Capítulo 61

19K 1.6K 879
                                    

CORRESPONDIDOS
|Sara Stone|

 

Habían pasado ya varias horas desde que se había marchado y yo comenzaba a caer en una desesperación por ir a buscarlo. No había tardado en anochecer y yo seguía en su espera, pues él había prometido no tardarse y es que ya había pasado una eternidad.

¿Qué tanto estaba haciendo para que le tomase todo el día?

Escuché el portazo de un coche y asomándome por la ventana lo miré a él. No tardé en actuar y salí disparada de casa para encontrármelo a medio camino abalanzándome a sus brazos donde él me agarró en el aire.

—¡Ou! —exclamó perdiendo el equilibrio sosteniéndome del trasero mientras que yo le abrazaba las caderas con las piernas. — Cuidado, nena. Puedes lastimarte.

—Idiota — murmuré contra el hueco de su cuello aferrándome a él. — Tardaste demasiado.

—Siento haberte hecho esperar —dijo y comenzó a caminar hacia el interior de la casa.

En pequeños pasos y conmigo en brazos caminó en dirección al sofá donde se sentó dejándome a horcajadas sobre él.

—Debes controlar tus impulsos — me reprendió con sutileza —, podrías lastimarte.

—Es que te extrañé tanto — respondí — De verdad que te extrañé demasiado.

Lo abracé con más fuerza envuelta en su ferviente calor y poco después comencé a llorar como una bendita Magdalena. ¡Malditas hormonas!

— Sara, mírame — pidió.

Me separé de su hombro que había manchado de lágrimas y lo miré. Mis ojos se encontraron con esos hermosos ojos que brillaban inmensamente. Me regaló una cálida sonrisa y comenzó a pasar su pulgar delicadamente por cada mejilla para secar las lágrimas.

—No te imaginas cuanto yo te he echado de menos, mi pequeña traviesa.

Su pulgar dejó mis mejillas para comenzar a acariciar mis labios en distintas direcciones y todo bajo su atenta mirada, pero poco después decidió abandonarlos para pasar un mechón rebelde de mi cabello por detrás de mi oreja.

—Cierra los ojos —demandó —Voy a besarte.

Y lo hice, los cerré inmediatamente y entonces lo sentí; aquel dulce contacto suave y frío que termino por erizarme la piel. Sus labios comenzaron a moverse lentamente sobre los míos donde no había urgencia de nada, solo existían esas ganas de sentirnos eternos. Pero entonces decidió realizar un pequeño empuje de cadera.

No pude evitar jadear.

Su lengua hizo presencia y estaba segura de que ambos comenzábamos a perder la cordura. Comencé a balancear mis caderas hacia delante en busca de la antigua sensación, frotándome contra él,  restregándome descaradamente. Lo escuché gruñir dejando escapar ese sonido gutural que terminó por hacer del beso algo indecoroso. Sus manos abandonaron mi cintura para posarse sobre mi trasero motivando mis movimientos, haciéndolos más torpes pero más marcados.

—Sara... — murmuró contra mis labios y  entonces noté como intentaba detener mis movimientos — Nena, no... Debemos parar.

— Yo no quiero parar...

—Estoy loco por ti, créeme — respondió seriamente — Y no sabes lo difícil que es para mi controlarme, pero no pienso repetir el mismo error de antes. Primero necesitamos hablar y ya después, como te prometí, no te dejaré en toda la noche.

Me detuve.

—Bien — accedí a muy regañadientes, pues sabía que debíamos hablar primero.

— Traje algo para ti — dijo dándome un pico en los labios para bajarme de su regazo y caminar en dirección a la salida.

LA CHICA DESASTRE ©° Where stories live. Discover now