Capítulo 49

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UN ENREDO
|Sara Stone|

 
Ya hacía varios días que no tenía un muy buen apetito y en ocasiones eso se debía a unas ligeras náuseas. No fue hasta la tarde de ayer que vomité por primera vez a causa de ello. Probablemente me había estado forzando en comer todo lo que el señor Leonardo pidió para mí, que no pude evitar salir corriendo directo al baño.

Los tres días siguientes se me pasaron volando y es que no tuve tiempo de descansar ni un poco a causa del trabajo y la familia; a todo eso agregándole la de chaperona de mi jefe. No sabía cómo exactamente, pero me las ingenié para no despegarme de su lado ni un momento. Eso estaba por terminar, pues la señorita Amelia volvía mañana. En cuanto a la mujer misteriosa, no hubo señales de ella. Por otra parte la señorita Marta resultó ser a todo dar. Era una mujer increíble y muy divertida. ¿Cómo es qué Esteban dejó ir a una mujer así?

— Sara, voy a salir toda la tarde — me informó mi jefe — Cualquier cosa no dudes en llamarme al celular.

— Si, señor. — respondí enérgica.

Realicé mi trabajo de ocho de la mañana a una de la tarde, después salí a comer con algunos compañeros de la empresa. Chismeamos un poco y conocí mejor a uno que otro dado que no había tenido la oportunidad de entablar algún tipo de conversación con ellos. A eso de las tres de la tarde me restablecí en mi lugar de trabajo.

El señor Leonardo me había llamado al menos tres veces en ese periodo de tiempo y solamente para preguntar cómo iba todo.

—: Esta es la cuarta vez qué me llama.

—: Me preocupa mi compañía y te aseguro qué el dejarla en tus manos me pone de los nervios.

—: ¡Ja! —me burlé —Debería disfrutar de la galería. Es un lugar que merece toda su atención.

—: ¿Por qué no quisiste acompañarnos? — cuestionó — Marta se aburre sin ti. Cree qué yo soy demasiado serio.

—:¿Querías que los acompañara? — pregunté ansiosa por su respuesta.

—: Tal vez... —murmuró — ¿Cómo te sientes?

—: Ya estoy mejor. Solo fue ese día que seguramente algo me cayó un poco mal.

—: Quiero verte, Sara.

Me quedé muda sin saber que responder a algo tan repentino. ¿A qué se debía semejante frase?

—: Me ve todos los días, señor... — respondí nerviosa — Bueno, no todos los días. De lunes a viernes y los sábados aunque sea medio día. Los domingos, pues tenemos que descansar, ¿qué no?

—: Vale, me cortaste la inspiración — dijo y sentí como sonreía a través de la línea.

—: Oh...

— : Bien, te veré cuando regrese. —dijo y suspiró con tantas ganas — Necesitamos hablar... Hay algo importante que tengo que decirte.

Después de decir aquello colgó y una sensación cargada de nervios masivos  me invadió por completo. ¿Qué tenía algo que decirme? ¿Qué cosa tendría que ser para que usara ese tono tan serio conmigo? Comencé a ponerme súper ansiosa deseando que ese momento llegara.

Sonó el teléfono de la oficina nuevamente y al saber de quién se trataba contesté de inmediato.

—: ¿Cuando vas a aceptar que te traigo loco? —Bromeé con la única intensión de romper la tensión de la última llamada.

—: Lo he aceptado tantas veces cómo no te imaginas, bonita.

—: ¿Esteban? — pregunté. 

—: Ese mismo... Un momento, ¿esperabas que fuera alguien más?

LA CHICA DESASTRE ©° Where stories live. Discover now