Capítulo 40

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—No sabía que el joven Berto se interesará en querer ser candidato a líder de gimnasio.

Sally hablaba con sutileza, me hice la desentendida mientras tomábamos el té.

—¿De verdad? —fingí sorpresa pero supongo que Sally sabía que hable con él—, me alegro escuchar eso.

—¿Mañana te irás? —preguntó relajada tomando su propio té.

—Sip, tengo que pasar a Pueblo Auriga para probarme el vestido, es el único lugar que confecciona con ropa abrigadora.

Sally parecía feliz por la situación, ella me mandó a comprar el vestido que usaría ahí.

—Espero que ambos puedan tomar un descanso de todo como merecen, de cualquier manera, los líderes de gimnasio sabemos que eres su esposa.

Su sonrisa era sincera y sabía que ella deseaba nuestra felicidad, aunque yo no podía ocultar mi cara avergonzada por sus palabras.

—La veré de nuevo en la final de la liga —comenté sonriendo.

—Ya veremos, querida, ya veremos.

Con estas últimas palabras el día pasó como agua para dirigirme a Ciudad Artejo.

Compraría un boleto de tren para ir a la ciudad.

—¡Ahí está!

El grito vino de un hombre, en segundos estaba rodeada por un grupo bastante grande de personas.

—¿Puedo ayudarlos? —pregunté sin intentar parecer asustada.

¿Los había mandado el presidente Rose?

—Hace años que no vemos a la Chica del Viento.

Sus palabras me hicieron girar a él, unas gafas de sol.

Me mostró una foto, más bien una revista firmada.

—Ustedes son...

—El grupo de fans de la chica del viento, nos separamos al ver que no volviste después de años a la región pero tu presencia aquí, nos hizo juntarnos.

El chico de lentes se me acercó y sonrió.

—Cuando te vimos en las redes peleando con tu Corviknight pensábamos que eras tú pero verte a un lado del campeón y del líder de gimnasio, supimos que realmente volviste.

Me sentí muy conmovida por sus palabras, mi garganta se cerró intentando no llorar.

—Gracias por seguir apoyándome durante este tiempo —incliné mi cabeza hacia ellos en son de gratitud.

Todos fueron amables, las fotos salieron geniales y las subieron a la red.

—Te seguiremos apoyando —se despidieron mientras desaparecían en la ciudad.

Caminé a la oficina de Roy, quien para mí suerte estaba ahí.

—¿Se puede? —pregunté asomando mi cabeza por la puerta.

Roy parecía estar en junta pues sus entrenadores estaban con él.

—Sip —accedió al verme—, terminamos, los veo mañana.

Los chicos me dejaron entrar para después salir ellos con una ligera sonrisa.

—¿Qué eso? —preguntó al verme con bolsas.

—Regalos —agité las bolsas emocionada, nunca pensé en recibir regalos de la gente.

—Se ve que tienes muchos fans últimamente, me alegro.

—En realidad... —me senté en el sillón—, son antiguos fans, los de la liga, los chicos que me apoyaban hace diez años.

Roy se quedó quieto ante mis palabras.

—No sabía que volverían.

—Ni yo, en un principio pensé que eran de macrocosmos pero me enseñaron las revistas firmadas.

El silencio se prolongó por varios minutos hasta que por fin se sentó a mi lado mirando los objetos.

—¿A dónde iras ahora? —preguntó pensativo.

—Tengo que seguir preparando la boda sabes —me encogí de hombros divertida.

—Tiene sentido, te casas al finalizar la liga.

Parecía no estar tan lejos pero realmente lo estaba, se sentía algo irreal incluso Lionel parecía irreal, un escalofrío recorrió mi espalda.

—¿Esa mirada de preocupación? —preguntó mirando un peluche de Corviknight que sacó de una de las bolsas—, hace años que no la veía, es la misma de cuando decidiste dejarnos en el viaje durante la liga.

Sus palabras me abrumaron.

—¿Piensas que voy a correr de mi propia boda? —pregunté intentando sonar burlesca pero no pude, más bien soné molesta.

—Te estoy diciendo que te ves preocupada por el tiempo hacia tu boda —su voz seria era aterradora—, tu vacilación era un buen incidió de que dejarías avanzar a todos para intentar alcanzar... Algo...

Sonó inseguro ante sus últimas palabras.

No pude contestar nada pero lo odiaba por tener razón, me sentía insegura, tal vez por todo lo que sucedía.

—Mañana por la noche me iré en el tren —mentí tomando nuevamente las bolsas para ir a la salida, solo el Corviknight quedó en su mano—, solo quería pasar a verte antes de irme...

No le di tiempo a caminar hacia mí, escuché como se levantó del sillón pero ya había salido de ahí.

No podía molestarme con Roy, estaba en lo correcto estaba insegura, toda la situación de Lionel como punto de mira del presidente me estaba volviendo loca.

No llevaba nada en realidad, así que tomé el primer tren que llevaba a pueblo Auriga, el sol estaba ocultándose dando paso a la noche.

Estaba odiando todo lo que estaba pasando, me sentía pérdida, suspire recargando mi cabeza en la mesa, no había casi gente por la hora, las bolsas ocupaban un asiento a mi lado.

Metí la mano y saque lo primero que tomé, extrañamente había un llavero de Lionel.

Sonreí al verlo, realmente lo amaba, lo extrañaba y quería pero... ¿Entonces que estaba mal?

Mis manos apretaron el llavero contra mi afligido pecho.

La Corona Olvidada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora