CAPÍTULO ESPECIAL #2 / 1ra Parte

393 25 1
                                    

Quién diría que el tiempo en Ciudad Puntera seria estar solamente recargada sobre el escritorio leyendo papeles y en donde  apenas podía mantener los ojos abiertos.

—Pareces muerta...

No me sorprendió que Roy estuviera vagando por la ciudad y mucho menos en mi oficina

—Odio el trabajo de oficina —me quejé amargamente mirando al chico que se recargo en mi escritorio con una mirada un tanto lamentable a mi estado—, quiero volver a mi trabajo de campo.

—A pesar de estos meses se ve que sigues aquí triste y hundida entre tantos papeles —Roy sonaba comprensivo conmigo, me reí amargamente de sus lindas palabras.

—¿Necesitas algo? —pregunté mirándolo sin ganas al joven.

—Ah, sí.

Alcé una ceja extrañada, era raro que dijera que si por lo general solamente iba a perder el tiempo, la puerta se abrió dejando pasar dos figuras no muy gratas para mí, al menos en este momento que mi cerebro servía solamente la mitad.

—Tizago, Dargo... —mi voz poca amena no los hizo sentirse mal —. ¿No están ocupados?

Ambos hombres se sentaron elegantemente en los sillones.

—Claro que si, presidenta —dijo calmadamente Dargo, su altanera sonrisa no me parecía rara en realidad sabía que vinieron por algo pero no terminaba de entender el qué—, pero primero teníamos que pasar con ustedes, necesitamos que ambos se dirijan a la estación de trenes.

Mire a Roy quien también parecía extrañado, me miró negando sin comprender.

—¿Sucedió algo malo? —se aventuro a preguntar Roy tranquilamente.

—No malo —dijo Tizago sonriendo de manera cómplice con su hermano—, solo es de suma importancia a donde tienen que ir.

¿Ir? No sabía que estaba pasando.

—¿A dónde iremos? —pregunté extrañada intentado sacar más información de los dos hermanos.

—Tomen estos boletos —Tizago extendió dos pases para ambos —, entréguenlos en la entrada del tren y no se preocupen por las maletas, tienen todo preparado a donde van a llegar.

Sonaba tan sospechoso pero si me daba la libertad de darme un respiro lo iba a tomar.

—Trato.

Me pare de mi lugar hasta que recordé algo.

—No hay nadie que se encargue del papeleo.

Me senté resignada cuando ambos se paparon y se acercaron a la puerta dejando ingresar a una persona de larga cabellera rubia.

—¿Olivia? —Roy estaba tan sorprendido como yo —. ¿Qué haces aquí?

La mujer entró a la oficina sin miedo, me contemplo por unos segundos para decir:

—Estos dos hombres me contrataron para ayudarles, yo me encargaré del papeleo restante.

—No puedes...

—¡Lo compro! —interrumpí a Roy saliendo detrás del escritorio —, confío en tus habilidades.

Le sonreí ligeramente a lo que ella solo asintió, de alguna manera no se sentía con malas intenciones.

—Por cierto... ¿Alguien ha visto a Lionel? —pregunté para los presentes.

—Él también estará en la estación de trenes.

Sonaba todo tan raro pero la verdad es que no me importaba.

—Por favor, no dejen que intente llegar solo —pedí amablemente a los chicos los cuales me miraron confusos —, sigue teniendo un pésimo sentido de la orientación.

La Corona Olvidada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora