PARTE II

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FUE LO CORRECTO
|Sara Stone|

Algo que siempre me caracterizaba era la puntualidad, pero últimamente no encontraba la motivación para levantarme. Ya había pasado una semana desde que mi vida volvió a la normalidad. Sabía que no debía sentirme triste, es así como debía ser desde un principio. De hecho, mi tristeza iba más allá: Era un dolor causado por su indiferencia y ausencia. Llegaba a la oficina y me saludaba con normalidad, pedía un café como siempre para después  encerrarse en su despacho el resto del día.

No habíamos tenido la oportunidad de hablar por más de cinco minutos.

Recibí una llamada de la señorita Amelia que pedía verme con urgencia y yo sabía exactamente el tema del cual abordaría. Pues si no me equivocaba, Leonardo le pidió volver la misma tarde de ayer. Al menos tuvo la decencia de esperarse unos días.

— Lo recuperé, Sara.

Recordó mi nombre, vaya...

— Felicidades, señorita Amelia.

— Yo sabía que Leo volvería a mi — prosiguió con una sonrisa cargada de victoria — Ella lo aburriría tarde o temprano, siempre es así cada vez que se encapricha con cualquier musa. Aunque está vez debo admitir que fue por un tiempo considerable. En fin, eso ya no importa, al final fue solo una más.

— Si, eso parece... — murmuré —¿Y está segura que se trató de la misma mujer por la que pelearon antes?
 
— Definitivamente, Sara.

Esa mujer no podía ser yo. Leonardo se había portado esquivo con la señorita Amelia mucho antes de que algo entre nosotros pasara. Entonces... ¿Realmente había otra mujer? Mierda, no sabía que pensar.

— Me alegro por ustedes — mentí. Me dolía y muchísimo — Y aprovechando su buen humor,  me gustaría que habláramos de mi nuevo puesto de trabajo como habíamos acordado.

— No puedo hacer eso por ahora — dijo.

— ¿Por qué no? — pregunté descolocada y no pude evitar fruncir el ceño.

— El incidente con los Alemanes pasa factura y el hecho de que no fueras despedida de inmediato dio mucho de que hablar. Si te ascendemos ahora, ¿qué crees que pasará?

— Pero...

— Solo tres meses más — añadió — En tres meses será nuestra boda y seremos el centro de atención. Para ese entonces te daré tu puesto, no antes. Espero lo entiendas, Sara.

— Si, señorita Amelia — sonreí sin ganas — Y gracias.

— ¿Leonardo ya llegó? — preguntó.

— Aún no.

— Cuándo lo haga, le puedes decir que venga a verme.

— Claro.

Salí de su despacho sin ganas de hacer nada. Quería llorar y mucho, pero no iba a permitirme hacer eso. Hacía tanto tiempo que no lloraba por un hombre y está vez no sería la excepción. Yo lo quise así, quise cambiar mi rumbo por un segundo, hacer las cosas diferentes y disfrutar de ellas. Lo hice y fue maravilloso, no tenía nada de lo que arrepentirme.

Llegué a mi lugar de trabajo y noté las persianas de su oficina abajo, señal de que ya había llegado. Suspiré profundamente para luego llamar a su puerta.

— Adelante.

Entré temerosa y miré a mi alrededor. Él se encontraba parado mirando a través de la ventana con suma atención. Tanta que ni siquiera me miro.

LA CHICA DESASTRE ©° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora