Capítulo 1

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UNA IDEA DESCABELLADA
|Sara Stone|

Me encontraba esperando el autobús a las seis con veinte de la mañana, bajo el frío clima de un típico amanecer de agosto junto con tres personas más que al igual que yo, buscaban ganarse la vida. Llevaba una semana recién cumplida de trabajar en la empresa de mis sueños, así que la desmañanada siempre valdría la pena. Ya había pasado una semana desde aquel día y de aquél extraño momento que tuve en aquella oficina con esa hermosa mujer.

Recapitulemos un poco

Entré hecha un mar de nervios, pues honestamente no sabía si estaba contratada o no. Apenas iba a tomar asiento cuando decidió hablar y comentar la locura más grande que había escuchado jamás.

—Más que una secretaria... Te encargarás de arruinar todos los encuentros sexuales de mi novio.

Comenzó a decir, pero yo no sabía que responder y ni siquiera sabía si seguía respirando en aquel momento. Por obviedad ella se dio cuenta de mi estado de shock.

—Verás y espero lo entiendas a la primera, no me gusta repetir —me barrió con la mirada. Una mirada suave, pero cargada de liderazgo — Toma asiento.

Lo hice, tomé asiento y la miré con suma atención.

—El dueño de esta empresa es mi prometido y por obviedad debo decir que es un hombre muy atractivo.

«Hasta ver no creer», pensé.

Se levantó de su escritorio que es donde estaba sentada cuando yo ingresé al lugar y se puso a caminar de un lado a otro mientras continuaba hablando con cierta amargura.

— Él posee tres defectos y eso puede que acabe con mi salud mental y emocional.

— ¿Tres... Defectos? — pude articular.

— Mujeriego, narcisista y egocéntrico... — suspiró — Para ser más especifica.

Después guardó silencio por unos instantes, como si estuviera formulando el como decirme las siguientes palabras:

—Tu serás... Su chaperona.

— ¿Qué? — me levanté de golpe — Señorita, perdone. Honestamente no entiendo que es lo que quiere decirme. Yo pensaba que...

— Si haces correctamente lo que yo te pida, te aseguro que te conseguiré el mejor puesto en esta compañía.

Me convenció.

— ¿Y qué debo hacer exactamente? — pregunté curiosa.

— Vigilarlo, avisarme que hace y con quién hace ciertas cosas. Básicamente debes estar con él lo más posible que puedas y evitar, escúchame bien...

Se acercó a mi lo suficiente como para poder sentir su aliento rozarme la piel y me pareció más cómo una orden que una petición lo que me decía.

— Debes impedir a cualquier costo que me sea infiel.

— Es una total locura lo que me pide.

— No lo es — me miró desdeñosa — A simple vista se ve que eres muy competente y Leonardo no puede vivir sin una secretaria, dejando de lado que seguramente se las tiraba a todas. En tu caso, no me preocupo demasiado por eso y no me lo tomes a mal, pero no eres su tipo de mujer.

— Que amable... — Murmuré.

—Solo será hasta que nos casemos y si lo consigues sin ningún problema, te daré tu recompensa.

De vuelta al presente

Una hazaña bastante peculiar y una propuesta que no pude rechazar. Solo serían ocho meses y después de eso conseguiría el mejor puesto de toda mi vida y tendría mucho, pero muchísimo dinero.

Me instalé en mi pequeño escritorio ubicado justo frente a la oficina de mi jefe al cuál tendría que vigilar. Llevaba poco más de un mes de viaje por cuestiones de "negocios". ¡Aja, negocios! Por dios, ¿a quien quería engañar con semejante mentira?

Estaba por conocerlo en cualquier momento, por lo cual la señorita Amelia ya me había dejado muy bien informada.

Primer punto: Posiblemente se enojaría al ver qué su secretaria Clarisa había sido sustituida por mua. Ósea, yo.

Segundo punto: Es un jefe bastante estricto y cuando dice que quiere algo a la de ya... es a la de ya.

Tercer punto: No llorar por cualquier motivo.

El último punto era el que más nerviosa me tenía. Básicamente me dio a entender que su temperamento es muy desagradable y que podía llegar a ser sumamente brusco o bastante grosero en la mayoría de las ocasiones.

«Resistencia, debo aguantar», me había estado repitiendo desde aquel día.

Domínico, el portero del edificio dio aviso de que el dueño de este maravilloso lugar por fin había llegado. ¡Ya era hora!

Entré en pánico y comencé a limpiar mi escritorio como una maniática de la limpieza profesional. Las manos ya me habían comenzado a sudar y el hipo se estaba haciendo presente sin mi consentimiento. Escuché el timbrazo del elevador, lo cual quería decir que el jefe estaba por llegar y verme aquí, en lugar de a su sexy secretaria. Bueno, ex.

Y entonces hizo presencia.

Un hombre robusto de tés ligeramente bronceada, que resaltaba perfectamente gracias al tono absurdamente negro de su cabello. Y por supuesto esos ojos azul oscuro no podían faltar. Un hombre cuyo semblante resultaba amenazador a primera vista, salió del elevador. Un hombre que parecía estar iniciando sus treinta, vestido de traje y cuya corbata era levemente sostenida por el nudo de la misma. Siendo un hombre imponente que desprendía sensualidad por cada poro de su piel, caminaba en mi dirección, y que podría considerarlo sumamente atractivo por la mayoría de sus rasgos finos, si no fuera por la mandíbula marcada y el ceño fruncido que se reflejaba entre sus dos gruesas cejas.

Se miraba intimidante y su gesto parecía entre serio, enojado y a su vez... Coqueto. Si, coqueto. Extraña combinación.

Me quedé babeando al verlo pasar junto a mi que ni siquiera me importó el hecho de que había sido totalmente ignorada por dicha presencia masculina. Pasó de largo, entró a su oficina y cerró las persianas para bloquear la vista dentro de ella.

«¡Me comería viva!»


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PEQUEÑO PARENTESIS IMPORTANTE

Esta historia los hará:

* Reír (mucho)
* Enojarse ( bastante)
*Cuestionarse ( constantemente)

POR SU ATENCIÓN, GRACIAS 💕

LA CHICA DESASTRE ©° Where stories live. Discover now