IMPERIO 24.

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Cuando despierto — me obligan a despertar — ya es de mañana. Solo bajo para desayunar pues no me gusta comer en la cama, es algo incómodo. Casi al mediodía llega un paquete a mi nombre y es un celular que papá pidió para mí, por supuesto es el último modelo, pero debo esperar un rato pues tengo que cargarlo. Sabía que papá no iba a ser capaz de dejarme sin celular y mucho menos cuando regrese al colegio, pues se volvería loco sino me puede localizar.

En cuanto me dejan a solas tomo mi laptop para bajar la copia de seguridad directo a mi nuevo celular y bueno, tarda casi dos horas considerando todas las fotografías, vídeos y demás. Justo en este momento me arrepiento hasta de la fotografía que les tome a los cachorros, el vídeo de dos segundos que grabe por error, la fotografía borrosa que no elimine, de todo.

En cuanto tengo todos mis números de nuevo le envió un mensaje por WhatsApp a Oliver diciéndole que soy yo.

— ¡Joder mi vida, por fin! — Se escucha aliviado cuando me llama.

— Lo siento, es que hasta hoy tuve celular de nuevo.

— No te preocupes, ¿Cómo te sientes?

— Aún me duele un poco el abdomen y no recuerdo nada.

— ¿Absolutamente nada? — Hago una mueca.

— No mi amor, nada y eso me frustra.

Mientras hablamos insiste en preguntarme si recuerdo algo por mínimo que sea, pero mi mente está en blanco. Termina por decirme que quizá no hay nada importante que recordar, solo fue un asalto y nadie me hizo nada malo. En eso tiene razón, pudo ser peor, como un secuestro o me violaran, aun así, me frustra demasiado no poder recordar exactamente lo que paso. Es como si me hubieran eliminado algunas horas de mi vida. Se suponía que iba a recordar lo que paso, pero no fue así.

Cuando le digo que quizá no vaya a poder verlo se lo toma bastante bien y me dice que lo único importante ahora es que yo me sienta bien. Quisiera tanto poder tenerlo conmigo.

Después de cenar me vuelvo a tomar un medicamento que me hace dormir profundamente y me ayuda mucho con el dolor. Por supuesto aún no se eliminan los raspones de los brazos y cadera, creo que más que dolor es comezón. Ya tengo un moretón algo considerablemente grande en el abdomen por el golpe.

Antes de cenar cada día hablo con Oliver. Sigue bastante tranquilo y preocupado por mí, la verdad es que eso me encanta, quiere decir que de verdad le importo.

Cuando regreso a clases el martes en lugar del lunes por supuesto todos se enteraron de lo que me pasó. Las raspaduras aún no sanan por completo, el dolor del abdomen es muy poco gracias a los medicamentos, pero sigo sin recordar nada.

El resto de la semana Oliver sigue preocupado y todos los días me pregunta si recordé algo, pero sigo exactamente igual.

El miércoles siguiente al fin puedo ver a Oliver y en cuanto eso pasa lo abrazo apoyando la mejilla en su pecho.

— Te extrañé mi amor. — Me da un suave beso.

Cuando llegamos a la habitación del motel tengo una sensación extraña algo similar a lo que me pasó el día que vi al hombre que me golpeó con su auto, pero esta vez es mucho más fuerte y no entiendo que me pasa.

— ¿Estás bien? Te pusiste pálida mi amor. — Me siento y él me da agua.

— Gracias. — Me da un beso.

— ¿Segura que te sientes bien?

— Si, deben ser los medicamentos solamente.

Oliver me hace el amor de una manera lenta y aunque en muchas otras ocasiones me encanta, esta vez no puedo evitar tener esa extraña sensación. Es muy confuso, si se supone que el día del accidente ni siquiera estuvimos aquí.

AITANA. (Imperio #2)Where stories live. Discover now