IMPERIO 46.

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— ¿Estás bien? — Sino me sintiera tan bien y feliz en estos momentos lo golpearía con lo primero que tuviera a la mano.

— Estoy bien. — Pone su rostro en mi cuello y de verdad me siento demasiado bien.

— ¿Por qué no me dijiste que vendrías? — Se había tardado en preguntar y me sonrojo.

— Es que ni yo lo sabía. — Me mira con el ceño fruncido. Por supuesto se escucha estúpido, pero es la verdad.

— ¿A qué te refieres?

— Papá entro a mi habitación con los pasaportes y la autorización del jet para volar. — Sonríe.

— Ya sabía que me quiere. — No puedo evitar soltar una carcajada.

— Sé lo mucho que le costó hacer eso. — Asiente. — Me dijo que sabía que tú me ibas a cuidar como él.

— Siempre lo voy a hacer. — Me da un suave beso. — Marcus y tú siempre me van a tener.

— Gracias por esto. — Acaricio su mejilla. — Creí que nunca lo iba a poder hacer. — Me da un beso en la frente.

— Jamás te voy a lastimar gordita, todo será como tú quieras. — Lo abrazo para no llorar.

— ¿No tienes que ir a trabajar? — Se ríe.

— Gordita, es domingo. — Abro la boca sin decir nada.

Siento que me robaron todo el sábado. Subí al jet en Nueva York a las 6:30pm, pero llegué la madrugada del domingo a Qatar a las 3:00am.

— ¿En dónde está Marcus?

— Con mis hermanos y abuelos en Los Ángeles. — Asiente.

— ¿Cuántos días vas a estar aquí?

— No tengo idea. — Suelta una carcajada.

— ¿Entonces tu papá solo te subió a un avión y no supiste nada más?

— ¡Exactamente! — Ambos nos reímos.

— Yo no voy a poder regresar a Nueva York hasta que el proyecto terminé. — Asiento.

— Lo sé, es solo que necesitaba venir. — Vuelve a besarme.

— Pero de hecho voy a regresar antes.

Nos vestimos y vamos a la cocina en dónde me explica que el proyecto tomó menos tiempo ya que los dueños son árabes y no les importó pagar más dinero si podían inaugurar el edificio, aunque fuera una semana antes. Realmente será un mes antes de la fecha prevista.

— ¿Crees que me podrías mostrar el edificio? — Asiente y pone dos platos con fruta en la isla de la cocina mientras yo tomo dos tenedores del cajón que me dijo.

Tengo una extraña sensación en la entrepierna, pero no es dolor. Es como si palpitara.

— Mañana puedes ir conmigo. Solo tengo que ir a supervisar las últimas construcciones.

— ¿Y qué vas a hacer cuando regreses a Nueva York? — Alzo una ceja.

— Mejor te lo muestro. — Se pone de pie dejándome con la palabra en la boca.

Unos minutos después regresa con su laptop. Aparta mi plato para ponerla frente a mí y él se queda detrás.

Élite Constructions.

— ¿Vas a abrir una constructora? — Asiente con una amplia sonrisa y comienzo a leer todo.

— En estos meses aquí he hecho buenos contactos. Tengo algunos inversionistas árabes y dos franceses dispuestos a comenzar con Nueva York y después que la constructora se expanda a Francia y a Qatar. — Me giro para abrazarlo. — Yo sabía que este proyecto era el inicio de mi carrera y aunque por supuesto mis papás me van a dar todo el dinero que necesite es mucho menos, créeme que los árabes pagaron demasiado bien por este edificio y estamos hablando de inversionistas árabes que si las cosas salen bien será una de las mejores constructoras.

AITANA. (Imperio #2)Where stories live. Discover now