IMPERIO 3.

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Hoy Adriano me invita a salir de nuevo y encantada acepto como cada día que me invita, el problema aquí sigue siendo mi papá, aunque la verdad comienzo a creer que confía en él o desde la primera vez que salimos me hubiera prohibido verlo. No fue así.

La verdad es que Adriano es increíble. Ha respetado al pie de la letra la hora en que papá le dice que tengo que estar en mi casa, incluso hemos llegado antes. Supongo que quiere que confié en él y creo que lo está logrando.

—Tengo práctica, así que paso por ti a las 5:30pm, ¿Vale? — Como las ultimas semanas me acompaña hasta la camioneta de Patrick.

—Vale, 5:30pm. — Sonríe y abre la puerta de la camioneta para que suba. — ¿En serio no me vas a decir a dónde vamos a ir?

—No, te veo mas tarde. — Me da un beso en la mejilla y cuando se va resoplo.

Normalmente pasa por mi a las 4:00pm, así que hoy vamos a tener un poco menos de tiempo ya que debo estar de regreso en mi casa a las 8:00pm o papá es capaz de llamar al servicio secreto para buscarnos, es demasiado exagerado.

No tengo ni la menor idea de a donde vamos a ir y estuve media hora en medio de mi vestidor observando mi ropa hasta que me rendí y me decidí por unos jeans verde militar, con una blusa negra, pero con tres collares de distintos tamaños para que no fuera tan simple y unos tenis blancos.

A las 5:25pm mi nana me avisa que Adriano ya llego y solo tomo mi pequeña bolsa para bajar, pero cuando me ve hace una mueca.

—¿En serio me veo mal? — Niega rápidamente.

Pero cuando vuelve a hacer esa mueca ya no le creo. Hasta que veo lo que él lleva puesto, parece como si fuera a hacer ejercicio.

—Creo que si debí decirte a donde vamos. — Se ríe y lo miro con el ceño fruncido.

—¡Te pregunte diez veces! — Exclamo. — ¿A dónde vamos?

—A jugar tenis. —Trago saliva. Yo no se jugar tenis. — Así que vas a tener que cambiarte de ropa, lo siento.

—Es que... — Me interrumpe.

—Vamos, yo te espero aquí. — Resignada subo a mi habitación.

No sé cómo le voy a decir que soy un asco jugando tenis, lo he intentado un millón de veces, pero la pelota y la raqueta me odian.

Encuentro mi faldita blanca de Nike, pero no la estúpida blusa y no quiero perder mucho tiempo, así que no me queda de otra que tomar mi blusa color lila de Adidas que fue la primera que encontré. Cuando tomo la funda de la raqueta el estómago se me revuelve, creo que voy a pasar una enorme vergüenza esta tarde.

—¡Vaya, veo que si sabes jugar! — La vergüenza será peor.

—Am... — Quiero golpear con la raqueta a mis papás. Estaba a punto de confesarle a Adriano que soy pésima en esto cuando entran.

Mamá saluda como siempre a Adriano con un beso en la mejilla y por lo menos mi papá ya estrecha su mano. Ojalá me dieran ganas de vomitar justo ahora para no tener que pasar esa vergüenza.

—A las 8:00pm. — Afirma Adriano antes de que papá se lo diga.

—No, a las 9:30pm. — Se va.

Todos nos quedamos con la boca abierta. Papá confía más en él de lo que pensé. La verdad eso me gusta.

Durante el camino se me olvida decirle a Adriano que no se jugar pues le pregunte sobre su entrenamiento y básicamente de eso hablamos hasta que llegamos al club deportivo del que mi familia y yo somos socios.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora