Capítulo 41

18.2K 1.6K 215
                                    

REALIDAD
|Sara Stone|

Desperté un poco adolorida, pues la noche de ayer fue una cosa que hasta yo sentía vergüenza de recordar. ¿Cómo podía existir alguien tan experto en el tema? Dios, solo de recordar cada cosa se me ponía la piel de gallina y mi cuerpo no tardaba en reaccionar. Podría hacer algo como eso todas las noches de mi vida.

—Buenos días — lo saludé cuando nos encontramos en la cocina.

Bueno, lo poco que quedaba de ella.

—Buenos días... — se acercó hasta mi y me besó tan exquisitamente que casi me desmayo — Preparé el desayuno.

Se volvió a la cocina por un plato y así servirme de comer. En el proceso no pude evitar comérmelo con la mirada y recordar lo hermoso que era su duro trasero desnudo. Tenía que controlarme y no llorar mientras veía semejante belleza.

¡Vamos, Sara, solo es un hermoso trasero!

—¿Qué miras? — preguntó acusatoriamente.

—¡Nada! — negué de inmediato.

«Mierda»

—¿Hay algo en lo que no seas bueno? — pregunté al ver el delicioso platillo que había puesto frente a mi.

—Mmm... — actuó pensativo — No suelo dibujar muy bien.

—Lástima, porque a mi me encantan los hombres que se les da bien el arte.

—Pues yo sé hacer arte de otra manera... — volvió a besarme y esta vez yo profundicé el beso.

Desayunamos mientras charlábamos de cualquier cosa que se me venía por la mente. Yo era excelente contando chismes y el era muy bueno encontrándome fallas y errores que al final nos hacían debatir.

—Ponte linda que hoy te llevaré a un lugar.

—¿Por qué siempre eres tú él que escoge a dónde ir? — lo cuestioné fingiendo molestia.

—¿Tienes algo en mente?

 

[... ]

 

Caminamos por el centro de la ciudad tomados de la mano y yo no podía borrar la sonrisa del rostro al mirarlo todo enfadado al decirle a donde íbamos.

—Es que no entiendo por qué me trajiste a patinar —gruñó — Yo no se patinar.

—Sabía que no eras bueno en algo — respondí — Y tu debes ser perfecto en todo, así que he decidido ayudarte un poco con eso.

—Eres... Eres todo un caso — me agarró de los cachetes y me besó sin aviso. — Ya estamos aquí. Ahora haz tu trabajo.

Entramos a la pista de hielo y no podía dejar de reír por lo gracioso que me resultaba verlo fallar en algo tan sencillo. Él estaba tan centrado en no caer que ni siquiera se percató el como algunas mujeres se lo comían con la mirada, pues incluso vestido de manera casual lucía realmente apetecible.

—¡Me rindo! — se acercó a mi cómo pudo — Mejor vamos a comer.

—¡Ay, el señor ya está cansado! — me burlé de él —¿Quiere qué le traiga una silla de ruedas?

—Sara...

—¡Ups! — me puse la mano en la boca fingiendo torpeza — ¡Atrápame si puedes!

Patiné con gran agilidad mientras me burlaba de su edad. Eso lo hacía molestar realmente y a mí me causaba una gran diversión.

LA CHICA DESASTRE ©° Where stories live. Discover now