Capítulo 47

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UNA AMIGA
|Sara Stone|

La miré de pies a cabeza sin dejar de admirar su belleza. Era perfecta en todos los sentidos y ahora entendía la razón por la cual el señor Leonardo no podía dejarla. Por contraparte, también llegué a entender porqué ella había estado tan enamorada de un hombre como él. Se que al principio había dicho que no valía la pena y quizá tenía razón, pero joder, que ese hombre era... Maravilloso.

— Solo me iré una semana — dijo nerviosa — Y ese tiempo es suficiente para que la mujer que me lo está robando lo haga cambiar de opinión con respecto a nuestro matrimonio.

— Eso es...

— Sara, esta será tu última tarea — me miró fijamente — Tienes que descubrir quién es esa mujer, solo deja que se encuentren. Pienso que es la única manera de poder descubrir su identidad.

— No creo poder hacer eso.

También quisiera saber más sobre esa mujer, si es que realmente existiese. La mujer por la cuál había hecho sufrir tanto a la señorita Amelia y por la cual a mí me remplazó en segundos.

— En cuánto vuelva prometo darte tu puesto. Sara, está es la misión que lo decidirá todo. — añadió — Tanto tu futuro como él mío.

Le regalé una forzada sonrisa y salí de su oficina con un dolor en el pecho. Cómo era que después de lo que pasó entre él y yo, todavía fuese capaz de mirarla a la cara. No importaba que en ese tiempo no estuviesen juntos, él jamás dejó de pertenecerle a ella.

Volví a casa alrededor de las siete de la noche para arreglarme un poco para la cita que le prometí a Esteban. Sabía de sobra que el se portaría como todo un caballero, pero no me parecía justo darle falsas esperanzas. Debía buscar la manera de rechazarlo sutilmente.

— ¿Hoy no sales? — le pregunté a Julieta al verla echada sobre el sofá.

— No me hables.

La ignoré, pues desde el día de nuestra pelea, no habían sido días más que en guerra. Me despedí de Fátima quién en lloriqueos me pedía que no me marchara. Julieta me la quitó de encima de muy malos modos y se encerró en su cuarto junto con la niña. Salí de casa y pasé a la pastelería de mis padres para avisarles que llegaría un poco tarde, pero no tan tarde.

— ¿Vas con un hombre? — preguntó mi padre, molesto.

— Si, papá — respondí — Voy con un hombre.

— ¿Dónde está? — cuestionó — ¡Quiero conocerlo!

— Ya déjala en paz — intervino mamá dándole un pequeño golpecito — Ya vete  antes de que se arrepienta de haberte invitado a salir y recuerda no mostrarle tu verdadera personalidad. ¡No queremos que te quedes solterona!

— ¡Ya basta, ma!

Salí avergonzada por las ocurrencias de mi madre y me encontré con Esteban en la salida.

— No pueden negar que son familia.— dijo al verme, divertido.

— Arranca antes de que mi padre salga a interrogarte.

Cenamos en un rico restaurante chino por las afueras de la ciudad y después de eso Esteban decidió llevarme a un pequeño parque donde estaban celebrando una tradición mexicana muy famosa: El día de muertos.

— ¡Pero que hermoso!

— Sabía que te encantaría — me tomó de la mano y yo no lo aparté — Es una de mis épocas favoritas.

LA CHICA DESASTRE ©° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora