Capítulo 58

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UNA ÚLTIMA OPORTUNIDAD
|Leonardo Pereira|

Intenté salir tras ella después de recuperarme del golpe que me había dado, sin embargo, las puertas del elevador resultaron ser mas rápidas que yo. «¡Jodida mierda!» No tardé en regresar a la planta baja y cuando estaba a punto de atravesar la salida, unos oficiales me interceptaron diciéndome que los acompañara a la delegación, pues alguien había denunciado un intento de secuestro donde yo era el principal sospechoso.

Vaya cagada.

Dos horas después y con ayuda de Esteban logré salir, pidiéndole que me llevara a casa de Sara. Y entonces la vi, después de tanto tiempo. Molesto o lo que fuera, pero quería abrazarla. Quería decirle mucho más que esas míseras palabras, pero no podía y mucho menos debía flaquear ante ella. Me estaba jodiendo por todas partes, no podía dejar de quererla y en otras ocasiones muy diversas, odiarla.

Carajo, que todo pudo haber sido tan distinto si tan solo ella me hubiera dicho que esperaba un hijo mío.

Cuándo llegué a mi departamento me encontré con Marta quien estaba esperando por mi, pues aprovechando sus breves vacaciones dijo que se quedaría unos días por la ciudad. La hice pasar y serví dos copas de vino donde nos recostamos sobre nuestros asientos para disfrutar del cálido ambiente.

— Así que básicamente le diste el cortón y lo dejaste como un simple... " Yo pago todo".

— Mmm... Si.

— Le dijiste qué no esperara algo que no tenga que ver con el bebé.

— Ajá, si.

Se levantó de su silla y comenzó a recorrer la habitación de un lado a otro mientras acariciaba la copa con sus finos dedos.

— Eres un idiota, Leonardo. — dijo toscamente.

— ¿Por qué? Prometí hacerme cargo del niño... Bebé. No es como si me estuviera desapareciendo.

— ¿Y solo quieres velar por el bebé?

Le di un trago a mi copa y suspiré con un aire de arrepentimiento.

— Ella me mintió y me dejó a mi suerte. Ni siquiera le pasó por la cabeza decirme que estaba embarazada — comencé a decir molesto —¿Y qué hubiera pasado si jamás la  volvía a ver? Hubiesen pasado los años y mi hijo se convertiría en un adulto y yo ni enterado. Duele incluso pensarlo, Marta.

— Habla con ella, pero con el corazón abierto.

— Ya no hay marcha atrás. — suspiré.

— Siempre has sido un idiota, pero esta vez si que te excediste.

— Gracias por el halago. — Murmuré divertido.

— De nada, Cariño. Para eso estoy, pues mira que soltarle tus términos antes de escucharla.— dijo finalizando con un suspiro— Bueno, te dejo. Quede de verme con Amelia por un asunto de trabajo.

—¿Cómo está ella? — pregunté con cierta curiosidad. Desde nuestra ruptura no ha habido ningún contacto entre nosotros  y de cierto modo,  me preocupaba no saber de ella.

— Bien, lo maneja como puede — respondió — Definitivamente esta mejor sin ti, Leo.

— Supongo que todas lo están.

— No me mal interpretes. — añadió apenada — Cuando el estar enamorado duele, como fue su caso, difícilmente puede llamarse amor.

— ¿Y qué pasa con Sara? —murmuré — Lo nuestro también duele, incluso mucho más.

LA CHICA DESASTRE ©° Where stories live. Discover now