IMPERIO 62.

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Mis abuelos llevan dos semanas en Nueva York y aun así el escándalo que produjo la negligencia del jefe de cirugía no se minimiza.

A diferencia de los errores de, por ejemplo, un contador, los errores de nosotros como médicos cobran vidas, en esta ocasión fue solo un niño y por esa razón ha atraído aún más la atención de la prensa. Muchas veces los podemos solucionar con otra cirugía o incluso con medicamentos; cuando una persona le dispara a otra nosotros tenemos que hacer todo lo posible para salvar su vida, en algunos casos es imposible pero aun así no nos culpan por perder esa vida, culpan a la persona que le disparo, por supuesto que alguien no estudia para convertirse en asesino.

En cambio los médicos pasamos cuatro años estudiando medicina, un año siendo esclavos en un hospital que de forma linda se dice que somos internos, cuatro o cinco años siendo residentes en que podemos decir que de verdad somos médicos hasta el tercer año, entre uno y tres años más de especialidad, si tenemos suerte podemos publicar algunos artículos durante nuestra residencia, ser parte de un estudio clínico, encontrar un nuevo método quirúrgico que salve más vidas, ser parte del futuro de la medicina mediante la innovación médica, ganar premios para de verdad ser considerados como buenos médicos.

Pasamos mínimo diez años estudiando para que eso pase y un error nos cuesta años de nuestra vida, una fortuna en estudios, dolores de cabeza en investigaciones, esfuerzo para que alguien nos llame doctor o doctora y, sobre todo, sentirnos como tal; pero todo eso se puede terminar con una demanda de cualquier tipo o por el arresto debido a negligencia médica.

No somos Dios, no decidimos cuando una persona va a vivir. Mi abuelo Marcus tenía razón en una cosa: nosotros no salvamos vidas, simplemente les damos una segunda oportunidad cuando no ha llegado su momento, simplemente les damos más tiempo, pero la muerte tarde o temprano va llegar para todos, sí, algunas veces muchos más jóvenes, otros viven cien o más años, algunos otros mueren incluso antes de nacer o minutos después de su nacimiento; pero nosotros no lo controlamos. La muerte es lo único seguro que tenemos como seres humanos.

—Hora de la muerte 9:08am. — Declaro la muerte de mi paciente y me quito el cubrebocas con un suspiro de frustración.

—¿Quiere que hable con la familia? — Comienza uno de los residentes; Thomas sino me equivoco de apellido.

—No, lo haré yo. — Me quito los guantes y la demás vestimenta antes de salir al quirófano.

Lo dije, la muerte es lo único seguro que tenemos en esta vida como seres humanos, llego el momento del señor Valle, así como la parte más difícil como doctora, tener que hablar con su familia. Eric Valle era un hombre de cincuenta y cinco años, pero he visto corazones de personas de ochenta años con un corazón más sano que el suyo, un esposo, padre y futuro abuelo, su hija de veinte y cinco años está embarazada. Yo tengo que decirles que su esposo y padre falleció.

—¡Doctora Ivanova! ¿Cómo está mi esposo? — Su esposa y dos hijos se ponen de pie.

—¿Cómo está mi papá? — Pregunta inmediatamente su hija Clare, ni siquiera me deja hablar.

—El daño en su corazón era a un nivel catastrófico, estaba demasiado débil y... — Clare me interrumpe.

—¿Cómo está mi papá? Dígame que está bien. — Se le quiebra la voz.

—Les puedo asegurar que hice todo lo que estuvo en mis manos, pero no había nada más que hacer, el corazón de su esposo y padre no resistió la cirugía.

—¿Eso que significa?

Todos saben lo que significa, pero mis años como médico me han demostrado que la familia necesita escuchar de la voz de la persona que su familiar falleció.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora