie como buena amiga dramática sollozo unos minutos, pero ya estoy acostumbrada a su manera dramática de ser, no sería ella.

Yo sigo sin poder recordar nada y la verdad es que eso me frustra mucho. El abdomen sólo me duele si me inclino o hago mucha fuerza. Ayer me dolía solo con moverme. El médico me dijo que es normal considerando que el auto me golpeo directamente en el abdomen, me explicaron que no fue grave pues el auto comenzaba a avanzar, pero al tener esa droga en mi sistema me fue más difícil mantener el equilibrio.

— Te ves horrible. — Se burla Aidan y le pongo los ojos en blanco.

— ¡Aidan! — Lo regaña mamá.

— Ay ya, no exageres, que es broma mamá. — Me da un beso en la mejilla.

Mis hermanos siempre han tenido esa idea que deben protegerme por ser la única mujer y aunque tienen un carácter difícil, — sobre todo Aidan — me gusta sentirme así, aunque la mayor parte del tiempo yo termine cuidándolos a ellos, pues son menores que yo. Aunque es lindo que lo traten de hacer.

Adriano viene a verme después de clases y está vez ninguna enfermera lo obliga a irse. Siempre me siento bien estando con él. No dejo de preguntarme por qué no pude enamorarme de él, creó que él tampoco lo hizo de mí. Nos tenemos mucho cariño, pero amor no, es extraño.

Esa noche también debo quedarme en el hospital y Adriano se queda conmigo para que mis papás puedan ir a casa. Obvio se opusieron al inició, pero terminaron aceptando. Una prueba más de lo mucho que papá confía en Adriano y yo solo vuelvo a confirmar porque es mi mejor amigo.

— Esto no parece para nada un hospital. — Se recuesta en otra cama que pusieron casi al lado de la ventana para él.

— No seas idiota, es el área VIP del hospital. — Abre la boca.

— Ahora entiendo por qué no me querían dejar subir hasta que tu papá dio autorización. — Me hace reír y mi abdomen duele. — ¿Ya sabes a qué universidad vas a ir?

— Falta demasiado para eso, pero sé que quiero estudiar medicina.

— Serías estúpida si no estudias medicina o leyes, así no tendrías que preocuparte del trabajo.

— Desde niña decía que quería ser doctora y aún quiero serlo.

— Yo creo que voy a estudiar arquitectura. — Se encoge de hombros y se pone de pie. — Tal vez leyes para que tu papá me de trabajo. — De nuevo me hace reír. — Muévete. — Frunzo el ceño, pero me muevo un poco y se sienta a mi lado. — Te quiero monstruo. — Me da un beso en la sien abrazándome.

Nos quedamos así mientras hablamos y lo último que recuerdo es que me dijo algo del equipo de natación y luego de seguro me quedé dormida.

— ¡Esta dormida! — Exclama Adriano en un susurro.

— Si le hiciste algo a mi hija te voy a cortar las pelotas. — Papá.

— ¡Aarón! — Exclama mamá. Todos susurran. — Ya, que solo esta dormida.

Abro los ojos y sigo con la mejilla en el pecho de Adriano. Quizá sea ridículo, pero siempre duermo mejor cuando lo hago con alguien más y si no es una persona, siempre tengo a mi perro de peluche rosa que me regalo Andrei, o a mi enorme oso de peluche de dos metros que papá me regaló. No me gusta sentir mi cama vacía.

— Ay no. — Apoyo la frente en su pecho y se ríe.

— Sabía que no debíamos irnos a casa. — Comienza papá.

Otra media hora de inútiles regaños. Mamá termina sentándose en el sofá, yo casi me vuelvo a quedar dormida, ni siquiera sé por qué nos quejamos. Al final solo es papá siendo papá.

— Papá ya, solo me quedé dormida. No pasó nada de lo que tú estás pensando.

— ¡Más te vale! — Señala a Adriano con el dedo índice.

Esa tarde me dejan regresar a casa y solo tendré que guardar reposo durante el fin de semana. El lunes podré regresar a clases.

No me gusta que todos me cuiden en exceso y por supuesto que mis nanas lo hacen. Al menos papá no contrató a una enfermera. Solo debo tomar medicamentos para el dolor. Me curan las raspaduras del brazo y la cadera para que no se infecten y sanen más rápido.

— Hola Aitana. Necesitamos hacerte un par de preguntas, ¿Está bien? — Comienza un oficial y solo asiento.

Por supuesto mis papás están aquí. Papá se negó a que fuera a la estación de policía así que enviaron dos oficiales a nuestra casa. Realmente no puedo responder nada, aunque quisiera hacerlo pues no recuerdo.

— Vamos a mostrarte el vídeo de seguridad. — Miro a papá y él asiente.

Me pasan un iPad. Salgo del colegio. Me quedo unos segundos de pie con el celular en mi oído supongo que hablando con Pat pues después comienzo a caminar hasta la esquina como siempre que hay muchos autos. Cuando estoy un poco alejada del colegio un hombre rodea mis hombros con su brazo y pone una navaja en mi costado derecho. En la mano con la que rodea mis hombros me inyecta algo en el brazo, se lleva mis cosas y me quedo unos segundos en shock. Todo fue muy rápido.

Comienzo a caminar hacía la calle justo cuando un auto estaba avanzando, parece que toca el claxon pues me giro hacia el auto, pero no logra frenar por completo. El golpe es en mi abdomen, doy un par de vueltas, por eso me raspe. Un hombre mayor se baja del auto, algunas personas comienzan a rodearme, el hombre me habla, pero yo ya perdí la conciencia o al menos eso parece porque más de una persona está en cuclillas a mi lado hablando. Luego llama a emergencias pues unos minutos después llegan los paramédicos.

— Es que no recuerdo nada, ni siquiera que me haya quedado más tiempo en el colegio. — Me cubro el rostro con ambas manos.

— No tenemos huellas digitales en tu ropa pues llevaba guantes, tampoco su rostro ya que estaba cubierto. — Asiento.

En el vídeo es claro que lleva un pasamontaña, una gorra además de la capucha de su sudadera. Me muestran una fotografía algo más de cerca para ver si su figura me recuerda a alguien, pero no. Me pasan otra fotografía del hombre que llamo a emergencias y tengo una sensación extraña al verlo.

— ¿Lo conoces? — Me pregunta papá.

— Siento que lo he visto en algún lugar. — Miro a mis papás.

— Lo interrogamos y no es familiar o amigo de ningún alumno o maestro del colegio. Solo pasaba por ahí. — Dice uno de los oficiales. — Nos dijo que todos los días pasa por ahí después de su hora de comida. Llamamos a su lugar de trabajo y lo confirmaron, es solo a unas calles del colegio.

— Quizá alguna vez lo vi de lejos. — Me encojo de hombros.

— Aitana, es muy importante que cualquier cosa que recuerdes nos lo hagas saber. — Asiento.

— ¿Estás bien? — Me pregunta papá una vez que los oficiales se van.

— Si, es solo que me frustra no recordar nada. — Resoplo.

— Lo importante es que estas bien mi amor. — Mamá me da un beso.

Me quedó un rato leyendo pues no tengo mi celular y por supuesto mis papás no tuvieron cabeza como para comprarme uno nuevo. A decir verdad, no me molesta, así no veo las notas de la prensa. Solo me preocupa que Oliver no vaya a saber nada de mí, cuando me vio en el hospital estaba muy preocupado. Todos me están cuidando como una muñeca de porcelana y eso no me gusta, incluso se me hace extraño que Aidan no me esté molestando. Después de tomarme un medicamento me quedó dormida.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora