Capítulo 56

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SORPRESA
|Leonardo Pereira|

El negocio con los Alemanes ya había concluido y fue de donde obtuvimos muy buenas ganancias. Ellos me ofrecieron renovar el contrato de inmediato, pero tuve que rechazarlos hasta cerciorarme que es lo que pasaría con mi empresa. Era una buena noticia por su parte, pero no bastó para levantarme el anímo.

Estaba agotado.

El evento al mejor empleado estaba más cerca que nunca y aunque Lizbeth me dijo que lo canceláramos por la falta de recursos, yo me negué. Si era lo último que podía darles antes de proceder con el recorte de personal, eso haría.

Salí temprano del trabajo y esta vez mi destino no fue mi departamento o un bar; aún faltaba algo muy importante que debía hacer. Mi destino fue su casa.

Llamé a su puerta donde su hermana menor la abrió y cuándo sus ojos me estrujaron lo suficientemente bien, prosiguió a mirarme desconcertada.

— Hola, ¿puedo pasar? — le pedí amablemente.

— Claro. — accedió.

Me hizo pasar y se quedó parada en medio de la sala un tanto incómoda junto conmigo. Ninguno de los dos sabíamos que decir y por más que yo busqué con la mirada, no había rastro de sus padres o en su defecto, de su hermana.

—Usted es el ex jefe de mi hermana, si no me equivoco — comentó rompiendo la tensión.

—Así es, vengo a hablar con tus padres si es posible. — respondí.

—Papá esta trabajando y mamá fue a hacer algunas compras —respondió — Ella no ha de tardar en volver.

—Bien, la esperaré — suspiré.

Me ofreció asiento sobre el sofá y ella se quedó parada junto al comedor donde ambos nos quedamos callados.

—¿Puedo preguntar a que se debe su visita?

— Necesito saber dónde esta tu hermana, pero antes quisiera aclarar unos puntos con tus padres. — respondí.

Se quedó pensativa y después su rostro comenzó a descomponerse. Abrió la boca en una enorme «O», como si hubiese descubierto algo.

— ¡Eres tú! — exclamó descompuesta  — ¡Mierda! ¡Eres tú! ¡Eres tú!

— ¿Disculpa? — cuestioné ante su repentino cambio de actitud.

—Tienes que irte ahora — dijo tomándome del brazo para levantarme del sofá — Si mamá llega y te encuentra aquí todos estaremos muertos.

—Oye... — intenté decir, pero ella comenzó a llevarme hacia la salida toda agitada y antes de que pudiéramos abrir la puerta, su madre entró por ella.

Nos quedamos inmóviles.

—¡Pero que calor hace! —exclamó agitada —  La próxima vez irás tu por los biberones, Julieta...

Se quedó petrificada al verme y pocos segundos después su rostro adoptó un tono rojizo. Su mirada comenzó a pasar de mi hacia su hija que seguía aferrada a mi brazo.

—¿Qué hace usted en mi casa con mi hija menor? — preguntó sobresaltada.

La joven y yo nos miramos por inercia.

—Mamá, no comiences con tus cosas. —me soltó de golpe.

—¡¿Qué estaban haciendo?! — volvió a preguntar y se fue directo a su hija a la que sostuvo de la mano para alejarla de mi.

— Mamá, por el amor de Dios. — reprochó.

— Señora, ¿acaso usted cree qué su hija y yo...? — tragué saliva con dificultad — No, claro que no. ¿Cómo se le ocurre semejante barbaridad?

LA CHICA DESASTRE ©° Where stories live. Discover now