Capítulo 30

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NEGACIÓN
|Leonardo Pereira|

Bajamos por las escaleras a pasos moderados para no ocasionar un accidente más. El frío en mi torso empezó a hacerse más insoportable y definitivamente no podía evitar odiar a Sara por quemar mi camisa.

Unos sonidos extraño sonaron la final del camino y cuando estaba a punto de preguntar que habían sido esos ruidos, escuché como Sara comenzó a cantar, según ella para no escuchar nada más. Le pedí que se callara, pero hizo caso omiso a mi orden y prosiguió con semejante martirio.

«¡Esto no podía estar pasándome!»

Agradecido de que llegáramos a la salida del edificio y sobre todo porque ya no tenía que soportar más sus horribles cantos, salimos cegados por la luz de la ciudad que  iluminaba la noche. El frío me golpeó considerablemente provocando que un escalofrío helado pasara por todo mi cuerpo. La camisa o lo que quedó de ella, no me cubrió del todo. Caminé en dirección a mi auto con ganas de acabar con todo ésto, pero me detuve en seco al notar que ella no me seguía.

— ¿A dónde va? — le pregunté y la vi avanzar en lado contrario.

— A la parada de autobús. — respondió y prosiguió su camino.

Eso me enfureció, así que caminé rápidamente hasta ella y la sujeté del brazo para poder llevarla conmigo.

Ya estaba cansado de todo esto.

— Suélteme — me pidió molesta — Yo puedo caminar sola.

— Si, no pienso arriesgarme.

— ¡Ay no puede ser! — murmuró — Se está comportando como el típico chico tóxico que obliga a la chica a ir con él cuando ella se resiste. Y para colmo anda casi sin camisa.

— Lee demasiado.

— Si, bueno — se encogió de hombros.

Llegamos al estacionamiento del edificio y la subí  antes de que se me escapara de las manos otra vez. En cuanto yo entré me puse mi saco por encima de la camisa quemada para calentarme un poco y sobre todo porque parecía que Sara iba a violarme en cualquier momento.

Arranqué el coche y ella intentó poner música dentro del auto, pero yo apagué la radio casi inmediatamente. Era mi oportunidad de aclarar las cosas y está vez no habría nada que lo evitara, ni siquiera ella misma.

— ¿Por qué está evitándome? — pregunté mientras manejaba.

— ¡Ja! ¿Evitándolo? — respondió y la voz le tembló — Qué cosas dice, señor.

— Si lo haces, Sara — la miré en un movimiento rápido y pude notar lo avergonzada que se sentía. — Solo déjame aclarar una cosa. El beso fue una costumbre que yo solía tener, así que no le des demasiada importancia. No fue especial en ninguno de los sentidos.

— Ya lo sé... — agachó la cabeza avergonzada — No era mi intención hacer de esto algo raro entre usted y yo.

— Aprenda a ser profesional, señorita Stone. — fue lo único que pude responder y por alguna razón no me sentí capaz de mirarla de inmediato.

— Si, señor... — respondió y se recostó sobre el asiento para mirar por la ventana. Entonces me di cuenta que lucía... Decepcionada.

Tanto problema para tan poca discusión. Me sentía estafado.

La deje ir directo a su casa sin decir nada más, por ahora se le notaba muy incómoda. En mi lugar, una sensación extraña me invadió por completo.

LA CHICA DESASTRE ©° Where stories live. Discover now