Capítulo 4

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La última noche que me quede con mis padres me dijeron que ellos me apoyarían siempre y que irían a verme en los partidos que yo quisiera para no ponerme nerviosa, aunque sé que igual los verían por tele, tenía deseos de verlos en la final, quería que vieran que tan lejos lograría llegar.

Estaba sentada en la sala de espera del tren, estaba nerviosa pero todas mis preocupaciones se fueron cuando ambos chicos llegaron.

Lionel con su típica gorra negra junto con una sudadera roja, mientras que Sonia portaba una bonita gabardina azul, los tres con las pulseras para poder dinamaxizar a nuestros pokémon, el regalo de la profesora Magnolia.

Estábamos más que listos, cuando subimos al tren era cómodo y bonito, tomamos comida mientras nos divertíamos, nuestra primera parada se supone que sería Ciudad Pistón.

Se supone...

—¿Por qué nos paramos? —preguntó Sonia asomándose por la ventana.

Intentando ver, porque la niebla era tan espesa que era imposible seguir avanzando, contemple la ventana, pero algo brillo a lo lejos, fue tan rápido que pensé que era el reflejo de algo pero cuando volteé no se encontraba nadie, regrese la mirada y volvió a brillar.

Me pare del lugar, sacando mi cámara por el camino, iba a descubrir que era eso.

—¡Espera! ¿Estás loca? —Lionel tomó mi hombro parándome en seco—. No deberías ir sola.

Sonia regresó con nosotros.

—No llegaremos a Ciudad Pistón hasta que la niebla se desvanezca lo suficiente, o llegamos caminado o esperamos lo que tarde.

Contemplé a ambos chicos, así que sonreí mostrando mi cámara.

—No pienso alejarme tanto —comencé a correr al área silvestre antes de que Lionel me volviera a detener.

Saqué de la pokébola a Raven, se posó sobre mi cabeza, sabía que no podíamos ir descuidadamente.

Caminamos lentamente, el sonido de fricción contra el piso se escuchaba en algún lugar, prepare mi cámara ocultándome entre los arbustos hasta que salió un Steelix, que perseguía a un entrenador.

Era ridículamente fuerte, ¿cómo debía ayudarlo?

El chico corrió junto a su Goomy, ambos parecían saber que hacían, así que los seguí de cerca, si necesitaba ayuda sería una buena distracción para eso pero no fue así, el Steelix ataco lanzando arena con fuerza, el camino se les estaba acabando cuando llego a un barranco, hice que Raven atacara con picotazo, y saliera volando lo más rápido que pudiera sin que la alcanzara.

Corrí al joven tomando su mano y comencé a correr hacia un gran puente que se encontraba por el lugar, el Steelix ya no nos perseguía pero aun así no paramos hasta llegar a salvos a otro lugar, toda la niebla fue dejada atrás, a lo lejos se notaba la vista a la gran ciudad.

—Eso fue peligroso —dije sin voz mirando al chico—. ¿Estás bien?

Llevaba puesto un gorro de color naranja y una sudadera azul marino que parecía ser bastante abrigadora.

—Sí, ¿tú? —cuestionó mirándome extrañado, su voz era relajada.

—Sí, estoy acostumbrada a correr de este tipo de cosas —dije mientras recordaba mi primer encuentro con Lionel.

—Eso suena bastante extremo —comentó mientras contemplaba la ciudad de lejos.

—¿Eres uno de los concursantes de la liga? —pregunté por su mirada anhelante.

La Corona Olvidada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora