Capítulo 26

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¿CELOS?
|Leonardo Pereira|

Al finalizar la jornada de un largo día, decidimos asistir a una cena impartida por  Makeup Line, que realizó con nuestra ayuda y dónde varios de mis clientes y proveedores principales asistieron.

Venía siendo una nueva empresa con la que recientemente nos habíamos  asociado y como los resultados eran bastante favorables, decidieron hacer una pequeña reunión donde asistimos únicamente Sara, Esteban y yo.

La cena comenzaba de la mejor manera. Natalia a mi lado platicaba sobre sus mejores días en el extranjero y yo disfrutaba el presumir su gran belleza.

Siempre había sido así. Desde muy joven cuando  mi padre aún vivía y disfrutaba de sus tiempos mozos,  yo aprovechaba de los privilegios de ser su hijo. Me divertía a lo grande junto a la mayoría de sus modelos siendo las que me enseñaron todo sobre  el placer carnal. Cada una de ellas, siendo mayores que yo, me mostraban algo distinto.

Ella era una de las tantas bellezas que yo había probado un par de veces y quien en esos días me enseñó de todo. Técnicamente fue la primer mujer con la que apliqué lo aprendido por ella y por las demás. Esos días de dicha, gozo y placer. Dónde todos mis problemas y días de infierno encontraron donde refugiarse.

Tan bella, tan sensual y tan jovial a sus casi 40 años.  Ambos en compañía disfrutamos del evento, y conversamos de lo amena que resultaba ser la noche. Pero había algo que me molestaba e inquietaba de una manera indescriptible. Algo que no tenía sentido de ninguna de las maneras posibles.

Me acerqué a ellos que parecían entablar una muy divertida conversación. Llena de complicidad y secretos. Así se les veía.

— Leo, ¿de que color es mi corbata? — me preguntó Esteban en cuanto llegué a su lado.

— Verde. — respondí y él maldijo en voz baja, así que pregunté el motivo.

— Acabo de enterarme que soy daltónico — respondió.

— ¿Qué? — fruncí el ceño mientras pregunté descolocado.

— Es daltónico — repitió Sara.

Los miré estupefacto y  peor aún, sin poder creer que esa era la conversación supuestamente llena de complicidad que estaban teniendo.

— Gracias, Sara. — lo escuché decir y de nuevo estaba  pronunciando su nombre.

¿Cómo no iba a sentirse atraído por ella si al final de cuentas eran exactamente iguales?

Resoplé, fastidiado.

— Esteban — lo tomé por el hombro.— Ve a checar como se encuentran los ejecutivos de Makeup Line. Se les mira inquietos.

— Pero Leo — respondió — La noche apenas y comienza. No esperarás a que me la pase cuidando a los invitados.

— En primera: Soy el señor Pereira para ti, ahora — musité — En segunda: estás trabajando, no de fiesta. ¿Quedo claro? Siguen siendo socios y debemos mostrar el mayor interés posible a sus eventos.

— ¡Si, jefe!— gritó cargado de energía y después de eso se acercó a mi oído para murmurar las siguientes palabras: Quieres quedar bien como jefe frente a Natalia, lo entiendo.

LA CHICA DESASTRE ©° حيث تعيش القصص. اكتشف الآن