IMPERIO 54.

214 17 1
                                    

A la mañana siguiente nos dan de alta a ambos y tengo licencia de maternidad por seis semanas en las que sé Adriano me hará descansar mucho. Lo necesito. Ni siquiera cuando no dormía incluso mas de cuarenta y ocho horas por estar trabajando me sentía tan casada como por veintiún horas de trabajo de parto.

Marcus está enamorado de su hermanito y tuvimos que aceptar que no fuera al colegio. De verdad no sabíamos la ilusión que le hacía a nuestro hijo tener un hermanito; jamás lo había mencionado. Por supuesto que puse a un lado de Ian el osito que Tommy quería darle.

— Mi amor, por favor. Necesito ir. — Se pasa las manos por el rostro.

— Gordita yo te entiendo, pero acabas de dar a luz y fue un parto muy largo. No puedes ir al funeral de Tommy.

— Aunque sea media hora, por favor mi amor. — Camina por la habitación.

— Vamos a hablar con Millie y si te dice que no. Lo siento gordita pero no vas a ir. — Asiento.

Sé que le preocupa, pero es algo que necesito hacer. No pude estar presente cuando les dieron la noticia y siento que se lo debo a Tommy. Decir que su familia fue amable conmigo es poco. Nos veíamos todos los días, era imposible no hablar y conocer cosas un poco más personales. No estamos hablando de una semana en el hospital, sino de más de un año.

Millie acepta con la condición de que no sea más de media hora y tendré que ir en silla de ruedas pues sigo cansada. Es algo que no puedo ocultar, aunque quiera. ¿Quién no estaría cansada con un parto tan largo?

Mientras Marcus está en el colegio Adriano, Ian y yo vamos al funeral de Tommy. En cuanto llegamos las lágrimas caen por mis mejillas.

— Doctora. — Su madre no oculta la sorpresa aún a través del dolor que está sintiendo y que no puedo imaginar.

— Lo siento si es demasiado, pero tenía que venir. — Niega con una pequeña sonrisa.

— Usted le hacía más fácil a mi Tommy estar en el hospital, pero no debió venir, acaba de dar a luz. — Observa a Adriano.

— Adriano Kellerman. Soy su pareja. Lo siento mucho.

Su hermana Gaby solloza y casi puedo sentir su dolor, aunque a la vez no soy capaz de imaginar lo que siente; ella amaba a su hermano, no había día en que no fuera al hospital a verlo. El ataúd está cerrado, pero aun así Adriano me ayuda a acercarme un poco.

— Gaby. — Ella también se sorprende al verme, pero se acerca y le doy el cojín en forma de corazón.

— Un corazón feliz. — Sonríe entre lágrimas y lo pone encima del ataúd. — Felicidades doctora. — Acaricia la mejilla de Ian.

— Tommy, no pudiste conocerlo, pero quiero que sepas que si tiene tu osito y espero que lo cuides, así como en tu dibujo. Siento no haber podido hacer nada más por ti. — Sus padres se acercan a mí.

— No diga eso. Ustedes hicieron todo lo que pudieron por nuestro Tommy. Nosotros sí creemos mucho en Dios. Nuestro Tommy se fue, pero llegó este angelito. — Se refieren a Ian.

— Muchas gracias por todo lo que hicieron. No entendemos porque Dios nos puso esta prueba, pero algún día lo vamos a entender. Ahora nuestro Tommy ya no está sufriendo.

Nos vamos del funeral media hora después y yo tengo un nudo en la garganta. Aunque quisiera no hubiera podido quedarme mas tiempo, de verdad estoy cansada e Ian es un bebito recién nacido.

— No fue tu culpa gordita y lo sabes. — Pone su mano en mi muslo.

— Al menos su papá tiene razón. Tommy ya no está sufriendo.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora