IMPERIO 22.

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Me quedo en shock al darme cuenta que no fue Oliver quién entró a la habitación. Es un hombre un poco obeso y cuando cierra la puerta inmediatamente me pongo de pie agradeciendo haberme vestido antes. No puedo creer que haya podido entrar, necesita una llave. No voy a volver a entrar a este maldito motel, aunque me cueste la vida.

— ¿Q-q-que hace aquí? Váyase, se equivocó de habitación. ¡Váyase! — Tartamudeo. Niega y el miedo crece.

— Vengo a cobrar los intereses de tu novio. — El corazón se me detiene.

— Le doy el dinero que quiera, pero salga de aquí. — Mi respiración se acelera.

— No quiero dinero. — Corro rodeándolo para llegar a la puerta, pero me detiene tirando de mi cabello hacía atrás con demasiada fuerza que duele.

— No me haga nada, por favor. Le doy lo que quiera. — Sollozo cuando me pega a su cuerpo. — Por favor. — Comienzo a gritar cuando me toca las piernas, pero me cubre la boca con su mano.

Lo muerdo, lo golpeó y logró que me suelte, pero cuando abro la puerta me empuja contra ella y el golpe me aturde. Comienzo a gritar y a patear inútilmente cuando me levanta tomándome por la cintura.

— ¡Suélteme! — Grito en un sollozo de desesperación. Me lanza a la cama e inmoviliza mis manos quedando encima de mí.

— Tú eres mi pago de interés y no voy a soltarte, todo lo contrario, pequeña zorra. — Forcejeó, pero es muy pesado y comienzo a sollozar a la vez que quiero vomitar cuando besa mi cuello.

— ¡No, no, no! — Grito una y otra vez hasta que me vuelve a cubrir la boca con su mano. Siento mucho asco.

Intento golpearlo con mis piernas, pero no puedo, me tiene inmovilizada y solo puedo sentir sus labios. Quita su mano para intentar besarme, pero me aparto y antes de que pueda volver a gritar me cubre de nuevo la boca.

— Ahora entiendo por qué a tu novio le gusta follarte. — Grito contra la palma de su mano. — Y vas a ser mía puta. — Quita su mano y vuelvo a gritar con toda la fuerza que puedo.

— ¡Por favor, suélteme! — Grito entre sollozos de desesperación.

Se separa un poco de mí y en ese momento salgo de debajo de su cuerpo. Antes de que pueda tocar la puerta siento una aguja en mi brazo que me hace marearme. Doy dos pasos hacia atrás y me vuelve a lanzar a la cama.

Se pone encima de mi para inmovilizarme. No hace nada, solo me mira de una manera que no me gusta. Comienzo a dejar de tener fuerzas para forcejear, siento las piernas temblorosas y mi corazón acelerado. Sé que me drogo cuando dejo de gritar y no soy capaz de moverme. Siento mucho miedo al saber lo que va a pasar. No puedo moverme y lo peor es que ni siquiera me tiene inmovilizada. Siento una tranquilidad que no debería sentir al saber lo que me va a hacer.

Se quita de encima, aunque quiero correr y gritar no puedo hacerlo. Estoy consciente de lo que pasa, pero no me puedo mover. Me comienza a desnudar con calma mientras me acaricia por completo sin que yo pueda resistirme. Se quita los pantalones y regresa a ponerse encima de mi abriendo mis piernas.

Siento que me besa, me toca y me embiste, mi cuerpo se mueve, pero solo porque él hace que se mueva, yo no soy capaz de mover ni un solo dedo. No puedo gritar, forcejear ni hacer nada. Es como si no tuviera control de las funciones de mi cuerpo, mi cuerpo no recibe las órdenes de mi cerebro.

— Deliciosa. — Se pone los pantalones y luego sale de la habitación.

Entra otro hombre. Pasa lo mismo, yo no puedo moverme. Me drogaron, me están violando y yo no puedo hacer nada. Me mueven, me penetran, me besan, me tocan y no puedo hacer nada.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora