Capítulo 19

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UNA NOCHE FAVORABLE
|Sara Stone|

Salí hecha un manojo de nervios que ni caminar bien podía, y no podría ser yo misma si algo fuera de lugar no me pasase.

«Caerme»

Una mala jugada de los enormes zapatos que llevaba puestos me dejaron tirada sobre el suelo. Estuve practicando con ellos todo el día de ayer y creí haberlos dominado por completo. Me equivoqué.

—Sería raro si esto no te hubiese pasado.

Me dijo mi jefe que me observaba desde arriba sin ningún asombro. Es como si ya esperaba que algo como esto me sucediera. Me extendió la mano y me levantó del suelo provocando que quedara sumamente cerca de él. El hipo no tardó en hacer presencia.

—Que cómico — respondió aún sin soltarme de la mano. — Solo procure no caerse más de una vez.

—Si, señor...

Me ayudó a subir a su coche para después dar marcha a nuestro lugar de destino. Todo el trayecto no pude parar el hipo y maldije para mis adentros por el bochornoso espectáculo que estaba haciendo delante de mi jefe.

Antes de entrar, el señor Pereira me ofreció su brazo y yo solo dudaba entre si tomarlo o no. ¿Por qué tanta amabilidad?

—Debo recordarle que usted es mi pareja está noche — comentó ante mi duda en si tomar su brazo o no — Y me dejaría en vergüenza si usted llegará a tropezar.

—No caeré de nuevo, se lo prome...

—Tres.

—Bien, ya lo agarro — lo sostuve del brazo con cierta timidez, pero la sensación era agradable.

Recorrimos el pasillo bajo todas las cámaras encargadas de tomar fotos y grabar el evento. El señor Pereira se encargaba de saludar a todos a su paso y debes en cuando se detenía para mantener una breve conversación con algunos.

—Ya está todo... — se quedó perplejo ante mi aspecto — ¡Ana!

—¡Sara! — respondimos mi jefe y yo al unísono.

—Te ves... — babeaba, eso era seguro — ¡Wow! ¡Hermosa!

Yo sabía que me veía divina, pues de cierta manera soy bonita. Antes de mi ruptura con Adán yo era puro glamour, algo que cambio desde que empecé a trabajar en exceso y claro que cuando entré en depresión todo eso paso a segundo plano.

—Gracias — le regalé una cálida sonrisa.

—Esteban, encárgate de Sara — tomó mi brazo y lo apartó del suyo para ofrecérselo a Esteban.

—Claro que sí, mi jefe — me tomó gustoso.

Él se alejó de nosotros caminando a toda prisa mientras mantenía la vista puesta en algo o más bien... En alguien.

—¿Quién es ella? — pregunté a Esteban.

Alta, pelirroja, vestido negro sumamente sexy... Un gran problema, sin duda.

—Ella es la irremplazable, Clarisa.

—¿Clarisa? — cuestioné sorprendida — ¿Su ex secretaria?

—La misma.

Ahora entendía porqué la señorita Amelia la despidió. Se trataba de una muñeca y vaya que el señor Leonardo tenía muy buen gusto.

Todo estaba saliendo perfectamente bien a lo acordado. Había presente gente muy importante en la industria del maquillaje así como sus marcas. Lo primero que se realizó fue la subasta de los productos de belleza más caros de nuestra compañía. Después de recaudar una gran cantidad de dinero se hizo una pausa para la hora de la cena que se acompañó con música clásica para comenzar.

—Sara, ve por los representantes de cada casa hogar.

—Entendido, Señor.

Debía reconocer que su profesionalismo era admirable. Ignoraba a cuán modelo se le parase enfrente. La única vez que estuvo con la Clarisa esa, fue al inicio de la ceremonia. Tanto a ella como a las demás mujeres que habían buscado su atención, las había ignorado sin consideración.

Hice lo que me pidió en un segundo para así mismo poder dar inicio al segundo evento de la noche que sería donar lo recaudado en la subasta a cuatro casas hogar. Y para finalizar, se regalaron varios productos de marcas reconocidas que habíamos adquirido, a las familias de los socios más importantes de Innate Beauty.

La noche avanzaba de lo más placentera y todo parecía perfecto. Un éxito de noche, ahora tocaba poner en acción el plan.

Llamé a la señorita Amelia para pedir consejos e indicaciones para tener un resultado más favorable.

—: El solo bebé whisky de la mejor calidad, pero si queremos que se embriague de inmediato, debemos cruzarlo.

—:Bien — respondí atenta — ¿Cómo hago eso?

—: Ofrécele tragos poco a poco. Deja que se divierta con una que alguna piruja y encárgate de que ellas mismas le den de beber.

—: Entiendo — lo miré de reojo.

Su compañía ahora era una prominente morena. Seguí a esa morena hasta el tocador y sin querer queriendo le dije que yo era la secretaria del señor Pereira.

—Oh, que suerte tienes de poder verlo todos los días — me dijo, María. Ese era su nombre.

—Si... — respondí casi convencida. Pero lo cierto era que siempre resultaba ser una tortura estar a su lado. — Al señor Pereira le encantaría tener una compañera de bebida. El ha trabajado mucho para que está noche resultara más que perfecta y necesita relajarse y yo creo que tú podrías ser esa compañía. Te mira de una manera muy especial.

—¿Eso crees? — se miró satisfecha e interesada en todo lo que decía.

—Sin duda alguna. — sonreí victoriosa.

Hice el mismo movimiento con tres mujeres más. Estefanía era la encargada de ofrecerle Vodka, Elena con Vino y Fabiola con un poco de tequila... Ahora solo faltaba deshacerme de la amenaza más peligrosa de la fiesta: Clarisa.

LA CHICA DESASTRE ©° Where stories live. Discover now